El secretario general del PP, Teodoro García Egea, ha desaparecido por completo. No aparecen en los medios y guarda silencio en las redes sociales desde que acusó a Isabel Díaz Ayuso de un "ataque casi delictivo" y la amenazó con expulsarla del partido. Por el momento cuenta con la protección del presidente, Pablo Casado, que no se ha pronunciado sobre este asunto, posiblemente consciente de que si cesa a su mano derecha, él irá detrás.
Muchos los representantes populares se abstienen de cuestionar abiertamente el liderazgo de Casado, pero no tienen reparos en clamar contra el que consideran máximo responsable del suicidio del PP. Esperanza Aguirre, expresidenta de la Comunidad de Madrid o Cayetana Álvarez de Toledo, exjefa del grupo popular en el Congreso fueron las primeras en reclamar la destitución de García Egea.
Francisco José Palacios, diputado por Jaén, también ha defendido públicamente a Díaz Ayuso retuiteando lo que otros muchos piensan sobre este asunto: "Si la excusa es que estaban acorralando a Isabel Díaz Ayuso porque creían que era corrupta, ¿qué hacían usándola como ariete político en la campaña de Castilla y León? Dimisión de García Egea. Yo con Ayuso".
Si la excusa es que estaban acorralando a Isabel Díaz Ayuso porque creían que era corrupta ¿Que hacían usándola como ariete político en la campaña de Castilla y León? #Dimisión García Egea #YoConAyuso pic.twitter.com/I9863aL02t
— JoseCCarmona B (@JCCarmonaB) February 17, 2022
En el PP andaluz siguen eludiendo pronunciarse sobre los pasos que debe dar la formación política porque consideran que de esta forma pueden ayudar a parar "la bola cuanto antes y no hacerla más grande". Tampoco han expresado abiertamente si es necesario relevar a García Egea, pero lo cierto es que allí no olvidan la crisis que generó tras intervenir en los congresos provinciales de Andalucía para manifestar sus diferencias con la dirección andaluza.
En Castilla y León, los populares andan inmersos en las conversaciones para formar gobierno mientras intentan que la crisis no lastre su negociación, porque la baza de la repetición electoral si hace cinco días era muy arriesgada, hoy sería suicida. Ya el pasado lunes, el líder autonómico Alfonso Fernández Mañueco no dudó dejar bien claros los límites a García Egea para evitar injerencias como las de Andalucía. Durante una entrevista en Onda Cero le recordó que puede opinar, pero no decidir sobre los acuerdos para formar gobierno en Castilla y León.
Muchas miradas apuntan ahora a Galicia, donde Alberto Núñez Feijóo se ha erigido en árbitro del conflicto hasta que el PP llegue al Congreso Nacional previsto en principio para el mes de julio y donde se fraguaría la renovación total del partido como piden múltiples sectores.
Por su parte, el PP Gallego no ha llegado a expresar abiertamente la necesidad de relevar a García Egea, pero sí han insistido varias veces en que la solución pasa por que Ayuso y Casado hablen sin que haya "intermediarios" por medio, solamente ellos dos. A buen entendedor, pocas palabras bastan.
El nerviosismo y el desánimo ya campan entre las filas del PP, especialmente en la Comunidad Valenciana. El presidente regional, Carlos Mazón ha reconocido que lo que está ocurriendo en el PP "no es plato de gusto para nadie", aunque está convencido de que todo "se va a resolver bien y de manera clara". Mazón está harto de que el Gobierno valenciano actúe como si fuese la oposición y esté utilizando este conflicto para llamarles "chantajistas, extorsionadores, organización criminal, mafiosa y corrupta, o adictos a la corrupción", especialmente cuando el presidente de la Generalidad, Ximo Puig, es "el único presidente de una comunidad autónoma con un hermano imputado".