Cuatro años en política son una eternidad; cuatro meses, un tiempo más que considerable. En ese lapso de espacio, las carreras de Susana Díaz y José Luis Ábalos han pasado de un prometedor futuro a un dudoso presente. De sentarse en los despachos más importantes del país a conformarse con calentar un escaño. De ser enemiga declarada de Sánchez a ser una defensora acérrima del presidente de Gobierno para tratar de mantenerse en alguna lista. De ser un fiel consejero a llevar meses sin recibir una llamada.
Hace cuatro años, Susana Díaz y Pedro Sánchez eran enemigos irreconciliables . Ella misma lo reconoce: "nuestras discrepancias han sido públicas, notorias y, en ocasiones, hasta televisadas". Pero ahora, Susana Díaz Pacheco es un fiel sanchista." He hablado con él durante el confinamiento, he visto su paciencia al frente del Gobierno", decía con devoción la senadora a su llegada al 40º Congreso Federal del PSOE. "Estoy alegre de que él se alegre de que yo esté aquí", declaraba vestida de blanco ante una nube de periodistas y fotógrafos mientras aseguraba que recibió hace una semana, una llamada del presidente para invitarle a su entronización.
Hace cuatro meses, José Luis Ábalos era uno de los hombres claves del presidente. Le ayudó en los momentos más duros. Sin su apoyo, quizás el resultado del Congreso, que enfrentó a cara de perro a Susana Díaz con Pedro Sánchez, habría sido diferente. Él se trabajó el apoyo en federaciones claves como la valenciana. El secretario general le recompensó con la secretaría de organización del PSOE, lo que suponía ser el número 3 del partido. Cuando llegó al poder, le dio una de las carteras con más proyección y presupuesto: Fomento, reconvertida para la ocasión en Ministerio de Transportes.
De la noche a la mañana, Ábalos pasó de ser el todopoderoso ministro y secretario de Organización a la nada. Un diputado raso que sólo hace unas semanas vio recompensada su pasada lealtad con la presidencia de una comisión parlamentaria. Ahora, llega al Congreso como un afiliado más: "a disfrutarlo" y "sin demasiada faena". El propio Ábalos reconoce que el presidente del Gobierno todavía no le ha llamado, que su última conversación fue cuando le citó en La Moncloa y le espetó un: "José Luis, sabes que te tienes que ir". Ahora, a su llegada al Congreso, aseguraba que "el mayor reconocimiento es tener la conciencia tranquila"
También Susana Díaz reconocía que "acudía como una afiliada más". Incluso parecía arrepentirse de haber dado la batalla hace cuatro años: "fue un Congreso que dividió y enfrentó a los compañeros". Ahora, apuesta por la palabra de moda: "unidad: creo que tiene que salir un partido unido". Parece que así será. Este sábado se conocerá la lista de una ejecutiva controlada en su totalidad por Sánchez.
Críticas a Carmona
A su entrada en Ágora de la Feria de Valencia, Susana Díaz sólo tenía palabras negativas para una persona: Antonio Miguel Carmona. Lo hacía cuando le preguntaba por el nombramiento del ex candidato socialista a la alcaldía de Madrid como vicepresidente de Iberdrola: "He hablado con Carmona para que haga algo para bajar la factura de la luz", aseguraba entre risas a unos reporteros. "Es intolerable el precio de la luz", pero, a la vez, despejando balones sobre la responsabilidad del Gobierno: "las eléctricas y la Unión Europea tienen que hacer algo".
Homenaje a Ábalos
En las últimas horas también han sido muy comentadas unas fotos de Ábalos con decenas de militantes en lo que parecía un homenaje. "No era un homenaje", decía el exsecretario de organización, "era una cena de amigos a la que se apuntaron algunos más". Por lo menos, parece que él tiene amigos de verdad en el partido.