El caso de "apartheid" lingüístico de Canet de Mar (Barcelona) está adoptando múltiples derivadas. Tras el acoso, los insultos y las amenazas contra la familia (e incluso el niño) que ha logrado un 25% de clases en español (campaña en la que el separatismo actuó como un solo hombre), las discrepancias vuelven a marcar el frente separatista. La manifestación del pasado viernes, en la que se exigió la dimisión del consejero de Educación, Josep González Cambray, fue el prólogo de una nueva batalla entre neoconvergentes y republicanos.
Descubierta la maniobra de González Cambray (denunciar a los padres al tiempo que ordenaba al colegio cumplir con el requerimiento judicial), tanto JxCat como la CUP y los sindicatos separatistas se han vuelto en contra de ERC y su consejero. No les vale la excusa de que no se puede hacer nada y que hay que acatar las decisiones judiciales porque de lo contrario se pone en riesgo a los directores y profesores de los centros.
La presidenta del Parlament y dirigente destacada del ala más radical de JxCat, Laura Borràs, exigía este lunes al consejero de Educación que tomara el control de los centros educativos para impedir el cumplimiento de cualquier resolución alusiva a la introducción del español en las clases. "No puede ser que no se pueda hacer nada", declaraba Borràs en el canal en catalán de TVE y acto seguido ponía como ejemplo el de Laura Ponsatí, exconsejera de Educación que tomó el control del sistema educativo catalán con ocasión del golpe de Estado del 1 de Octubre para evitar que los directores de los centros incurrieran en ningún delito por prestar las instalaciones para el referéndum ilegal.
La portavoz de ERC Marta Vilalta ha replicado que "esto no va de soluciones mágicas" y que "sería cargarse la autonomía de los centros", pero en JxCat han insistido en que la responsabilidad no puede recaer sólo en los centros tal como pretende González Cambray, cuya actuación está en tela de juicio por haber instado a la desobediencia en público mientras ordenaba en privado el cumplimiento de requerimiento en Canet de Mar. Y todo ello mientras utilizaba a la familia que había pedido el español como cabeza de turco para que no cunda el ejemplo.
El perfil de González Cambray
El papel de este consejero está en entredicho incluso en ERC. Gran parte del equipo directivo de la consejería ha abandonado sus puestos a raíz del ascenso de González Cambray. La última en abandonar el barco fue la directora de Currículum y Personalización de la consejería, la pedagoga Maite Aymerich, que habría sido la responsable de aplicar la resolución del Tribunal Supremo sobre el 25% de español en clase. Aymerich, exalcaldesa por ERC de San Vicente dels Horts, localidad donde reside Oriol Junqueras, había mantenido fuertes discrepancias con el consejero. Con su dimisión ya solo queda el propio González Cambray del equipo montado por el anterior consejero, Josep Bargalló. Fuentes de la consejería aluden a la personalidad autoritaria, inflexible y complicada del titular del departamento como causa de los abandonos del personal de confianza.