Puigdemont torpedea la "mesa de diálogo" de Sánchez y Aragonès
"Un proceso de cambio de un país no se puede hacer en los despachos ni en una mesa de diálogo", dice el prófugo.
En Junts per Catalunya (JxCat) no están por la labor de facilitar la gobernabilidad ni a ERC ni al PSOE. Desde el primer minuto del gobierno de coalición entre separatistas en Cataluña, el partido de Carles Puigdemont critica el propósito de ERC de embarcarse en un proceso de negociación con el Gobierno de Pedro Sánchez. El margen, según el acuerdo firmado entre las dos grandes facciones del independentismo, es de dos años. En el hipotético caso de que en ese plazo no se hayan producido avances sustantivos, ERC y JxCat, con el apoyo externo de la CUP, se comprometieron a emprender un nuevo ciclo de confrontación con el Estado similar al que desembocó en el referéndum ilegal del 1-O y la proclamación de independencia.
Sin embargo, en JxCat ya se les ha agotado la paciencia. Según Puigdemont, "un proceso de cambio de un país no se puede hacer sin la gente y en los despachos o en una mesa de diálogo". Es lo que dijo este domingo en un acto del Consell per la República en Perpiñán. El marco político del expresidente golpista y líder de JxCat es que "la independencia sigue viva porque la autodeterminación es un proceso de años que se ejerce de forma continuada".
La carga contra el proceso iniciado por ERC y el PSOE y por el Gobierno y el Govern se produce justo a una semana de la primera reunión de la comisión bilateral entre el Ejecutivo y la Generalidad, un organismo técnico pero de indudable carga política. La ministra de Política Territorial, Isabel Rodríguez, y la consejera de Presidencia, Laura Vilagrà, de ERC, se han citado para el próximo lunes, 2 de agosto, con una agenda que incluye traspasos de competencias y transferencias de dinero. El encuentro será la piedra de toque para la reunión de la llamada "mesa de diálogo", que Aragonès pactó con Pedro Sánchez para la semana después de la fiesta regional catalana, que se celebra el 11 de septiembre.
Puigdemont y los dirigentes de JxCat no tienen ninguna fe en lo que se pueda obtener en ambas mesas, técnica y política y comienzan a difundir la teoría de que no hará falta esperar dos años para constatar que el diálogo con el Gobierno es una vía muerta. También censuran la supuesta vis pragmática de ERC, que habría adoptado el papel de la vieja Convergencia para asentarse en la Generalidad mientras diluye la hoja de ruta separatista.
A la contra, el prófugo endurece su retórica independentista, asegura que "no abandonaremos hasta que se reconozca la república catalana" y reivindica el referéndum ilegal del 1 de octubre. También aseguró que "después de tantos años de franquismo, desde el Jefe del Estado hasta el último juez piensa que somos ovejitas sumisas y desmovilizadas".
En la misma línea y con parecidos argumentos se manifestó la presidenta del Parlament, Laura Borràs, quien señaló que la mesa de diálogo "es como una alucinación colectiva". También aseguró que el Tribunal de Cuentas es una extensión del franquismo.
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