Entre la "guantá" y el "darme argo".

Si tu naturaleza te impelía a la golfería y el desatino, siempre había un cura, o un hermano, o una sor, o un maestro, que te metía las cabras en el corral, de forma que con una palmetada, un pellizco , una “guantá” y copiar 300 veces hay que prestar atención en clase, se arreglaba la golfería, y se cumplía la penitencia.

Cuando te tocaba, que los había, un sádico/a cabrón/a, iba mas allá, y te daba una de indignidad personal, que dolía mucho mas que el paletazo, el pellizco o la “guantá”, te hundía frente a los demás, cuyo respeto te costaba recuperarlo, teniendo que andar a ostias con el primo de zumosol de la clase, para volver a ser quien eras.

Pues entre la “guantá” y demás caricias, y esas orejas de burro en la clase de las niñas, a medida que te hacías mas roqueño al ridículo, prefería la clase de las niñas, que a la vez siempre te servía para que alguna tuviera sueños oníricos con el golfete, pero cuando te hacían implorar, llorar o desprenderte de la poca dignidad que te dejaban...hasta ahí.

Eso está pasando con España y los españoles, que por golgos y destemplados, son merecedores de un castigo, que nos sirva de recordatorio, y nos enseñe el precio de los peines, pero cuidado con magrear lo poco que nos va quedando, que igual entonces, igual sale el “empecinado” que todos llevamos en el cuerpo, y hasta ahí.