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Polémica en Canadá por los preparativos de la III Cumbre de las Américas

Las discrepancias en los preparativos y el contenido de la III Cumbre de las Américas que se celebrará en Québec (Canadá) en abril ha recrudecido el enfrentamiento entre el gobierno de Ottawa y los grupos críticos a este encuentro. Canadá no quiere que nada ni nadie pueda molestar a los 34 jefes de Estado y las decenas de ministros y altos funcionarios que asistirán a partir del 20 de abril y para ello ha preparado un impresionante despliegue de seguridad en la ciudad.

Las propias fuerzas de seguridad no dudan en calificar el operativo que están planeando para la Cumbre como la mayor operación de seguridad en la historia del país, con cerca de 5.000 agentes desplegados en la ciudad para enfrentarse a las acciones de manifestantes contrarios a la reunión.

Los preparativos de seguridad incluyen la colocación de una kilométrica barrera de alambrada y cemento de cuatro metros de altura que rodeará el casco antiguo de Québec, obligando a miles de residentes y trabajadores que tienen que entrar la zona acordonada a mostrar pases especiales de seguridad.

Nadie sin esos pases especiales podrá penetrar en un perímetro de 4,5 kilómetros donde el anfitrión de la reunión, el primer ministro canadiense, Jean Chrétien, recibirá a los otros 33 jefes de Estado, incluido el presidente estadounidense, George W. Bush.

Pero el afán de Ottawa por controlar hasta los mínimos detalles de la Cumbre, en la que Canadá y Estados Unidos quieren dar un impulso definitivo al Area de Libre Comercio de las Américas (ALCA), no parece haber sentado especialmente bien entre los movimientos opuestos a este proceso de liberalización económica.

El jueves, Chrétien criticó duramente en el Parlamento canadiense a los diputados socialdemócratas del partido NDP y especialmente al diputado Svend Robinson por promover "desobediencia civil" ante la Cumbre.

Robinson está patrocinando una serie de reuniones con diversos grupos sociales para "educar" a la población sobre el real contenido de la reunión de Québec, utilizando en algún caso locales del Parlamento canadiense. Este diputado también criticó la "tremenda militarización planeada para Québec, convirtiendo la ciudad en una fortaleza acorazada en un intento de restringir el ejercicio de la libertad más fundamental de este país, el derecho a la protesta pacífica".

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