Fúrgo.

Es acojonante la influencia de ciertos fenómenos sociales en la población, cuando se les han sabido inocular en vena, gentes que ni practican deportes, ni conocen realmente las reglas del juego, que no se benefician directamente del espectáculo, se “apiñan” ante un evento, se consideran copartícipes, se alegran y se constituyen en gregarios de unos profesionales que nadie diría que les representan en sus intereses personales.

Pasa igual, que cuando esos “ídolos” musicales o artísticos, son capaces de congregar a miles de personas, que les endiosan , creen en ellos y les adoran, cual becerro de oro, mientras Moisés clama en el desierto, y habla con el verdadero Yahvé tratando de cosas serias que competen a todos. No será, que ya nadie cree en lo trascendente, y prefiere escuchar la voz amable y poco exigente de los falsos profetas, los ídolos de barro...?

Por otra parte, causa alegría ver que el personal es capaz de unirse y compartir a su vez su alegría con otras personas, con las que en el mundo “real” son incapaces de compartir nada...no se si eso quiere decir algo substancial para el género humano, pero estoy seguro, que ese, como otros, fenómenos sociales, son observados con atención, por ese ojo que todo lo ve, en la tierra, y que alguna eminencia gris, le saca rédito.