La incomprensible implosión del PP en pleno triunfo electoral de la derecha en Castilla y León se entiende mejor desde la perspectiva temporal de unos acontecimientos que se remontan, incluso, a la etapa anterior de Pablo Casado como presidente del partido, cuando coincidió con Isabel Díaz Ayuso en el PP de Madrid.
En esta guerra adquieren todavía más relevancia los hechos desvelados por la todavía diputada del PP, Cayetana Álvarez de Toledo, en su libro Políticamente Indeseable que, quizá sin preverlo, se han convertido en una premonición de lo que ha acabado ocurriendo en el seno del partido. La propia Álvarez de Toledo se reivindicaba el jueves por la noche, después de pedir la dimisión de Pablo Casado, que volvía a reclamar:
Anoche, en Sevilla, pedí la dimisión de Pablo Casado como presidente del Partido Popular y la convocatoria urgente de un Congreso para elegir una nueva dirección.
Hoy, después de escuchar a Pablo Casado y a Isabel Díaz Ayuso, me reafirmo en mi petición.
Mi intervención: pic.twitter.com/uzVV2xdRDJ
— Cayetana Alvarez de Toledo (@cayetanaAT) February 18, 2022
En el libro, Álvarez de Toledo recuerda cómo las guerras internas del PP han destruido a referentes como Esperanza Aguirre, Cristina Cifuentes, Rita Barberá, Lucía Figar o María San Gil. A ellas le siguieron la propia Cayetana y, ahora, Ayuso, con el riesgo añadido de arrastrar en la caída al partido por haberse rebelado. Todas, coincide, son mujeres.
El secretario general del PP, Teodoro García-Egea, es uno de los principales protagonistas de esta obra, muy a pesar de la autora, según confiesa ella misma. La mera descripción que hace del personaje da cuenta de lo vivido en el PP:
García Egea es un arquetipo. Perfiles como el suyo proliferan en los partidos. Son políticos delos que no se recuerda ninguna idea original o realmente valiosa, pero que acaban imponiéndose por la pura fuerza de su ambición. Ansían el poder. Buscan el poder. Y a menudo acaban ejerciendo el poder. Y de una manera despótica. Teocrática. Teodocrática. El control absoluto que ejercen en el interior del partido intentan ejercerlo también fuera: con los medios, con los empresarios, con los jueces. Con la misma combinación de palo y zalamería. (…) Su forma de hacer política son las pelotas y el peloteo.
La diputada dedica varios capítulos a explicar el férreo control que García-Egea ejerce en el partido con el respaldo de Casado que, según relata en el libro, confesó "haberle entregado todo el poder" al secretario general del PP:
Desde el primer minuto, Teodoro se puso como objetivo controlar la claque y dominar el Grupo. Ponerlo a su servicio y dejarnos a la dirección sin el mínimo margen de maniobra necesario para operar". (…) Del dinero jamás supe nada. (…) Teodoro ejerció sobre los dineros del Grupo Parlamentario un control absoluto, sin precedentes, hasta el punto de que sin su consentimiento y visado formal no podíamos (…) comprar una bolsa de patatas fritas. (...) La persona a la que Teodoro había encargado la labor de vigilancia, zapa y desestabilización era Isabel Borrego (…) Actuó como un submarino, auténtico espía de la Stasi. (…) La habían sorprendido con la oreja pegada a la puerta de mi despacho y chivándose al instante a Teodoro.
Como ocurre en el caso de Isabel Díaz Ayuso, los puñales lanzados en modo de filtraciones a los medios de comunicación fueron también arma habitual utilizada contra Álvarez de Toledo:
Lo que nunca entró dentro de mis previsiones fue el acoso sostenido de Génova. (…) Eran tantas las filtraciones y siempre en la misma dirección que al final tuve que asumir que Génova era él. Su jefe de Gabinete, Pablo Hispán, que al final también acabaría pereciendo víctima de la teocracia. Su jefa de prensa, María Pelayo, con la que durante un tiempo tuve una relación de confianza. Su vicesecretario de Comunicación, Pablo Montesinos, cuya influencia estratégica y política nunca logré comprender. Y por supuesto Teodoro, su mano derecha para todo y a pesar de todo. Este grupo empezó a expresarse a través de filtraciones cada vez más frecuentes y peor intencionadas.
Una conversación entre García Egea y Álvarez de Toledo sobre una noticia publicada por Carmen Morodo en La Razón ejemplifica las mentiras, manipulaciones e intrigas que sufrió en el PP. El secretario general del PP se dirige así a la todavía portavoz parlamentaria:
—Quiero decirte que no tengo ni idea de dónde ha salido ese titular. Apenas tengo relación con periodistas. Y con Morodo, ninguna.
En ese instante: ¡plin! Nuestro Ironman había dejado su teléfono móvil sobre la mesa y le entró un mensaje. Los dos giramos a la vez la mirada hacia la pantalla. En letras nítidas e iluminadas, un nombre: "Carmen Morodo". Miré a Teodoro. Me miró. Y sonrió.
El esperpéntico episodio vivido después de que se conociera que Isabel Díaz Ayuso había bloqueado en su whatsapp a Teodoro García-Egea, también tiene su precedente en el relato de Álvarez de Toledo:
Esta vez el inesperado motivo de disputa fue el chat del Grupo Parlamentario. El problema es que, a menudo, información imprescindible para los diputados acababa sepultada bajo una montaña de hojarasca. Mariscal decidió entonces crear un chat nuevo, no sustitutivo sino paralelo al original, donde colgar avisos de convocatorias, comisiones, horarios de votación, etcétera. Un gesto perfectamente inocente. No para eso que llaman Génova. A los pocos minutos de crear el chat, empezó el reguero de bajas: dos, tres, diez, veinte... Alarmado, Guillermo indagó entre la bancada y descubrió que Teodoro, a través de sus alfiles, estaba presionando a los diputados con el argumento de que el nuestro era un chat subversivo, sedicioso, un peligro para Casado. Cuando me enteré, me quedé perpleja. Ni Gigante, el matón de Doraemon.
Casi al concluir el libro, la diputada se refiere de forma expresa a la guerra que ya comenzaba a declararse en el PP y que, entre otras cosas, atribuye a los celos de Pablo Casado hacia Isabel Díaz Ayuso:
Los síntomas de inquietud en algunos sectores del partido ante el espectacular ascenso de Ayuso empezaron muy pronto. (...) "Poco a poco, en medios ideológicamente afines, presuntos compañeros iban dejando pequeñas pullas contra Ayuso, comentarios, insidias, que sólo servían para desgastarla y dar munición al Gobierno. Yo observaba el proceso con la angustia del déjà vu. La espectacular victoria de Ayuso en las elecciones del pasado 4 de mayo detuvo temporalmente los pellizcos de monja. Habría sido suicida seguir erosionando a la persona que vapuleó a Sánchez, echó de la política a Iglesias, reagrupó el voto del centroderecha, convirtió la desmoralización provocada por las elecciones catalanas en esperanza, y dio al PP de Casado la oportunidad de ser una alternativa.
Y el remate final sobre lo que está ocurriendo en el PP incluye el término "autodestructivo" para describir los acontecimientos que acabaron precipitándose el pasado jueves:
Los partidos tienen una extraña pulsión autodestructiva. Muchas veces actúan irracionalmente, llevados por los sentimientos más inconfesables de sus dirigentes (…) Los líderes, más que asesores, a veces necesitan psicólogos. Génova, ahora contra Ayuso por celos, miedo y afán de control.
Extractos del libro Políticamente Indeseable de Cayetana Álvarez de Toledo, publicado por Ediciones B, Barcelona, noviembre de 2021.