Baltasar Garzón se presentó en la estación de Atocha el 11-M a pesar de no ser el juez de guardia. "Era una especie de necesidad", justificó. Allí, un Tedax le cuenta que el explosivo era Titadyne, información que le corrobora después por teléfono el ex subdirector de la policía Pedro Díaz Pintado. Entonces, el magistrado cambió de opinión, dejó de pensar en la autoría de Al-Qaeda y apuntó a ETA. Tras Garzón compareció
Fungairiño, que empleó la ironía para no romper el secreto judicial. Los comisionados no le entendieron.