La población tarraconense de San Carlos de la Rápita, en la comarca del Montsiá, se ha convertido en un banco de pruebas de los referéndums a la manera separatista. El municipio está gobernado por ERC, que pretende eliminar el San Carlos del topónimo para que la localidad pase a llamarse La Rápita o La Rápita de los Alfaques, que es el nombre de la Segunda República.
La obsesión por alterar el topónimo tiene más que ver con la fobia a la monarquía que a la religión, puesto que el San Carlos se puso en honor de Carlos III, que decidió la construcción de un puerto en el enclave donde hasta ese momento sólo había una rápita (torre de vigilancia de origen árabe) y un convento.
Escaso interés de los ciudadanos
A fin de que el cambio de nombre no pareciera una cacicada, el equipo de gobierno municipal decidió montar un referéndum con la condición de que el cambio sería automático si los partidarios de la modificación superaban el 20% del censo. A la mayoría de los habitantes del municipio el asunto les interesa entre poco y nada a tenor del resultado que tuvo la votación celebrada ayer, día de la Fiesta Nacional, una fecha elegida con toda la intención por ERC.
Sólo votó el 26,72% del censo, 3.329 personas de un total de 12.458. A favor del cambio se manifestaron 2.246 electores, frente a 1.045 en contra, 9 abstenciones y 28 votos nulos. En resumen, sólo el 18,03% de los electores de San Carlos de la Rápita están a favor de cambiar el nombre, 1,7 puntos por debajo del mínimo marcado por el propio ayuntamiento.
Lo cambiarán igualmente
En ERC no se esperaban la derrota, pero que haya habido un referéndum y que lo hayan perdido no significaba que no vayan a hacer lo que les dé la gana. Nada más conocer los desfavorables resultados a su causa, el alcalde, Josep Caparrós, ha declarado que siete de cada diez votantes prefieren La Rápita a Sant Carles de la Rápita y que la participación de tan solo un cuarto del electorado es suficiente.
Ahora será el pleno municipal quien aborde la cuestión y traslade el cambio de nombre a la Generalidad, que es quien tiene la última palabra para autorizar la alteración del topónimo. El referéndum ha servido para demostrar que ERC nunca pierde y mucho menos un referéndum organizado a su manera.