Apenas tres años después de su primer Vistalegre, Vox se prepara para la posibilidad real de gobernar en ayuntamientos, comunidades y a nivel nacional. Después del éxito cosechado en 2019 con 52 diputados, el partido abandonó la etapa "amateur" y "profesionalizó" su estructura nacional para poder afrontar su entrada en las instituciones.
Ahora llega el turno de remodelar los cuadros provinciales para dar el "sato definitivo" que les sitúe en disposición de entrar en gobiernos, ya sea apoyando al PP o como primera fuerza política, según admiten fuentes del partido a Libertad Digital.
El constante crecimiento que ha experimentado Vox desde su nacimiento, con 70.000 afiliados en la actualidad según datos facilitados por el partido, les sitúa en disposición de presentar en las próximas elecciones municipales y autonómicas más de 4.000 candidaturas para aspirar a llegar a casi el 90% de la población, que en un futuro será del 100%.
Unas cifras significativamente más altas que las de hace apenas dos años, cuando lograron conformar 800 candidaturas para intentar representar al 50% de los ciudadanos. "Fuimos muy precavidos, preferimos no arriesgar", asegura en declaraciones a este periódico Tomás Fernández, vicesecretario de organización de Vox y diputado nacional por Huelva.
Un partido surgido de la nada
En las elecciones municipales y autonómicas de mayo de 2019 el partido no contaba con estructura territorial pero la hazaña de Andalucía, donde irrumpieron en el Parlamento con 12 diputados, y las elecciones nacionales de abril, donde obtuvieron 24 escaños, les obligaron a crear un partido de la nada con el que concurrir a esa cita.
En aquél momento se habló de la posibilidad de contratar una empresa privada para seleccionar candidatos e investigar que tuvieran currículos "limpios" que no metieran en apuros a la formación, aunque la dirección de Vox desmiente este extremo. Sí admiten que muchos de los candidatos eran "desconocidos" y demostraron después no ser idóneos para el cargo, por discrepancias ideológicas o por haberse acercado para cobrar un sueldo y "colocar a familiares y amigos".
En este tiempo se han producido varias bajas voluntarias o forzosas, alguna de ellas con mayor repercusión mediática, como es el caso de la exdiputada por Baleares, Malena Contestí, el senador por Ceuta, Juan Ros, el exportavoz andaluz, Francisco Serrano, la expresidenta del partido en Sevilla, María José Piñero, o los tres diputados "díscolos" de Murcia, Juan José Liarte, Mabel Campuzano y Francisco Carrera.
Otras han pasado más desapercibidas, como las salidas del único concejal de Vox en Badajoz, su candidato a la Junta de Extremadura, ocho diles de Castilla La Mancha, la ejecutiva de Valencia, tres diputados de la comunidad valenciana y los presidentes provinciales en León, Valladolid o Zamora.
La "alta exigencia" hacia sus cargos
Se trata de medio centenar de cargos entre concejales y diputados de los 530 ediles y 62 representantes autonómicos que Vox logró en todo el país, lo que supone un 10% del total, una cifra elevada en comparación con otras formaciones. Un fenómeno que Fernández explica por dos motivos: la "alta exigencia" de su partido con sus miembros y la permisividad de PP y PSOE, donde se daría la misma situación de no ser porque la cúpula mira hacia otro lado, sostiene.
"Hay personas que no entienden que en Vox hay que trabajar, no sólo sirve con ir a los plenos como ocurre en otras formaciones", afirma. "Hemos venido a cambiar las cosas de verdad, no a perder el tiempo", asegura, poniendo en valor que el partido siempre "mantiene las puertas abiertas" para acoger a todo aquél que comparta sus ideales pero con "las ventanas también abiertas" para garantizar que no haya corrupciones.
Un ejemplo fue lo que ocurrió después de las elecciones de mayo de 2019 cuando en varios ayuntamientos y parlamentos autonómicos algunos grupos políticos presentaron mociones para subirse el sueldo. Vox dio la orden de rechazar cualquier iniciativa en ese sentido por solidaridad con los españoles en un momento de crisis económica. Hubo algunos miembros que se saltaron esa directriz y el partido tuvo que expulsarles.
"Nuestra fuerza son las bases"
El secretario de organización de Vox recuerda que la mayoría de los cargos del partido no son políticos profesionales, han dejado sus profesiones para dedicarse temporalmente a este trabajo por vocación, con el ánimo de servir al país. "La gran fuerza de Vox son sus bases, su romanticismo e idealismo, es lo que nos diferencia de PP y PSOE, es lo que les da miedo", asegura.
De hecho, de las casi 5.000 personas que trabajan para Vox, apenas un 3% recibe un sueldo del partido. El resto son "amateurs" que colaboran de forma voluntaria o sólo cobran el sueldo público que les corresponde como representantes de los ciudadanos.
Preparados para gobernar
Con estos mimbres han tejido una estructura conformada por gestoras provinciales, elegidas por el Comité Ejecutivo Nacional en cuando hay menos de 500 afiliados, y direcciones provinciales designadas a través de primarias en aquellas que reúnen al menos esa cifra, según recogen los estatutos del partido.
Preguntado por los cabezas de lista en futuras citas electorales, Fernández asegura que "no hay prisa" para elegirlos ya que la fuerza de Vox es su mensaje. "Lo importante son las ideas, no las personas", defiende.
Aunque el partido no cuenta con líderes autonómicos, salvo en el caso de Madrid por ser uniprovincial, en comunidades como Andalucía o Cataluña optaron por designar un candidato a la Junta o a la Generalidad como cara visible para las elecciones. No así en Galicia, donde no lograron escaño, o en el País Vasco, donde cuentan con una representante.
Al margen de Andalucía, Madrid o Cataluña, donde hay una estructura más consolidada, portavoces como José Ángel Antelo en Murcia, José María Llanos en Valencia, Carlos Verdejo en Ceuta, Daniel Arias en Toledo o Amaia Martínez en el País Vasco, trabajan a nivel provincial para engrasar la maquinaria del partido y tener todo listo de cara a las próximas citas electorales en las que esperan poder crecer aún más y entrar, primera vez, en gobiernos.