Todos los indicadores en alerta

Por Luis Quintero

El impacto de la crisis financiera internacional en nuestra economía ha provocado, como era de esperar, recesión, paro, deflación y restricción crediticia, (credit crunch).

Lejos quedan ya los indignados comentarios de Diego López Garrido o José Blanco a finales del año pasado cuando se llevaban las manos a la cabeza ante la insistencia del PP y algunos medios de comunicación en que sufríamos una crisis económica.

Repetían una y otra vez que no había recesión y que la economía española era fuerte. Zapatero hablaba incluso de la Champions League. Pero el paso del tiempo ha destapado, tal y como adelantó el Informe Recarte, una galopante crisis económica que está ennegreciendo todos los indicadores.

El crecimiento del PIB ha pasado de un 0,4% en tasa intertrimestral en el primer trimestre del año a un decrecimiento del –0,2% en el tercer trimestre, lo que sitúa a nuestro país al borde de la recesión. Si se confirman todos los pronósticos, el último trimestre del año repetiremos crecimiento negativo, lo que nos mete, de lleno, en recesión.

Con todo, en febrero, el vicepresidente del Gobierno, Pedro Solbes, descalificó a los que auguraban el riesgo de recesión en España porque, a su juicio, "no saben nada de economía". De este modo, Solbes aseguraba entonces lo siguiente: "lo menos que puede decirse ahora es que estamos lejos" de la recesión. "Tanto en 2007 como en 2008 ó en 2009".

Crecimiento del PIB

Empleo

Algo parecido ha sucedido en materia laboral. Uno de los problemas que más preocupan a los españoles, ya que el ritmo de destrucción de empleo alcanza niveles que asustan. Durante la campaña electoral, el presidente prometió alcanzar el pleno empleo.

La realidad es bien distinta. En lo que va de año, España ha destruido cerca de 700.000 puestos de trabajo y la tasa de desempleo se sitúa ya en el 12,8% según Eurostat. Además, nuestro país acumula ya 3 millones de parados.

Paro

Afiliación

No obstante, el Gobierno está tratando desde hace años, de engordar las listas de afiliación a la Seguridad Social. Al menos es lo que se desprende de la información que publicó a final de año en exclusiva Libertad Digital. Según pudo saber este medio, Trabajo estaba afiliando de oficio a niños menores de 16 años enviando cartas a los colegios.

Consumo

La caída del poder adquisitivo de los españoles, unido a la creciente destrucción de empleo y aumento del paro, ha provocado que caiga también el consumo. En el último año, las ventas del sector minorista a precios constantes (eliminando el efecto de la inflación) cayeron el 6,9% en octubre respecto al mismo mes del año anterior. Por otra parte, la confianza del consumidor se mantiene en mínimos históricos.

 

De la inflación a la deflación

La deflación es otra de las consecuencias de la crisis financiera internacional. Una de las principales y más urgentes preocupaciones que tuvieron los españoles durante los primeros meses del año fue una fuerte inflación. El mismo Gobierno recomendó, durante las pasadas navidades, que los ciudadanos cambiaran los tradicionales corderos o pavos de la cena de Nochebuena por el conejo.

La burbuja del petróleo contribuyó en la primera mitad del año a que el Índice de Precios al Consumo (IPC) superara el 5%. Los precios se disparaban al mismo tiempo que la actividad estaba estancada. Es decir, el incremento de precios coexistía con una caída del PIB, conocida como la temida estanflación.

Esta era la situación de nuestro país a mediados de año. Poco después, los precios del petróleo comenzaron a moderarse. Estalló la burbuja del petróleo, que ha pasado de alcanzar en verano los 150 dólares por barril a cerrar el año en el entorno de los 40 dólares. Un consumo estancado hizo el resto. Al reducirse los precios, y por tanto, los ingresos que obtienen las empresas por sus ventas, han producido una importante disminución de los beneficios ya que se reduce la facturación, pero los costes no descienden en la misma medida por la rigidez a la baja de salarios y otros costes.

Esta reducción de los márgenes empresariales conlleva una disminución de la inversión y del empleo, que a su vez afecta nuevamente al consumo, avanzando así en la espiral deflacionista. Se reduce la inversión y el consumo, al tiempo que aumenta el paro.

Como vemos, ningún indicador da margen al optimismo. Con estos datos sobre la mesa, numerosos analistas apuntan a que el próximo año la situación quedará aún más deteriorada. No debemos olvidar que, con todo, el paro es un indicador que se manifiesta en toda su crudeza después de que la economía entre en recesión, y eso sucederá a principios del próximo año.