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El caos de la votación arrebata al PSOE la victoria ante una Yolanda Díaz a la que "le falló el radar"

Héctor Gómez fue sondeando y negociando con todos los grupos. Bolaños se encargó de las últimas negociaciones. A Díaz "le falló el radar" ante ERC

EFE

Quedaba apenas una semana para que se votase la reforma laboral cuando la ministra de Trabajo, Yolanda Díaz, fue a la cadena SER y sentenció: "La suma con Ciudadanos no da". La vicepresidenta segunda estaba segura de su apuesta, sumar con ERC y Bildu, pese a que el ministro de Presidencia, Félix Bolaños, había tenido este martes un breve encuentro con Edmundo Bal en el Congreso.

Ahí es cuando la mayoría certifica el gran error de la vicepresidenta segunda: "Le falló el radar", sentencia un diputado que cuenta que la ministra de Trabajo no era consciente del "sándwich" que le estaban preparando ERC y Bildu. "No quieren otro competidor en la izquierda que les pueda quitar votos", añaden. "Desde un primer momento, importó más el relato que el contenido que se negociaba. Querían crear el marco de que era una reforma de derechas para dañar su proyecto personal", apostilla otro conocedor de las negociaciones.

"Todo el mundo habla del proyecto personal de Yolanda pero aquí todos han pensando en su proyecto político", afirman desde el entorno del Ministerio de Trabajo. Algunos diputados catalanes aseguran: "ERC quería darle una patada a Sánchez y se la han dado en el culo de Yolanda". Rufián salió "muy quemado" de la negociación presupuestaria. Un jueves votó a favor de los Presupuestos a cambio de una Ley Audiovisual. Cinco días más tarde, el Gobierno la aprobó con unas cuotas diferentes a las que les habían prometido.

Díaz se enroca

Aún así, Díaz, en cuanto salió de su confinamiento por el COVID, se desplazó hasta Cataluña y tuvo varios encuentros con cargos de ERC, como una cena con Roger Torrent. La ministra creía que ERC acabaría por ceder pero al día siguiente se levantó con un comunicado de Rufián junto a Bildu, BNG y CUP anunciando que votarían "no".

El viernes, a seis días de la votación, ERC cambia de negociador. Díaz seguía en Barcelona, prodigándose en actos con sindicatos e insistiendo que con Ciudadanos, "los números no daban". Estaba segura de su apuesta y nadie le disuadía de su error. Al contrario, le animaban a insistir en esa vía porque "había que tener el mayor de los apoyos posibles" aunque, en privado, los socialistas ya estaban seguros que ERC votaría "no".

Las negociaciones siguieron hasta el miércoles, sólo 24 horas antes de la votación, cuando Rufián llama a los socialistas para confirmar una serie de medidas. Según fuentes próximas a ERC, en el PSOE no saben nada y le dan largas.

En ERC llegan a decir que Díaz nunca se implicó en las negociaciones pero un diputado de un partido minoritario lo desmiente: "Yo sí tuve contactos con la ministra. Me extraña que los tuviese yo y no los tuviese Rufián". La vicepresidenta segunda sí tuvo contactos con PDeCAT, Más País-Compromís, PRC o Teruel Existe.

Frente al grupo parlamentario de Podemos, que no se implicó en las negociaciones, los diputados de En Comú, con Jaume Asens, sí se movilizaron para presionar a ERC y a la UGT en Cataluña para que forzasen a los separatistas. La soledad de Díaz quedaba en evidencia mientras el PSOE salía al rescate de la norma y se preparaba para ponerse los galones.

El PSOE al rescate

Mientras la ministra de Trabajo insistía en ERC, chocando una y otra vez contra la misma pared, la Vía Bolaños se iba abriendo paso y ese bloque, Ciudadanos junto a un magma de partidos regionalistas, era cada vez más viable. La mayoría sólo pedían una cosa: que no se tocase el Real Decreto y se respetase el pacto entre agentes sociales. Mientras que ERC, Bildu o BNG pedían unos cambios tan profundos que implicarían que la patronal se cayese del acuerdo con los agentes sociales. Preservar el texto era una de las líneas rojas de La Moncloa.

La implicación del PSOE era total. El Ministro de Presidencia, Félix Bolaños, coordinaba todo el operativo. En Ferraz, Adriana Lastra tenía reuniones telemáticas con ERC y PNV. Santos Cerdán, el secretario de organización, se desplazaba al País Vasco para comer con Ortúzar. Le acompañaba Héctor Gómez, el portavoz parlamentario.

El Plan Bolaños incluía la abstención del PNV para que, ante cualquier imprevisto en la votación, la mayoría fuese holgada. Gómez iba sondeando a los grupos, les llamaba frecuentemente y daba parte a Bolaños y Ferraz de las exigencias o matices. Cualquier diputado importaba y el portavoz del PSOE iba contactando con ellos. El ministro de Presidencia, cuando la jugada ya estaba hecha, se encargaba de disparar a puerta. Gómez también es el "muñidor" de pre-acuerdos que acaba cerrando Díaz a medias a Bolaños: PDeCAT, Más País-Compromís o PRC.

"Hasta este momento, Gómez sólo tenía un papel discreto en la negociación presupuestaria", añaden fuentes socialistas que elogian su papel. El portavoz parlamentario se estrenó en el puesto en septiembre, era un desconocido, y hasta ahora había pasado bastante desapercibido. "Aprendió con los Presupuestos", apostillan otros.

Cerrar a Ciudadanos

Las llamadas de Héctor Gómez a Edmundo Bal fueron variadas. El martes 25 de enero, Bolaños va al Congreso a defender un paquete de ayudas a La Palma. Cuando sale, habla en el pasillo con el portavoz de Ciudadanos. Le "jura y le perjura" que "no se tocará ni una coma" y que no se cederá ante ERC o Bildu. Los naranjas le dicen que, si es así, cuenten con ellos.

Bal conoce a Bolaños desde hace 20 años: cuando el ministro el actual ministro de Presidencia trabajaba en el bufete de Uría. Hay feeling entre ambos juristas. El portavoz de Ciudadanos se ofrece para intermediar con otras formaciones minoritarias, y pone el ejemplo de Navarra Suma. Bolaños le asegura que no es necesario, que todo está casi cerrado. La única cuestión en el aire, le confiesa, era saber qué iba a pasar con el PNV.

La cena navarra

Los socialistas tampoco eran infalibles. En la negociación cometieron el que, a posteriori, ha sido su gran error: UPN. El PSOE acabó por "puentear" a los diputados Sergio Sayas y García Adanero, aunque Bolaños y Gómez tuvieron contactos telefónicos con ellos.

La dirección del PSOE, con Santos Cerdán a la cabeza, decidió cerrar el acuerdo con el presidente de UPN, Javier Esparza. Ambos son navarros y se conocen desde hace años. "Son amigos aunque luego se dicen de todo", aseguran. "Sus padres son del mismo pueblo y se conocen de toda la vida, tienen buena relación", añaden fuentes próximas.

Son conocidas sus diferencias en el pasado: Santos Cerdán se encargó de negociar el gobierno de María Chivite que le permitió arrebatar la presidencia de Navarra a UPN, pero se siguen tratando y cenan juntos cada vez que Esparza viene a Madrid. En esta ocasión, fue en un restaurante cerca de la casa del secretario de organización del PSOE.

Allí se cerró el acuerdo: los socialistas no participarían en la reprobación que impulsaban contra Enrique Maya en el Ayuntamiento de Pamplona y le aprobarían una modificación presupuestaria de 27 millones para el Consistorio.

La cena se cierra sin informar a los diputados de UPN que se enteraron del sentido de su voto por una compañera , sólo diez minutos antes de que saliese Javier Esparza en rueda de prensa desde Pamplona anunciando que su partido votaría a favor. La comparecencia del líder regionalista fue a las 20:15 del miércoles. A las 09:00 del jueves, Sayas dejaba caer en el pasillo del Congreso que estaba en contra. La rebelión de UPN ya estaba en marcha.

"Pa habernos matao"

Los socialistas no se fiaban de UPN, en especial de Carlos García Adanero. Por eso querían la abstención de PNV o, en última instancia, la de ERC, aunque la veían casi imposible. Bolaños permanece en el Congreso todo el jueves, antes de la votación. Llega a contactar con Sayas y le promete que cumplirán la disciplina de voto. También Díaz habla con él. Hay nervios: los móviles echan humo.

Llegan los votos: 175 frente a 174. UPN vota no. Caos, desconcierto. El PSOE casi se estrella pero el error de Casero les salva a última hora. Díaz queda tocada, Bolaños y Gómez no salen tan bien parados como ellos creían en un principio. "Pa habernos matao", decía un diputado socialista a la salida del hemiciclo mientras los periodistas siguen tratando de comprender qué ha pasado. Una diputada de la oposición confiesa: "Pensé que llegábamos a las manos". El Gobierno ha salvado los muebles por los pelos. La votación en la que todos pierden y la mayoría alternativa al Frankestein muere en el mismo paritorio.

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