Todas las miradas puestas en Ohio
Estados Unidos tendrá esta noche nuevo presidente. Todo está en el aire tras una reñidísima campaña. Conozca todas las claves.
Aunque tiene mucho de letanía, es muy cierta la sentencia que durante estos días se repite sin cesar: estas son las elecciones más reñidas de los últimos cincuenta años en EEUU. Las encuestas sitúan a ambos candidatos al filo del empate técnico, y el hecho de no partir con un candidato claro eleva la incertidumbre de lo que ocurrirá esta misma noche al otro lado del charco.
El recuento, como acostumbra, será largo. Aunque las primeras estimaciones se irán desgranando en torno a la una de la madrugada (hora española) lo más probable es que no tengamos el nombre del presidente hasta, al menos, cuatro horas después. Quizás por ello, es conveniente demarcar cuáles son los puntos claves del cara a cara definitivo entre Obama y Romney.
Los 'swing states'
Aunque siempre han existido, estos estados bisagra han cobrado especial relevancia en la campaña de 2012. ¿Y por qué? De los cincuenta estados que componen la Unión, la mayoría de ellos ya tienen un candidato definido, y sería una chocante sorpresa que cambiaran el sentido de su voto esta madrugada: California, Maine, Michigan o Nuevo México son de Obama; y Arizona o Carolina del Norte, de Romney. Durante los últimos años ha sido creciente la polarización de la sociedad, y podría decirse que su voto se da prácticamente por seguro, hasta tal punto, que en algunos de estos estados los candidatos ni se han molestado en hacer campaña electoral.
Lo cual deja la parte esencial de la votación en los llamados swing states, un puñado de Estados en los que los candidatos a la Casa Blanca se lo juegan todo: Colorado, Florida, Iowa, Nevada, Nuevo Hampshire, Carolina del Norte, Ohio, Virginia y Wisconsin (ver mapa). Lo interesante es que ni Obama ni Romney llegan a esta noche con el logro de haber equilibrado la balanza a su favor en ninguno de ellos.
Por otro lado hay que tener en cuenta las características del sistema electoral estadounidense, que no elige al presidente por voto popular directo. Por este motivo, lo importante no es ganar el mayor número de estados indecisos, sino conseguir el mayor número de compromisarios que después votarán por uno u otro. Para alzarse como presidente se necesitan 270 compromisarios de los 538 que están en juego. Según las predicciones de las últimas encuestas, Obama necesita arañar 33 votos en los swings (parte con 237) y Romney, necesita 79 (sumados a los 191 que se le atribuyen ahora).
Ohio, el "nuevo Florida"
Y aquí es donde entra en juego el estado de Ohio. El Estado de la región de los Grandes Lagos aporta 18 compromisarios claves para ambos, y que decidirán si hay alternancia o no. Las encuestas no están claras: las primeras apuntaban una victoria republicana, pero durante la campaña el trono se ha ido disputando, saltando con capricho entre uno y otro.
El territorio más disputado de las elecciones no tiene un favorito, lo que deja todo en el aire. Aún más cuando se recuerdan sus antecedentes, tan trascendentes en las campañas americanas: ningún presidente republicano ha sido presidente sin ganar en este Estado, y salvo John Kennedy, tampoco ningún demócrata. Por algo se dice que "Como va Ohio va la nación".
Ambos candidatos tienen sólidos apoyos en el territorio en disputa. Obama cuenta a su favor con el soporte sindical y los buenos resultados económicos, ya que la cifra de paro está por debajo de la nacional. Mitt Romney se desenvuelve bien en un territorio con fuerte presencia de cristianos evangélicos, y una clase obrera blanca, poco amiga de mantener a un afroamericano en el Despacho Oval.
Sea como fuere, la aritmética dice que quien gane Ohio será el presidente de los Estados Unidos de América. Si Obama se hace con él, le bastarían sólo los 15 compromisarios de otros swings pequeños para sumar la mayoría, dejando varios caminos abiertos posibles al demócrata: la más probable es que se fueran con Nevada (6 compromisarios) y Wisconsin (10), que se inclinan más hacia el azul.
A Romney se le complican los números un poco más. Si gana Ohio, podría ser presidente, pero tendría que lograr también todo el resto de estados swing, o, en su defecto, Florida (29), otra pieza importante en el tablero de ajedrez.
Florida: no te perdemos de vista
Este es, posiblemente, el subtexto de los mensajes electorales de los candidatos en este Estado. Porque, aunque Ohio le ha arrebatado la condición de "decisivo", Florida tiene mucho que decir en quién ocupará la Casa Blanca con sus 29 votos electorales, el mayor número de la unión.
A priori, Obama parte con ventaja en Florida, pero no hay ninguna sensación de seguridad en el Partido Demócrata. Hace cuatro años venció por un estrecho margen (2,4 % de los votos) y el auge del Tea Party en el territorio le ha metido el miedo en el cuerpo al partido del burro. Y es que, desde 2010, el empuje de figuras como el republicano Marco Rubio y el gobernador Rick Scott ha ido debilitando Obama, que, por momentos, se ha quedado por detrás en las encuestas.
Los sondeos han sido como un partido de tennis durante toda la campaña: antes del verano ganaba Obama, que pasó a perdedor tras su derrota en el debate, aunque se recuperó levemente. Romney se puso a la cabeza hace un par de semanas, y dependiendo del centro que realiza la encuesta, los últimos datos hablan de empate o de ventaja muy ligera para Romney.
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