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Marlaska, la "mayor decepción" de las víctimas: "Es un personaje abyecto"

Tres víctimas de Parot narran en LD cómo el terrorista destrozó sus vidas y comparten su indignación ante la pasividad de jueces y políticos.

Tres víctimas de Parot narran en LD cómo el terrorista destrozó sus vidas y comparten su indignación ante la pasividad de jueces y políticos.
Carlos Ábalos, hijo del coronel Jesús Ábalos Giménez | LD

La historia de las víctimas de ETA está repleta de hombres y mujeres que han perdido a sus compañeros de vida, padres que aún hoy siguen llorando la pérdida de sus hijos, hijos que jamás recuperarán el abrazo reparador de sus padres. Por eso, Henri Parot no solo es responsable de 39 muertes. También es el culpable de decenas de vidas completamente destrozadas.

Carlos Ábalos estaba en la universidad cuando escuchó que se acababa de producir un atentado en Madrid. Era el 25 de mayo de 1979. "La gente decía que los fallecidos eran unos militares y que uno de ellos era coronel. Yo solo comenté… ‘Pues seguro que mi padre le conocía, porque es militar’. Jamás pensé que él era uno de ellos".

Poco después, su novia le recogería en coche entre lágrimas. "Me dijo que estaba herido, pero al llegar a casa me encontré toda la zona en la que yo vivía llena de gente y todo el mundo dirigiendo la mirada hacia mí. En ese momento ya me di cuenta de que mi padre estaba muerto".

A las 9:15 de la mañana, cuatro terroristas camuflados con monos de obra habían ametrallado el coche en el que viajaban el jefe superior de Personal del Ejército y sus colaboradores, entre ellos, el coronel Jesús Ábalos Giménez. "Mi padre no tenía nada más que un impacto en el hombro, pero este sujeto, Henri Parot, se dio cuenta de que estaba vivo y le tiró una granada de mano. Los cuerpos quedaron destrozados".

El coronel dejaba viuda y cinco hijos. La pequeña se desmayó cuando le dieron la noticia en el colegio. "Algo así te marca para siempre", reconoce Carlos, para el que es "lamentable" que la justicia no prohibiera el homenaje a Parot, "el peor criminal que ha habido en los últimos 31 años en las cárceles españolas". Ahora, en lugar de la marcha en su honor, habrá concentraciones en todas las plazas del País Vasco para clamar contra la cadena perpetua, pero Carlos, como el resto de las víctimas, está convencido de que, aunque cambie la forma, el fondo será el mismo: "La exaltación de estos canallas que están orgullosos de sus crímenes".

"Produce muchísimo dolor ver cómo hacen esto con total impunidad. Cuando una persona que ha cometido un delito muy grave sale de prisión, no va nadie a buscarla, como mucho un familiar o dos, y sale con la cabeza agachada, pero esto es una chulería tremenda y, desgraciadamente, tienen muchísimo apoyo", lamenta.

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Guillermo Tevar

Su rabia y su dolor son compartidos por Guillermo Tevar. Él también perdió a su padre en un atentado perpetrado por Parot y sigue igual de indignado a pesar de que la escenografía del homenaje haya cambiado. "Lo que van a hacer es un auténtico fraude, y encima tienen el cinismo de decir que es para no provocar", lamenta convencido de que el objetivo de los proetarras no es otro que "ensalzar a este tipo, que es el mayor terrorista que ha habido en España". En este caso, además, estamos hablando de un ciudadano francés: "¿Y le quieren hacer un homenaje aquí? ¿Para qué? -se pregunta retóricamente- Pues para fastidiar". Y eso es precisamente lo que más le revuelve por dentro.

El 7 de mayo de 1981, a las diez y media de la mañana, dos terroristas montados en una motocicleta se situaban a la altura del vehículo en el que viajaba el jefe del Cuarto Militar de la Casa Real, el teniente general Joaquín Valenzuela Alcívar-Jáuregui, que, milagrosamente, salvaría la vida. Parot, que iba de paquete, fue el encargado de colocar un artefacto explosivo en el techo del vehículo, que acabaría con la vida de tres personas, entre ellas, el teniente coronel Guillermo Tevar Seco.

El mayor de sus tres hijos, que lleva con orgullo su nombre, se encontraba en aquella época en la Academia Militar de Infantería de Toledo. Aquel día, concretamente, estaba de maniobras en el monte y se enteró del atentado por el transistor. "No se sabían nombres, no se sabía nada... Pero yo ya tenía el presentimiento de que era mi padre -relata en conversación con Libertad Digital-. Fue un shock".

Al tratarse de un atentado contra la Casa Real, se celebró un funeral de Estado. "Estuvieron allí el Rey, algunos políticos… En fin, en esos momentos sí nos acompañó mucha gente", recuerda Guillermo, dejando entrever el dolor que le produce el olvido al que se les ha ido condenando con el paso de los años.

"De puertas para afuera, digamos que sí nos han apoyado y nos han dado unas indemnizaciones, pero siempre hemos ido por detrás con las leyes y yo tengo la duda de si ha sido aposta o por qué", desliza. Y de sus sospechas no hay gobierno que se libre. "Todo lo que se hace, se hace tarde y mal o no se hace. Se sacó la Ley de Víctimas del Terrorismo para evitar todos estos actos que se están haciendo ahora -recuerda indignado-, pero si luego no hay voluntad de aplicarla y empiezan a decir que si Europa, que si el Tribunal de Derechos Humanos, que si tal… Pues van buscando recovecos y, si no hay voluntad, pues no se aplica".

Y a Guillermo le duele tanto que se pretenda homenajear al asesino de su padre, como los recibimientos que reciben todos los etarras al salir de prisión con cohetes, bailes y pasacalles: "Eso ya es ostentación, y es que nos están vacilando y el Gobierno también, por supuesto". De hecho, lo que más le indigna a Guillermo es la pasividad del Ejecutivo y la permisividad de la Justicia, que si no llega a ser por la desconvocatoria, no hubieran hecho nada para frenarlo: "De estos tíos -los terroristas- no se puede esperar otra cosa, porque es su ADN. Yo me siento peor ahora mismo por la omisión del Estado, que porque hagan una marcha de 31 kilómetros".

Y, entre todos los miembros del Gobierno, hay uno que le duele especialmente. "Fernando Grande Marlaska ha sido la mayor decepción de mi vida", confiesa en conversación con LD. Guillermo tuvo la oportunidad de conocerle personalmente como juez de la Audiencia Nacional cuando decidió investigar el atentado de su padre.

Le recibió en su despacho y estuvo "más de una hora" charlando con él. "Me proporcionó todo lo que le pedí. En fin, fue amable, agradable… Muy bien. Cuando me despedí, le dije ‘siga usted así, dándole a los malos’ y me respondió ‘sí, sí, no se preocupe, que nosotros estamos en ello’.

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El teniente coronel Guillermo Tevar Seco y su hijo. | LD.

Al poco tiempo, sin embargo, llegaría la primera decepción: su voto a favor como presidente de la Sala de lo Penal de la Audiencia Nacional inclinó la balanza para excarcelar a una decena de etarras que estaba pendiente de la llamada doctrina Parot sin esperar a que el Tribunal Supremo fijase su criterio. Después, ya como ministro, llegaría el acercamiento del asesino de su padre a la cárcel de León, "saltándose a la torera" el informe de la Junta de Tratamiento de la prisión. "Y que ahora se esté permitiendo esto y esté calladito y no diga nada… En fin, será por el poder", lamenta.

Su decepción es compartida por Carlos. "Yo tuve la oportunidad de conocerle hace muchos años como juez y era una persona de trato impecable e intachable", corrobora. De hecho, confiesa que cuando un caso caía en su juzgado, las víctimas respiraban tranquilas. Hoy, esa buenísima opinión se ha difuminado por completo: "Desde que es ministro, para mí es un personaje abyecto, absolutamente abyecto. Él está en su poltrona y no quiere saber nada".

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La fiscal Carmen Tagle

Entre las 39 víctimas mortales de Henri Parot también se encuentra la fiscal Carmen Tagle. Su hermana Mercedes no quiere entrar a valorar la actitud de Marlaska, pero de sus palabras también se desprende una gran decepción: "Si viera lo que está pasando, mi hermana estaría muerta de pena de ver a dónde está llegando esta sociedad y esta justicia, que no es la verdadera justicia, que es la de poner a cada uno en su sitio".

Tagle siempre será recordada como una fiscal implacable con los terroristas. En el año 89 se trasladó a París para interrogar a Josu Ternera y Santi Potros. Su firmeza en aquellas investigaciones desató una avalancha de amenazas de muerte contra su persona. "Le dijeron que tenía los días contados y ella ya sabía que la iban a matar", recuerda su hermana.

Soltera y sin hijos, Carmen renunció a su escolta a pesar de todo. "Si vienen a por mí, mejor que a por otro sin familia", solía decir. Y así, el 12 de septiembre de 1989, mientras esperaba a que se abriera la puerta de su garaje, Parot se acercó a su vehículo y la disparó a bocajarro. "Recuerdo a mi madre diciendo ‘bueno, si esto vale para que sea la última, bendito sea Dios’, pero claro, no fue la última", lamenta Mercedes.

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Mercedes Tagle, hermana de la fiscal asesinada por ETA

En su tono de voz se percibe el dolor de quien observa con espanto el devenir de la sociedad. "Verlos subidos en el Congreso, verlos subidos en honores como si ellos fueran las víctimas y que la sociedad apoye eso... Mi hermana estaría muerta de pena", repite sin cesar. A eso tampoco ayuda la falta de memoria que los españoles, sobre todo los jóvenes, demuestran tener para con las víctimas. "La gente de 35 años para abajo no tiene ni idea de Historia de España, ni de la historia de las víctimas del terrorismo y, al final, aprenden lo que escuchan, y a las víctimas no se las oye", advierte Mercedes.

No es la única a la que le preocupa la visión de la juventud. Carlos recuerda indignado cómo en el curso 2007/2008, mientras daba clase en una universidad de Madrid, preguntó a sus alumnos por la doctrina Parot y si sabían por qué se llamaba así. "De 27, solamente 9 me dijeron que era un terrorista. El resto no sabían quién era e incluso alguno me dijo que si era una eminencia jurídica" por el paralelismo de lo que sucede en medicina con ciertos nombres.

Y es que esa es otra batalla de las víctimas: "¿Por qué este sujeto tiene una doctrina con su nombre? Eso a él le llena de orgullo y es una vergüenza", denuncia indignado Carlos, que recuerda que incluso se le ha dedicado una serie de televisión. Para muchos, será un detalle sin importancia. Para ellos, una muestra más de la degradación de las instituciones y de una sociedad que hace tiempo parece confundir a víctimas y verdugos.

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