La escena se ha repetido en numerosos mitines de Obama. En el momento en que Mitt Romney aparece en su discurso, la audiencia empieza a abuchear y el presidente de Estados Unidos reacciona siempre con la misma frase: "No abuchéeis, ¡votad!". Pero este viernes, en Springfield (Ohio), hizo un añadido muy poco presidencial: "Votar es la mejor venganza".
No ha sido la frase más afortunada de Obama. Al final de las campañas, los candidatos intentan parecer presidenciales y, como suele decirse allí, "más grandes que la vida". El presidente ha tenido la oportunidad perfecta para hacerlo merced al huracán Sandy. Pero hablar de venganza sonó bastante sectario.
No está muy claro tampoco a qué se refería, contra qué debían vengarse los asistentes. Jim Psaki, uno de los responsables de la campaña, aseguró que Romney "está asustando a los trabajadores de Ohio, intentando que piense, falsamente, que no van a conseguir un empleo. El mensaje que [Obama] nos estaba lanzando es que si no te gustan las políticas, el plan que Romney está anunciando, si crees que será malo para las clases medias, entonces puedes ir a votar. No es nada más complicado que eso".
El problema es que, en ese momento del discurso, Obama estaba hablando de los años de Clinton y de la oposición del entonces candidato al Senado Mitt Romney a las políticas económicas del presidente demócrata. Algo que no parece concordar muy bien con la explicación de la campaña de Obama.
Romney, por supuesto, no ha desaprovechado ni un momento la oportunidad. En su propio mitin en Ohio el mismo viernes dijo: "Pide un voto de venganza. En lugar de eso, les pido a los estadounidenses que voten por amor a nuestro país". Durante el sábado, la campaña de Romney ha emitido anuncios televisivos comparando las declaraciones de uno y otro.