La faceta más desconocida de Matisse se destapa en Madrid
Laura Galdeano
Pocos supieron dominar la luz y los reflejos del mar como Joaquín Sorolla. Con este Baño nos hace soñar con volver a sentir el mar. La pintura muestra a la familia de Sorolla, a sus dos hijas y a su mujer, jugando entre las rocas de una playa de Jávea.
El título de esta obra lo dice todo. Potthast pintó decenas de playas próximas a la ciudad de Nueva York, con niños jugando junto al mar y familias disfrutando del soleado día. Se cree que estuvo influenciado por las maravillosas pinturas de Sorolla, puesto que visitó probablemente visitó la exposición de la obra de Sorolla en la Hispanic Society de Nueva York, celebrada entre febrero y marzo de 1909. El Thyssen cuenta con dos obras de este artista.
Muchos echamos de menos disfrutar de la libertad y de la naturaleza como hace esta vaca amarilla del expresionista alemán Franz Marc. Lo pintó poco después de casarse y algunos historiadores del arte apuntan a que la vaca representa a su mujer.
El pintor y fotógrafo Eugenio Zampighi es conocido por sus idílicas pinturas de la vida rural italiana, sin atisbo de crítica social. En su producción encontramos escenas entrañables de madres con sus bebés, niños jugando, familias felices y una serie de escenas protagonizadas por ancianos que derrochan ternura. Estas imágenes resultan particularmente inspiradoras en estos días en los que nuestros mayores están siendo los más afectados por la pandemia de coronavirus.
Queremos que la confinación pase y volvamos a abrazarnos y a besarnos, saltándonos esa distancia de seguridad impuesta por el coronavirus. Renoir muestra a una joven pareja absorta en el cortejo. Tomó como modelos a Aline Charigot, quien posteriormente sería su esposa, y Henry Laurent, un amigo de ambos.
Matisse nos presentó el movimiento fauvista con esta obra, convertida en ícono de esta vanguardia. Este óleo cuenta el mito de Arcadia, un lugar imaginado idílico. Presenta a a sus personajes cantando, bailando y entregados al placer sobre la hierba.
El artista americano Jim Holland sabe cómo crear ese ambiente casi mágico de la luz penetrando por las ventanas. Una sensación de calma y vitalidad que se mezclan, en esta pintura, con la de libertad que nos provoca esa puerta abierta a la playa.
Degas retrató a bailarinas durante los ensayos, preparándose tras el escenario y en plena acción. Fueron pinturas que tuvieron muy buena acogida en la época y se vendías bastante bien. Puso énfasis en los bellos atuendos y cuerpos estilizados sin perder la naturalidad de la escena. Con todos los museos, teatros y salas cerrados, esta escena nos despierta las ganas de volver a disfrutar de la música y la danza.
Como otros artistas, Toulouse-Lautrec quiso mostrar el ambiente bohemio del París de finales del siglo XIX. Los personajes conversan, se apoyan en la barra del bar y danzan. Una de las bailarinas es Jane Avril, musa del pintor.
Esta obra de Pierre-Auguste Renoir, una de sus más emblemáticas, nos traslada al popular barrio parisino de Montmartre. Los domingos y festivos una orquesta amenizaba la tarde mientras las parejas se entregaban al baile o conversaban de forma animada en las mesas dispuestas alrededor.
Tiziano representó un tema mitológico, una bacanal protagonizada por el dios del vino, Baco. El artista veneciano incluyó un texto de un canon del músico flamenco Adrian Willaert: "Qui boyt et ne reboyt / ne seet qui boyre soit" ("Quien bebe y no vuelve a beber / no sabe lo que es beber").
España rechazó las obras profanas de Murillo por considerarlas vulgares. Sin embargo, tuvieron muchísimo éxito en los países protestantes y por eso, la mayoría de ellas se encuentran fuera de nuestras fronteras. El artista sevillano consigue trasmitir la inocencia de la niñez y la alegría de ese niño, una felicidad que buena falta nos hace.
La Pradera de San Isidro es sinónimo de ocio, recreo y diversión. Goya pintó esta pradera con Madrid al fondo. Recrea los festejos durante la festividad del santo labrador, patrono de Madrid, que se celebra el 15 de mayo.
Estos jóvenes amantes de corte academicista nos hablan del primer amor. Es una estampa encantadora.
En estos tiempos difíciles, la sátira es bienvenida. Las escenas en las que animales se dedican a actividades humanas se remontan a la Antigüedad. Estos monos "expertos" de Alexandre-Gabriel Decamps examinan un paisaje con la actitud de un crítico de arte. Este cuadro fue expuesto en el Salón de París de 1839.
Uno de los máximos representantes del pop art también sabe sacarnos una sonrisa con este tipo de obras. Este apasionado beso, que desafiaría la obligatoriedad de mantener un metro y medio de distancia con cualquier persona ajena al hogar, fue vendido por seis millones de euros en una subasta en 1990.