Doce años en libertad - Francisco Cabrillo

¿Existen los milagros? Si se planteara la pregunta en un medio de comunicación como Libertad Digital, en el que coincidimos personas con ideas de lo más diverso sobre la religión y el más allá, se obtendrían, sin duda, respuestas de lo más variopinto. Pero, creamos o no en la intervención de la divinidad en nuestras vidas y haciendas, cuantos de una u otra forma hemos colaborado en este proyecto tenemos que reconocer que algo especial ha debido de ocurrir para que, en un país que no se caracteriza precisamente por respeto a las ideas del vecino o por la aceptación de los principios de la economía libre de mercado, nuestro diario pueda celebrar hoy su décimo segundo cumpleaños.

La defensa de las ideas liberales ha sido siempre difícil en España. Y sigue siéndolo todavía. Si hay algo que merece ser llamado "pensamiento único" es el estatista. Y, en este punto, han coincidido en este país las izquierdas y las derechas, los progresistas y los conservadores, los sindicatos y la iglesia. Estos grupos tienen, sin duda, opiniones diferentes con respecto a muchas cuestiones, pero comparten la idea de que el Estado tienen que garantizar nuestra felicidad de la cuna a la tumba, de que cuando hay problemas el Gobierno tiene que "hacer algo" para solucionarlos y, en general, de que no se puede dejar que la sociedad funcione mediantes acuerdos libres de quienes forman parte de ello. Eso sería, en palabras de algunos, la "ley de la selva"; o, lo que resulta aún más pintoresco, la vuelta a un sistema poco democrático, estableciendo así –por increíble que parezca– que democracia significa que los ciudadanos no deben poder hacer nada que el Estado no les haya autorizado previamente; sea comprarse unos zapatos en domingo, fumarse un pitillo o abrir una emisora de radio para transmitir lo que se les antoje, desde un concierto de Bach a una partida de bingo.

Este es el marco en el que, el día 8 de marzo del año 2000, apareció un nuevo diario en la red, y se puso la primera piedra para levantar un grupo de comunicación muy diferente de los que existían en nuestro país. Era un periódico moderno orientado desde el primer momento al mundo de internet. Si excluimos al grupo directivo –Federico Jiménez Losantos, Alberto Recarte o Javier Rubio– el resto del equipo era extraordinariamente joven. Una característica que sigue sorprendiendo hoy a mucha gente que nos visita. Imaginen ustedes a un periodista como Dieter Brandau, con doce años menos, y se harán una idea bastante clara del tipo de personas que echaron los dientes profesionales en nuestro diario.

La expansión posterior que ha experimentado el grupo Libertad Digital es conocida por nuestros lectores, oyentes y espectadores. Nuestro paso al mundo de la comunicación audiovisual nos permite ofrecer la mejor programación de radio española, con estrellas tan destacadas como Federico Jiménez Losantos, Luis Herrero y César Vidal. Pero no creo equivocarme si afirmo que no ha cambiado el espíritu con el que se inició este proyecto hace ya doce años. Seguimos creyendo en la libertad y estamos en contra de todos los totalitarismos. Pese a quien pese, somos políticamente incorrectos y no estamos dispuestos a comulgar con ruedas de molino. Es nuestra manera de ser y no vamos a cambiarla. Estoy seguro, además, de que en el año 2024 las personas que estén a cargo de nuestro periódico pensarán y actuarán de la misma forma en la que nosotros lo hacemos hoy.

Francisco Cabrillo es presidente de Libertad Digital.

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