Petróleo: del récord a los 50 dólares

Por Lorenzo Ramírez

La crisis financiera global provocó una verdadera revolución en la cotización de los precios internacionales del crudo. En los mercados mundiales del oro negro el año 2008 empezó con una febril actividad especulativa, alimentada por la fuerte depreciación del dólar estadounidense debido a la tormenta desatada con el estallido de la crisis subprime al otro lado del Atlántico que comenzó a gestarse en el verano de 2007.

Los inversores decidieron poner en masa sus capitales en el mercado del petróleo, así como en el de otras materias primas –como el oro- disparando aún más la sostenida tendencia alcista que el precio del crudo venía registrando desde finales de 2003. Todo ello apuntalado por un gran crecimiento de la demanda energética internacional, los problemas de suministro y los conflictos geopolíticos.

Después de subir un 57% en 2007, el barril del Petróleo Intermedio de Texas (WTI, por sus siglas en inglés) arrancó este año disparándose un 3,8% en la primera sesión de la Bolsa Mercantil de Nueva York (NYMEX), el 2 de enero, y por primera vez en su historia rompió ese día la barrera de los 100 dólares.  
En esa fecha también alcanzó un máximo histórico el barril de crudo Brent –la referencia en Europa- que cerró en el mercado de Londres a un precio de 97,84 dólares y sentó la base para un crecimiento durante 2008 que situó el importe del barril por encima de los 140 dólares.

Además de la depreciación del dólar frente al euro y al resto de las divisas, los brotes de violencia y las tensiones geopolíticas en países como Nigeria, Kenia, Irán, Irak, Pakistán e Irán mantuvieron alta la tensión en los mercados petrolíferos durante el primer semestre de 2008.

A ello se sumó la actuación de la Organización de Países Exportadores del Petróleo (OPEP) se mantuvo firme en su rechazo a las fuertes presiones de los países importadores para aumentar su oferta conjunta de crudo, con el argumento de que la inusitada subida de los precios no era consecuencia de la escasez de suministro.

En sus dos primeras reuniones del año (el 1 de febrero y el 5 de marzo) el Consejo de Ministros del cártel que engloba a 13 países productores decidió no modificar el nivel oficial de bombeo, y no volvió a reunirse hasta septiembre.

Esta actuación –o más bien falta de acción- de la OPEP disparó los precios hasta niveles nunca vistos. El importe del barril continuó así batiendo récord tras récord y cuando a principios de junio rozaba ya los 140 dólares, Arabia Saudí, el mayor exportador del mundo de crudo, reaccionó invitando a consumidores y productores a una cumbre en Yedda, donde anunció que abriría sus grifos de forma unilateral.

El reino wahabí, cuya cuota nacional de producción en el sistema de la OPEP era de 8,9 millones de barriles diarios (mbd), elevó su bombeo hasta los 9,7 mbd, el nivel más alto de su historia.

Varias semanas después, con el valor del oro negro instalado ya por encima de la barrera de los 140 dólares por barril, se celebró en Madrid el XIX Congreso Mundial del Petróleo, presidido por el Rey Juan Carlos, que congregó a los máximos responsables del sector energético a nivel internacional.

En este encuentro, los países productores insistieron, una vez más, en que detrás de la espiral del encarecimiento de la energía había una gran actividad especulativa y pidieron una mayor regulación de los mercados financieros, pero en aquellos momentos no se habló, aún, del abismo que se iba a producir con el impacto de la crisis pocas semanas después.

Las cotizaciones del barril de crudo subieron a principios de julio hasta rozar los 150 dólares y los analistas comenzaron a vislumbrar la posibilidad de que subieran hasta los 200 dólares. Nadie predijo entonces que el hundimiento de la demanda, como consecuencia de la entrada en recesión del mundo desarrollado, reduciría el importe del barril, hasta dejarlo por debajo de los 50 dólares.

El desplome era patente a principios de septiembre, cuando la OPEP decidió recortar la oferta en 500.000 barriles diarios, pero los precios siguieron acelerando su descenso y la organización convocó otra reunión de emergencia, el 24 de septiembre, donde acordó una reducción adicional del bombeo –de 1,5 millones de barriles diarios, sin que tampoco esta medida surtiera el efecto deseado.

En vista de ello, el cartel decidió convocar otra cumbre en El Cairo para el 29 de noviembre, donde varios de los representantes abogaron por seguir reduciendo la oferta.

Finalmente, en la conferencia extraordinaria que el grupo celebró el 17 de diciembre en Argelia, la OPEP decidió reducir el bombeo en 2,2 millones de barriles diarios. Habrá que esperar al comienzo de 2009 para ver cómo repercute esta menor oferta en los precios.