La autodestrucción del PP ha provocado un auténtico shock en todo el electorado de derechas, que ha asistido atónito a la descomposición del principal partido de la oposición, llamado a gobernar en apenas un año de no haberse precipitado los acontecimientos. A la conmoción inicial le ha seguido un acelerado proceso de digestión y la aceptación final de lo inevitable: Pablo Casado no llegará a La Moncloa.
Vox ha vivido un proceso similar, según admiten fuentes del partido que se declaran perplejos ante un PP que "se ha deshecho como un azucarillo" y cuya descomposición, alertan, "puede llevarles a desaparecer como le ocurrió a UCD". Una vez asumida la realidad, desde la formación de Abascal comienzan a prepararse para la nueva etapa que se abre con Alberto Núñez Feijoo como previsible nuevo presidente del PP, a pesar de que se declaran incapaces de aventurar cuál será la salida a esta crisis.
Estas fuentes aseguran que la designación del gallego favorecería la deseada suma de la derecha para hacer frente al gobierno de Pedro Sánchez. No sólo porque podría frenar la sangría de votos que ha generado Pablo Casado, sino porque Feijoo no les disputa el mismo espacio electoral, a diferencia de lo que podría ocurrir con otras figuras de la derecha como, por ejemplo, la presidenta de Madrid, Isabel Díaz Ayuso.
Con Ayuso podría frustrarse la suma
Lo ocurrido en Madrid el 4M, donde el PP ha conseguido aglutinar a una gran parte del electorado sin mermar los apoyos de Vox, entienden que a nivel nacional no tendría por qué garantizar la configuración de una alternativa suficiente para echar a Sánchez. La posible caída en votos del partido de Abascal podría no traducirse en un ascenso del PP en la misma proporción, lo que lastraría las aspiraciones de la derecha para llegar a los 176 escaños necesarios.
Ayuso se ha descartado desde el primer momento como posible líder del PP por lo que todo quedaría ya en manos de Feijoo, con el que Vox puede confrontar de forma más beligerante. Al formar parte de los llamados ‘barones moderados’, permite a los de Abascal consolidar su espacio en la derecha, al tiempo que les brinda la oportunidad de seguir desarrollando la estrategia emprendida hace tiempo para intentar atraer a los votantes descontentos con el PSOE y Unidas Podemos.
El diálogo con Feijoo
A pesar de que la relación entre Vox y Feijoo ha sido siempre muy mala -lo que dificulta mucho un futuro diálogo para llegar a acuerdos- los de Abascal podrían seguir manteniendo su peso y forzar así a un entendimiento que no será sencillo, teniendo en cuenta que el presidente gallego fue el primero en marcar distancia con Vox, de los que llegó a decir que "no tenían cabida en Galicia".
En plena efervescencia inicial de Casado por aglutinar el voto de derechas en torno a la marca España Suma y tender puentes con Vox cuando asumió la presidencia del PP, el presidente gallego marcó un rumbo contrario al de la dirección nacional despreciando cualquier tipo de entendimiento con los de Abascal. Casado giró después 180 grados su estrategia y rompió con Vox en la moción de censura a Sánchez, lo que dejó descolocado al electorado, al tiempo que perjudicó su credibilidad.
Vox también ha empleado siempre un discurso muy duro contra el presidente gallego, al que ha acusado de aplicar políticas nacionalistas por sus leyes lingüísticas. Recientemente, en la campaña de las elecciones en Castilla y León, los de Abascal criticaron con dureza al PP contraponiendo el discurso que emplea en Madrid a favor del español con las políticas que aplica Feijoo en Galicia. Como ejemplo recordaron la campaña 21 días co galego aprobada por el gobierno gallego para promover el uso de esta lengua entre los jóvenes "dentro y fuera de los centros de enseñanza", según recoge su página web.
Estas diferencias permiten a PP y Vox consolidar sus respectivos electorados sin entrar a competir directamente, a pesar de compartir una base social similar que desea mayoritariamente la suma de ambos partidos para hacer frente a la izquierda.