España comienza a acoger a los primeros refugiados ucranianos que huyen del terror ruso. Alrededor de dos millones han salido ya del país para ser acogidos por diferentes países europeos. Un número que seguirá creciendo según avanzan los días. Putin ha intensificado los bombardeos y ha recrudecido sin piedad sus ataques contra civiles para tomar cuanto antes Kiev, a pesar de la heroica resistencia ucraniana que lucha en solitario contra el invasor comunista.
Ludmila, de 62 años, y Katarina, de apena 14, llegaron a España hace una semana. Son abuela y nieta. Consiguieron salir de Ucrania gracias a la ayuda de su familia residente en España desde hace una década. Victoria, hija de Ludmila y tía de Katarina, y su marido Igor, han conseguido traerlas a Madrid desde su ciudad natal, Vinnytsia, situada a 260 km de Kiev y cuyo aeropuerto fue arrasado por ocho bombas rusas matando a ocho personas justo unos días después de que ambas llegaran a nuestro país.
La heroicidad ucraniana
"Es la ciudad más bonita de Ucrania", explican a Libertad Digital en ucraniano, con Igor y Victoria como traductores. Las dos mujeres viajaron en autobús hasta la frontera polaca donde tomaron un segundo autobús hasta Varsovia y desde allí un avión a Fuerteventura y otro a Madrid. Una larga travesía en la que admiten haber pasado "mucho miedo" por la permanente presencia militar y la amenaza constante de bombas. A pesar de lo que han vivido mantienen la sonrisa y se muestran optimistas: "Venceremos a Putin para recuperar nuestra libertad", dicen sin mostrar temor alguno.
El ansia de libertad es lo que da aliento al pueblo ucraniano que sigue sorprendiendo al mundo por su valentía, representada a diario en el presidente Zalenski del que dicen estar muy "orgullosos". "Nadie podía imaginar que un cómico, un hombre del espectáculo, pudiera tener más cojones que Putin, que está encerrado en un búnker sin salir porque tiene miedo", explica Igor sin ambages.
El padre de Katarina, Aleksandre de 50 años, y su madre, Alla de 39, se han quedado en Ucrania para luchar contra los rusos, a pesar de que Igor y Victoria han intentado convencerles de que vengan a España. Prefieren ayudar al Ejército y a los voluntarios que han decidido combatir. Él está incapacitado tras sufrir un accidente laboral por lo que de momento no está obligado a usar armas, al igual que ella, aunque no lo descartan. No quieren abandonar su país, a sus compatriotas, para "ganar la guerra cuanto antes". Con su hija ya a salvo en España, su mayor temor se ha disipado.
El éxodo de mujeres y niños
Katarina nos explica que en Vinnytsia ya no tiene ningún amigo, todos han salido del país rumbo a Polonia donde muchos se han instalado. Otros se distribuyen por diferentes países europeos, aunque mantienen el contacto permanente a través del móvil. Tiene la esperanza de poder volver pronto a su país y que su estancia en España "sea como unas vacaciones". De momento no va a intentar siquiera escolarizarse, convencida de que ganarán la guerra pronto y podrá regresar a Ucrania.
En previsión de que pueda hacer falta, Igor sólo hace una petición al Gobierno de España: que agilice todo lo posible la burocracia para que su suegra y su sobrina regularicen cuanto antes su situación como refugiadas y puedan acceder a servicios básicos, como un médico, en caso de que les haga falta. "No necesitamos ayuda económica de ningún tipo, otros compatriotas sí la necesitan. Sólo pedimos que se agilicen los trámites, no un permiso permanente, aunque sea sólo temporal, como refugiados, para que puedan estar en España sin problemas", explica Igor.
En los primeros días de la invasión, Igor acudía a diario a la embajada rusa en Madrid para protestar contra Putin. Con él se llevaba a su hija pequeña, Emilia, de apenas cuatro años, nacida en España y a la que han explicado sólo por encima qué está ocurriendo en Ucrania. Él y Victoria reprochan a los ciudadanos rusos no protestar junto a ellos. Les consideran también responsables de una invasión que no sólo tiene como víctimas a los ucranianos, sino a soldados rusos de 18, 19 o 20 años.
Ucrania sólo quiere libertad, sólo quiere ser europea
"Es importante que se conozca que están muriendo niños rusos también, que no podemos hacer otra cosa que defendernos, que han venido a nuestro país a intentar arrebatarnos la libertad y no podemos permitirlo, aunque no queramos matarles", nos explica la pareja que agradece toda la ayuda europea pero advierte de que si no se frena a Putin en Ucrania, acabará invadiendo otros países. "Nosotros lo sabemos, tenemos claro que querrá tomar Polonia y otras naciones fronterizas, ahora deben empezar a tomar conciencia el resto del continente y EEUU", sostienen.
Ambos recuerdan que la caída del muro de Berlín en 1989 y la posterior disolución de la URSS en 1991 permitieron a Ucrania conocer la forma de vida occidental y dejar atrás el miedo a hablar, el miedo a salir, el miedo a pensar. Una libertad que quieren retener a toda costa. Esta pareja ha vivido la transformación de su propia familia. Algunos eran prorrusos a los que se les cayó la venda de los ojos con la invasión de Crimea en 2014. El contraste entre la realidad y lo que la propaganda rusa decía convenció a muchos ucranianos que sólo desearon entonces ser europeos.
"Si tan bien se vive en Moscú, ¿por qué los mandatarios rusos envían a sus hijos a estudiar a Londres? ¿Por qué pasan sus vacaciones en la costa española o italiana?", explican Igor y Victoria. "Putin estaba engañado, pensó que entraría en nuestro país y le recibiríamos con los brazos abiertos. Tenía muchos infiltrados en Ucrania corruptos, que se llenaban los bolsillos de dinero y le decían sólo lo que quiere oír pero todo es mentira y se ha demostrado", aseguran.
"Lo más importante para nosotros es tener libertad, sólo queremos ser europeos, que nadie nos diga cómo tenemos que vivir", defienden convencidos de que su causa les da valor y les impulsa hacia la victoria para poder expulsar a Putin de su país, de sus tierras.