La guerra interna del PP amenaza con provocar un auténtico terremoto en la derecha española. Vox ha optado por mantenerse al margen cumpliendo la máxima de "cuando el enemigo se equivoca, no distraerle". Pero en este caso además, tratándose del adversario político y aliado natural, de poco sirve beneficiarse del desasosiego existente en la derecha si se ha truncado la alternativa a Sánchez.
Con su silencio, Vox evita dar la imagen de no jugar limpio en el momento de máxima debilidad del PP, además de sortear el riesgo de que la onda expansiva le acabe alcanzando por ser sostén del gobierno de Isabel Díaz Ayuso en Madrid y negociar con Alfonso Fernández Mañueco en Castilla y León.
Lo que es malo para España es malo para VOX.
— Santiago Abascal 🇪🇸 (@Santi_ABASCAL) February 18, 2022
Los daños en el primer partido de la oposición parecen irreversibles y las miradas se dirigen hacia la formación de Santiago Abascal, que ya dejó claro cuál es el terreno de juego en el que ha decidido moverse un día antes de que explotara la crisis del PP. En plena cascada de ataques de Pablo Casado, el líder de Vox optó en el Congreso por ignorarle para confrontar con Pedro Sánchez. Una estrategia que ha mantenido con la contienda de los populares y que viene empleando desde la campaña de las elecciones en Cataluña.
Apenas una hora después de las comparecencias de Isabel Díaz Ayuso y Teodoro García Egea, el líder de Vox optaba por no pronunciarse en los medios ni publicar un solo comentario al respecto en su cuenta oficial de Twitter. En su lugar, decidía arremeter contra Pedro Sánchez llamándole "Pedro Sinvergüenza", "Pedro Falsario" y "Pedro Vendepatrias" en tres mensajes distintos que escribía con apenas unos minutos de diferencia y cuando el enfrentamiento en el PP alcanzaba su punto álgido con la apertura de un expediente a la presidenta de Madrid por parte de Génova.
Vox evita sacar tajada
Abascal marcaba así una estrategia clara de alzarse como auténtico líder de la oposición al Gobierno del PSOE y Unidas Podemos, además de intentar infundir aliento al electorado de derechas, que ve cómo el Gobierno sale indemne gracias a la batalla, cuando la izquierda apenas ha acusado el golpe de las elecciones en Castilla y León, al que iba a seguir una derrota en Andalucía y la caída final de Pedro Sánchez en las generales, según calculaba el propio PP.
El ataque fratricida de Casado contra Abascal y la posterior guerra interna de los populares han salvado de la quema a la izquierda, a la vez que han colocado a Vox en una posición mucho más ventajosa para negociar con los populares, aunque fuentes del partido aclaran que no tienen intención alguna de aprovecharlo para chantajear al PP.
En Vox la orden parece clara: evitar hacer sangre en el PP, más allá de pedir que se investigue lo ocurrido, sin sobreactuar ni adoptar una actitud beligerante contra ellos. Lo dejaba claro Rocío Monasterio, la primera dirigente de la formación de Abascal en pronunciarse. "Pido a Ayuso que se abstraiga de todo lo que está pasando a su alrededor para centrarse en gobernar para los madrileños", se limitaba a reclamar en una rueda de prensa desde la Asamblea.
"No voy a hablar de los problemas internos de un partido que no es el mío", insistía la líder de Vox en Madrid al ser preguntada por la prensa que pedía una valoración sobre la crisis. La secretaria general del grupo en el Congreso, Macarena Olona, incluso trazaba una línea divisoria muy clara al hablar como "ciudadana" para declararse "sorprendida, espantada y horrorizada por las informaciones conocidas", sin querer hacer una valoración política más allá de pedir que "se clarifique todo hasta el final porque es de una extrema gravedad".
La izquierda, a degüello contra Ayuso
Vox aprovechaba la jornada para defender sus propuestas sobre bajar impuestos en Madrid, presumir de éxitos judiciales en el Tribunal Supremo y presentar un recurso ante el Tribunal Constitucional contra la votación de la reforma laboral. En paralelo, sus principales dirigentes se dedicaban a tuitear propuestas recientes, vídeos de la manifestación de agricultores en Murcia a la que acudieron, o del pleno en el Congreso en el que defendieron dos propuestas sobre inmigración y nacionalidad española.
Todos evitaban pronunciarse sobre la crisis del PP para presumir de ser una oposición responsable, estable y unida frente a un PP suicida, ocupado en sus propios líos internos, en lugar de hacer frente a Sánchez y a la izquierda, que sí aprovechaba la ocasión para arremeter contra Isabel Díaz Ayuso acusándola de instalar una "mafia siciliana en Madrid", señalándola como su enemiga política.