siendo condenada desde sectores sociales que, repasando la Historia, se han distinguido no sólo de vivir del sudor ajeno sino también de la explotación y esclavización de los trabajadores. Y por si fuera poco no brillan precisamente por generar puestos de trabajo, no generan ni un puesto de trabajo, salvo escasísimas excepciones. Lo cual explica que pocos les creen lo que dicen, en la medida del poco ejemplo que han dado. Por eso los sindicatos y los alineados en la extrema izquierda, bien retratados, no tienen valores éticos para estar levantando la voz sobre la reforma laboral última.