El Govern de la Generalidad tiene a punto una amplia remodelación de la estructura interna de los Mossos d'Esquadra que persigue dos objetivos: disolver la guardia pretoriana que se montó Quim Torra con agentes de probada filiación independentista porque no se fiaba del cuerpo y limitar el poder y competencias del jefe policial Josep Lluís Trapero. En la última reunión del gobierno autonómico, el próximo martes, se procederá a la eliminación de lo que se llamó "Área de Seguridad Institucional" y se acordará un nuevo organigrama en materia de escoltas en el que no estará Trapero.
La consejería creará una nueva área de guardaespaldas para el presidente Pere Aragonès, los expresidentes autonómicos, la presidenta del Parlament, Laura Borràs, los miembros de la mesa, los consejeros y los principales líderes políticos catalanes. Pero a diferencia de lo que ocurre en la actualidad y según desvela el digital independentista El Nacional, Trapero no tendrá mando alguno sobre esta sección de los Mossos, que dependerá directamente de un cargo político, el director general de la policía, Pere Ferrer.
Los encargados de la seguridad de Aragonès llevarán por nombre Área de Seguridad de la Presidencia de la Generalitat (ASPG) mientras que los responsables del resto de autoridades estarán englobados bajo la denominación Área de Seguridad de Autoridades (ASA). Estos cambios provocarán el retorno del centenar de mossos seleccionados por Torra a sus divisiones de procedencia. Muchos de ellos eran del Grupo Especial de Intervención, la élite del cuerpo.
Los cambios y su difusión en TV3 han provocado un notable malestar en Torra y Puigdemont. El primero se ha quejado de que en la televisión pública catalana se hablara de "guardia pretoriana" y ha declarado a través de Twitter que "me imagino que TV3 se refiere al Área de Seguridad Institucional (ASI). Aprovecho para agradecer a todos los miembros y responsables del ASI su trabajo y dedicación ejemplares. Fue un honor recuperar una institución republicana creada por el presidente Companys en el año 1938". Carles Puigdemont se ha sumado a la crítica: "Que vergüenza. Inexplicable, injustificable".