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Churchill, su vida en 30 imagenes

El 24 de enero de 1965 Gran Bretaña perdía a uno de sus grandes hombres y a uno de sus últimos símbolos: Winston Churchill. El hombre que había tenido un papel preponderante en la política inglesa durante buena parte del S XX y, sobre todo, que llevó a su país a la victoria durante la II Guerra Mundial. Ofrecemos un recorrido por su vida a través de algunas de las imágenes más significativas de sus más de 90 años.

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Su madre fue piedra de escándalo para la sociedad de su tiempo. En primer lugar, el propio Churchill nació sólo ocho meses después de la boda de sus padres, lo que causó las habituales habladurías en esa época. Por otro lado, durante su matrimonio se le atribuyeron numerosos amantes, entre ellos el entonces príncipe de Gales –que después sería Eduardo VII- y el mismísimo Von Bismark. Preguntado por su nacimiento presuntamente prematuro Churchill respondió con una de sus geniales frases: "Aunque presente en la ocasión, no tengo un recuerdo claro de los acontecimientos que condujeron a ella". En la imagen, el político británico cuando tenía 7 años

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Siendo aún muy joven Churchill emprendió la carrera militar entrando en la Sandhurst Royal Military Academy. Como soldado sirvió en varios escenarios bélicos del Imperio Británico como Sudán o la India. En la imagen lo vemos con el uniforme de segundo sargento del Regimiento de Húsares, en 1895. Un dato no muy conocido es que en 1895 viajó a Cuba para conocer cómo España se enfrentaba a la guerrilla independentista. Fue la primera vez en su vida que se vio bajo fuego real y recibió una medalla española, que también era la primera que ganaba, por el valor demostrado

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Winston Churchill nació el 30 de noviembre de 1874 en una familia noble inglesa. Su padre, Lord Randolph Churchill, era el menor de los tres hijos del séptimo duque de Malborough. Su madre, considerada una de las mujeres más bellas de su tiempo, era ciudadana americana e hija de un acaudalado hombre de negocios. En la imagen, con el propio Winston Churchill y su hermano John.

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Además de como soldado, Churchill estuvo en otro conflicto como corresponsal de prensa: en la Segunda Guerra Boer. Se trataba de un conflicto entre el Imperio Británico y los colonos holandeses en Sudáfrica que habían creado la República Surafricana (ZAR). En principio todo el mundo pensó que iba a ser una guerra breve y fácil, pero en realidad resultó muy complicada y supuso la que se consideró mayor expedición militar británica desde la famosa batalla de Agincourt, que había tenido lugar en 1415. En la imagen, Churchill ejerciendo de corresponsal.

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Un episodio de la contienda le permitió a Churchill ganar muchísima popularidad en Gran Bretaña: mientras viaja en un tren militar éste fue atacado por los boers y él resultó detenido e internado en una escuela reconvertida en prisión en Pretoria. Su cautiverio, no obstante, duró cuatro semanas, durante las cuales él y otros oficiales preparaban grandes mapas de Sudáfrica. Finalmente se escapó y, tras una odisea de semanas viajando por las noches, como polizón en trenes y robando comida llegó a Mozambique, colonia británica. En la imagen, una entrevista publicada en The Telegraph en la que habla de su cautiverio.

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A la vuelta de la guerra, Churchill inicia una meteórica carrera política que comienza en el Partido Conservador para después pasar al Liberal en 1904 y, finalmente, volver al Conservador 20 años después, en 1924. Sobre estos cambios aseguró que los que cambiaban eran los partidos mientras que él se mantenía en la misma posición ideológica. En esta época, concretamente en 1908, se casó con Clementine Hozier, con quien aparece en la imagen, realizada una semana antes de la boda

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En el mismo 1900 logra entrar en el parlamento británico y recibe su primer cargo importante en 1905 al ser sombrado subsecretario de Estado para las Colonias. Después sería presidente de un órgano de importancia como el Board of Trade y en 1910 es nombrado Home Secretary, un cargo que equivaldría al ministro del Interior en España. Durante todos estos años, y a pesar de haber abandonado el ejército, siguió manteniendo un gran interés por los asuntos militares, lo que explica esta curiosa imagen en la que aparece con el kaiser Guillermo II observando unas maniobras militares alemanas en 1909

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En 1911 Winston Churchill se convierte en Primer Lord del Almirantazgo, el más alto puesto en la marina británica, cargo que ocuparía hasta 1915. Durante la guerra tuvo un papel relevante en la creación de un arma que revolucionaría los campos de batalla: el tanque, desarrollado con fondos de la Marina. Sin embargo, fue la víctima política de algunos fracasos militares, especialmente en el desembarco de fuerzas inglesas en Galípoli, en Turquía, por lo que tuvo que dejar el cargo en 1915. En la imagen lo vemos pasando revista a tropas en 1912

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Tras su fracaso político se presentó como voluntario para combatir en la guerra en curso, con la intención de rehabilitar su nombre aún a costa de su vida. Sirvió como mayor y como teniente coronel del Sexto Batallón de Fusileros Reales Escoceses. Su comportamiento fue excelente -como en otras ocasiones en su carrera militar- a pesar de que se mostró disconforme con cómo se llevaba la guerra y las masacres que se estaban produciendo. En 1917 vuelve al Gobierno al ser nombrado ministro de Municiones. En la imagen un cuadro pintado por Sir John Lavery, lo reproduce con el uniforme que usaba y "en los campos de Flandes".

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Tras la I Guerra Mundial tiene uno de los periodos más brillantes de su carrera política, ocupando uno tras otros alguno de los cargos más importantes del Reino Unido: secretario de Estado de Guerra, secretario de Estado para las Colonias y, finalmente, chancellor of the Exchequer, lo que en España sería ministro de Hacienda. En 1929 el Partido Conservador pierde las elecciones y Winston Churchill no sólo deja el Gobierno sino también los puestos de dirección del partido. En la imagen en el desfile de los Aliados en Lille en noviembre de 1918, días después del final de la I Guerra Mundial

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Con la salida de Churchill del gobierno se inicia la que fue con toda seguridad la etapa más gris de su carrera política, en la que ni siquiera fue llamado a participar en el gobierno de concentración nacional formado por Ramsay MacDonald en 1931. Durante estos años se concentró en su faceta como escritor e historiador e incluso dio una gira en EEUU en el transcurso de la cual fue atropellado por un taxi en Nueva York. En la fotografía vemos el momento en el que abandona el hospital

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Durante el ascenso de Hitler y el nazismo en Alemania, Churchill fue prácticamente la única voz relevante en Gran Bretaña que alertó de las consecuencias del rearme alemán y de las verdaderas intenciones del dictador nazi. De hecho, tras la Conferencia de Munich lanzó en la Cámara de los Comunes una frase contra Neville Chamberlain que pasaría a la historia: "Pudieron elegir entre la guerra y el deshonor, eligieron el deshonor, y tendrán la guerra". La imagen es una fotografía tomada en 1936, en pleno escándalo por la abdicación de Eduardo VII, un acontecimiento que dañó la popularidad de Churchill

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Tras unos meses de impasse la invasión de Francia por parte del ejército nazi y la fulminante derrota francesa hace que el gobierno de Chamberlain sea insostenible y Churchill es nombrado primer ministro de un gobierno de concentración nacional en el que participarán los líderes de los tres partidos: el Conservador, el Liberal y el Laborista. Su figura es reconocida como la única capaz de liderar Gran Bretaña en ese momento. En la imagen, haciendo su famoso signo de la victoria a la entrada del 10 de Downing Street a los pocos días de ser nombrado

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El político se dirige en un primer discurso a la nación en la Cámara de los Comunes y Churchill afirma que "estamos en los días preliminares de uno de las más grandes batallas de la historia". También pronuncia una de sus frases más famosas: "No tengo nada que ofrecerles excepto sangre, esfuerzo, sudor y lágrimas -blood, toil, tears and sweat-". El discurso continuaba explicando que "haremos la guerra por tierra, mar y aire, con toda nuestra fuerza, con toda la intensidad que Dios nos permita". Nuestro objetivo, decía, "es la victoria, victoria cueste lo que cueste, victoria a pesar de todo el terror, victoria sin importar cuán largo y duro sea el camino; porque sin victoria, no sobreviviremos".

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El 04 de junio vuelve a dirigirse a la nación. El país acaba de sufrir el descalabro de Dunquerque –que estuvo a punto de suponer un revés definitivo para las fuerzas armadas británicas – y que el propio Churchill describe como "el mayor desastre militar de nuestra historia". El entonces primer ministro describe la situación como desesperada ante la inminencia de una invasión alemana y lanza otra de sus grandes frases (al final del vídeo): "Lucharemos en Francia, en los mares y océanos, lucharemos con fuerza y confianza en el aire, defenderemos nuestra isla cueste lo que cueste, lucharemos en las playas, en los aeropuertos, en los campos y en las calles, en las colinas… ¡no nos rendiremos jamás!".

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Durante la guerra Churchill desplegó una energía inaudita, especialmente para un hombre que tenía ya 65 años cuando empezó la contienda. No sólo con sus famosos discursos difundidos por la radio, sino por su presencia en numerosos lugares de Londres y alrededores, especialmente durante las jornadas más duras del blitz, los masivos bombardeos en Londres y otras ciudades inglesas. En la imagen, visitando las ruinas de la Catedral de Conventry

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Churchill fue en sí mismo una campaña de propaganda para Gran Bretaña, posando en multitud de situaciones, algunas llegando a imágenes tan chocantes como esta, en la que sostiene una metralleta durante una visita a tropas en la costa inglesa en 1940. Curiosamente, esta imagen también fue usada profusamente por la propaganda nazi para presentar al primer ministro como una especie de gangster, pero ha llegado a ser de las preferidas por los fans de Sir Winston.

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Churchill aseguró que una vez acabada la Batalla de Francia iba a empezar la Batalla de Inglaterra, "de la que depende el futuro de la civilización cristiana (…). Si fracasamos todo el mundo, incluidos los EEUU (…) se sumirá en el abismo de una nueva edad oscura". Se refería a la invasión de la isla, pero la batalla real fue la que se dio en los cielos sobre el Canal de la Mancha para garantizar el control aéreo –que habría sido esencial para poder desarrollar la invasión terrestre-. Gran Bretaña reclutó a lo mejor de su juventud, literalmente, y los adiestró en un tiempo récord y ese pequeño y selecto grupo de aviadores logró frenar el poder de la Luftwaffe. A ellos se refirió el propio Churchill en otra de sus grandes frases: "Nunca tantos debieron tanto a tan pocos". En la imagen, el británico con casco durante un bombardeo en Londres

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Por muchas razones, entre ellas su madre americana, Churchill mantuvo una relación muy estrecha con EEUU y también con su presidente Rooselvelt, al que le unió una gran cercanía personal: se escribieron centenares de cartas y se vieron en multitud de ocasiones, una de ellas en el barco HMS Prince of Wales, que es la que recoge la imagen. Tras ganar las elecciones de 1940 el mandatario americano estableció, en marzo del año siguiente, un sistema de convoyes con todo tipo de material para el Reino Unido que después se extendió a la URSS y que daban como un préstamo

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En Junio de 1941 Churchill logra que EEUU, que aún se mantenía neutral, desarrollase lo que se podría considerar su primera acción bélica: la ocupación de Islandia. Finalmente, y tras varios conflictos con submarinos alemanes en el Pacífico, América entró en la guerra en diciembre de 1941. En la imagen, Churchill con algunos de los marines estacionados en Islandia

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Pese a su feroz anticomunismo, Churchill desarrolló también una buena relación con Stalin. Al respecto llegó a decir en el parlamento que "si Hitler invadiera el Infierno, al menos haría una referencia positiva al Diablo en la Casa de los Comunes". Lo cierto es que, según documentos desclasificados recientemente, al parecer en esa buena relación tuvo algo que ver una noche de alcohol que ambos compartieron durante la visita del británico a Moscú en 1942, que recoge la imagen.

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Fue también valedor del general De Gaulle como representante de la Francia libre, aunque sus relaciones eran bastante difíciles, sobre todo por la arrogante actitud del francés. Una actitud que el propio Churchill reconoció admirar en sus memorias: "Así era él: un refugiado, exiliado de su país bajo pena de muerte, en una posición totalmente dependiente de la buena voluntad del gobierno británico, y ahora también de la de Estados Unidos, sin ningún punto de apoyo efectivo en ninguna parte y, sin embargo, lo desafiaba todo". En la imagen, ambos en un encuentro en Marrakech

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La entrada de EEUU en la contienda, el desastre alemán en la URSS y el propio empuje de Churchill fueron inclinando la balanza del lado de los aliados, algo que resultó completamente evidente tras el Desembarco de Normandía. A pesar de que la derrota final de Alemania tardaría en llegar, fueron días en los que se empezaba a vislumbrar la victoria. En la imagen, el primer ministro visita a soldados británicos en Caen, en julio de 1944 sólo mes y medio después del Día D

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El siete de mayo de 1945 llegó la victoria: Churchill lo anunciaba a Gran Bretaña por la radio y lo celebraba con una auténtica masa de londinenses en Whitehall. Sin embargo, el todavía primer ministro desconfiaba de sus hasta entonces aliados soviéticos –y con razón- de los que temía que no respetasen las fronteras acordadas en las Conferencias de Yalta y Postdam

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Sorprendentemente, al menos visto desde la historia, tras ganar la guerra Churchill perdió las elecciones en Gran Bretaña en julio de 1945, siendo derrotado ampliamente por el laborista Clement Attlee. Sin embargo, y a pesar de tener ya 71 años, eso no significó su retirada de la política: fue el líder de la oposición, perdió otras elecciones en 1950 pero, sorprendentemente, se impuso en una nueva cita electoral en 1951. Era su primera victoria electoral y estaba a punto de cumplir 77 años. En la imagen, de nuevo en su despacho de Downing Street

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Siendo todavía primer ministro recibió el Nobel de Literatura en 1953. La obra escrita de Churchill es amplia y de una calidad excepcional. Se centra sobre todo en la historiografía y también tiene apasionantes relatos de sus viajes por varios rincones del mundo. Su monumental obra sobre la II Guerra Mundial es, quizá, la mejor ocasión de conocer un episodio transcendental de la historia del mundo narrado por uno de sus protagonistas. En la imagen, el embajador sueco en Londres le comunica la concesión del premio

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Se mantuvo como primer ministro hasta abril de 1955, cuando tuvo que desistir por motivos de salud dada su más que avanzada edad: ya tenía 81 años. Este segundo mandato se caracterizó sobre todo por su voluntad de intervenir en política exterior, así como por sus baldíos esfuerzos por evitar el desmembramiento del Imprerio Británico. Durante estos años acuñó una expresión que se usó masivamente en las décadas siguientes: el telón de acero, para referirse a la frontera con los países del área de influencia soviética, es decir, la línea que separaba el mundo libre del comunista. En la imagen posa con su hijo y su nieto

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Tras su retirada del gobierno, Churchill se mantuvo como diputado, pero acudía en contadas ocasiones al parlamento y no volvió a tomar la palabra en la cámara británica. Con su decaimiento físico y mental volvió a ser presa de la depresión, una enfermedad que le había acompañado buena parte de su vida y a la que él mismo llamaba su "perro negro". En la imagen, de 1956, saluda a su sucesor Anthony Eden

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Churchill falleció el 24 de junio de 1965. Se le ofició un funeral de Estado, el primero que recibía una personalidad de fuera de la Familia Real desde 1914 y una ceremonia que no se ha repetido desde entonces -podría haber sido el caso de Thatcher, pero ella misma lo vetó en su testamento-. La ceremonia incluyó un oficio en la catedral de San Pablo, en la imagen el féretro entrando en el templo, y una procesión por Londres

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Toda Gran Bretaña se volcó en la despedida del que, sin duda, fue uno de sus hombres más importantes en el S XX -y no solo de la nación británica sino de todo el mundo libre-. Prueba de ello fueron las filas de miles de personas -en la imagen- que pasaron por delante de su tumba en los días posteriores a su entierro en Oxfordshire y que superaban los tres kilómetros de longitud

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