Esta noche, en la Universidad de Hofstra (Nueva York), Obama afrontaba un reto considerable: levantar cabeza tras la derrota sufrida en el anterior enfrentamiento televisado con Mitt Romney. Y, con las cifras en la mano, lo ha logrado. Su principal triunfo es haber enmendado -habrá que ver en qué medida- el desastre anterior. El presidente estadounidense se ha mostrado mucho más agresivo que el exgobernador de Massachusetts, al que ha robado minutos de intervención y ha conseguido hacer patinar en algunos asuntos.
Pero no ha sido una derrota por K.O., ni ha habido un cambio de papeles. Romney ha aguantado los embates del demócrata propinando certeros golpes, permaneciendo sólido en líneas generales en un debate mucho más dinámico que, a priori, beneficiaba a su rival.
Ochenta ciudadanos indecisos, seleccionados por Gallup, plantearon preguntas a los candidatos durante algo más de hora y media. La imprevisibilidad de esta estructura le ha hecho ganar puntos a Barack Obama, que se desenvolvía con más resolución por el escenario, llegando incluso a perder las distancias físicas con Mitt Romney y dando una apariencia de apabullamiento. En la batalla de las formas el exgobernador estuvo más que correcto, pero el lenguaje corporal de Obama se antojó más cercano con el público asistente. La moderadora del debate, Candy Crowley, tuvo ante sí un panorama hosco, y llamó al orden repetidamente a ambos aspirantes. "Eso no contesta a la pregunta que se les ha planteado. Por favor, ¿pueden ser más concretos? Tendrán tiempo para eso después", solicitaba la periodista, en lucha contra las divagaciones y rodeos.
Desempleo y deuda: round para Romney
En materia puramente económica, Romney brilló más que Obama. Ante el reproche de uno de los votantes indecisos, el presidente estadounidense justificó el aumento del desempleo durante su administración y las promesas incumplidas con un endeble "no será porque no lo haya intentado". Mientras el demócrata pedía confianza para "un segundo mandato", Romney atacó a la yugular aireando los datos del desastre: "Es inaceptable que la mitad de los estudiantes que se gradúan hoy no encuentren un trabajo", señaló.
En lo tocante a la deuda pública, Romney logró sacarle los colores al demócrata, calmando su entusiasmo con un contundente: "No es como usted dice, tenemos un historial que dice lo contrario". Esta vez, Grecia relevó a España como ejemplo en el discurso de Romney, que advirtió sobre la deriva que sucede al incremento del déficit: "Yo les puedo garantizar que si sale reelegido vamos a tener cuatro años iguales que los cuatro anteriores", resaltó el republicano. El Romney más mitinero resurgió con una promesa clave: "Bajo ninguna circunstancia voy a bajar los impuestos a las clases altas y tampoco voy a subir los impuestos a las clases medias", resaltó.
El avispero de Bengasi
El momento más intenso del debate llegó al abordar el atentado al consulado estadounidense en Bengasi, en el que murió el embajador Chris Stevens y otros tres estadounidenses. Mitt Romney le reprochó a Obama que "escondiera" que se trataba de un acto terrorista durante días, manteniendo la versión de que se trataba de ataques provocados por el vídeo de Mahoma. "Tardó 14 días en describir el ataque como un acto terrorista", espetó el republicano. Barack Obama sacó pecho defendiendo su versión, retando a su rival con "sacar la transcripción" de sus declaraciones en el citado día. La moderadora Crowley interrumpió a ambos: "En realidad, sí lo hizo", apuntó, con las declaraciones en la mano, anotándole un tanto vital al presidente.
Aunque Romney trató de salir a flote, el error de planteamiento lastró su argumentación, haciéndole difícil demostrar que -al margen de las palabras textuales del demócrata- la administración de Obama sí tuvo información desde el principio de que se trataba de un ataque planeado. Cundió la sensación de que Romney había caído abatido precisamente donde más papeletas acumulaba para darle la estocada al presidente.
Reforma migratoria
Era uno de los puntos más esperados de la noche, pero el asunto migratorio finalmente salió a relucir por la pregunta de una indecisa. Barack Obama caracterizó a Mitt Romney como un radical, que quiere ir "más allá incluso que Bush", con su idea de la autodeportación. "Él llamó a la ley de Arizona un modelo para la nación. Parte lo que dice la ley de Arizona es que los agentes podrían parar a personas porque aparentan que podrían ser trabajadores indocumentados", atacó el demócrata.
Romney tuvo oportunidad de explicarse, y aclarar que es favorable a la citada legislación sólo en algunos aspectos: "No vamos a rodear a 12 millones de personas indocumentadas, ilegales y sacarlas del país. En lugar de esto, haremos que la gente haga su propia elección", prometió. El exgobernador se anotó otro tanto recordando que el actual presidente "no ha tenido tiempo" para aprobar una reforma migratoria que nunca llega, reafirmándose en que el programa republicano incluye la posibilidad de que los inmigrantes abandonen el país "si no pueden lograr los beneficios aquí".
Pero no fue la única vez que el nombre de George Bush se mencionó en la Universidad de Hofstra. Aunque hasta ahora ambos candidatos habían evitado mencionarlo -Obama se refería veladamente a él, y Romney ha evitado fotografías juntos en campaña- un espectador puso al republicano contra las cuerdas: "¿En qué se va a diferenciar usted de George Bush hijo?", le inquirió. Un Romney bastante descolocado se esforzó por eludir el asunto con corrección: "Bush y yo somos personas diferentes, en momentos diferentes", que le dejó el terreno abonado a Obama. "En materia fiscal son lo mismo, pero en materia social Bush era más moderado que él", señaló el candidato a la reelección.