La matanza, que recordó los sangrientos disturbios en una prisión de Colombo en 1983 cuando prisioneros cingaleses mataron a 50 tamiles, fue seguida por esporádicos choques raciales que forzaron al Gobierno a tomar medidas excepcionales de seguridad.
La vida cotidiana en los distritos orientales de Trincomalee y Batticaloa, de mayoría tamil, estuvo paralizada el viernes a consecuencia de una huelga en protesta por la matanza que tuvo lugar en la población central de Bandarawela, a 225 kilómetros al este de Colombo.
Pero el fin de semana las actos de protesta tomaron un carácter más violento en diversos lugares de la zona centro del país, donde vive también un gran número de tamiles empleados en los cultivos de té.
El domingo, el Gobierno impuso el toque de queda en varios lugares de la zona centro tras los brotes de violencia que siguieron al entierro de una de las víctimas de la matanza en la ciudad de Talawakelle, a unos 160 kilómetros al este de Colombo, que se saldaron con la muerte de dos jóvenes tamiles. Un grupo de tamiles incendió un tren en la ciudad cercana de Watagoda, lo que llevó a las autoridades a desplegar también al Ejército ante el temor a que se propagaran los disturbios raciales.
El Gobierno relaja el toque de queda impuesto el miércoles tras la matanza de 20 tamiles
El Gobierno de Sri Lanka ha relajado este lunes el toque de queda en el centro del país, pero el Ejército sigue patrullando las calles ante el temor a nuevos brotes de violencia racial entre la mayoría étnica cingalesa y la minoría tamil, tras la matanza el miércoles de 26 tamiles.
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