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El retorno de 'Pedro I el Cruel' siembra el "pánico precongresual" en el PSOE

Hay temor a tres meses del 40 Congreso. En Ferraz apuestan por que Lastra y Cerdán heredarán el poder pero "con éste, cualquiera sabe".

Hay temor a tres meses del 40 Congreso. En Ferraz apuestan por que Lastra y Cerdán heredarán el poder pero "con éste, cualquiera sabe".
Pedro Sánchez preside la Ejecutiva del PSOE en Madrid. | EFE

Fue Felipe González, en 2017, quien apodó a Pedro Sánchez como 'Pedro I el Cruel', una analogía con el histórico rey de Castilla cuyos detractores narraron su historia convirtiéndola en la leyenda negra de un monarca despótico y violento que se sirvió de su complicidad con el pueblo para arrebatar el poder de la nobleza del Medievo. No deja de ser sorprendente la aparente semejanza con un líder del PSOE que, parapetándose en la militancia y con todo el poder orgánico e histórico en contra, se alzó con la victoria con la que desterró al exilio a los barones territoriales, como hizo Pedro I de Castilla con sus nueve hermanos bastardos.

Era mayo de 2017 y Pedro Sánchez acababa de ganar sus segundas primarias, esta vez contra Susana Díaz -quien le catapultó a la victoria en las primeras-, y el objetivo era fulminar todo aquello que oliera mínimamente a susanismo. Sánchez soltó el lastre de su primera etapa configurando una Ejecutiva a su medida, ya sin las cuotas territoriales que le impusieron los barones, empezando por Díaz, y que le auparon a la cúpula de Ferraz, 70.

Sánchez desenfunda

Se valió de un grupo de fieles: César Luena, José Luis Ábalos y Adriana Lastra como "tridente de poder", al que posteriormente se sumó Carmen Calvo; condenó a la muerte civil a los barones eliminándonos del Comité Federal del PSOE (sólo mantuvo a Guillermo Fernández Vara); borró del mapa a todos aquellos que participaron, de forma directa o indirecta, en su derrocamiento como secretario general del partido en el llamado Comité Federal de Puerto Hurraco el 1 de octubre de 2016.

Sánchez cegó cualquier posible vía de rebelión interna con un partido a su medida en el que enterró la prometida integración, como bien denunció su ex contrincante en sus 'primeras' primarias, Eduardo Madina. Al portavoz de la gestora que dirigió el partido esos siete meses, Antonio Hernando, le arrebató toda responsabilidad orgánica; al presidente de la gestora, Javier Fernández, entonces presidente de Asturias, le cercó en su comunidad colocándole un candidato alternativo, Javier Barbón, quien -con la ayuda de Adriana Lastra-, hoy es presidente asturiano; no permitió que repitiera como eurodiputado el considerado como su "padre político" Pepe Blanco; negó a Elena Valenciano la "rehabilitación política" que le pidió como favor personal el difunto Alfredo Pérez Rubalcaba; y fulminó a quienes apoyaron al tercer candidato en liza, Patxi López, como a la murciana, María González Veracruz, sanchista en sus inicios y a quien el líder del PSOE colocó un candidato en Murcia que la sacó de la primera línea de la política. Pero lo que nadie podía esperar entonces es que Pedro Sánchez volcara su crueldad con los propios, aunque aún tardaría un año en hacerlo.

Junio de 2018. Apenas un año después de su inesperada victoria, llegó el segundo éxito insospechado: la moción de censura contra Mariano Rajoy. Tras 48 horas de incertidumbre y una estrategia 'win win' diseñada por Iván Redondo, Pedro Sánchez subió a su coche oficial rumbo a Moncloa junto a su entregado primer jefe de gabinete, Juanma Serrano, hoy presidente de Correos, quien creyó en él desde el principio de manera providencial en el convencimiento de que "a este hombre se le alinean los planetas".

El 'envío' de Serrano a Correos

Ni la providencia ni los astros ni Sánchez premiaron la fidelidad de Serrano. "Todos interpretaron que al acompañarle en el coche al complejo gubernamental, le designaba como lo que ya era", el jefe de gabinete que dirigiría la estrategia desde el Gobierno. Pero su sorpresa fue mayúscula al ser llamado al día siguiente a La Moncloa: "Le preguntó qué quería y él contestó con cierto asombro" por la obviedad de su respuesta que se encontró con el rechazo. Sánchez le confirmó que el jefe de gabinete del presidente sería Iván Redondo y que "tenía que elegir entre lo que le ofrecía" a lo que él contestó con un "todo o nada" que duró unos días antes de volver sobre sus pasos y aceptar su 'envío' a Correos.

Fue la comidilla durante semanas en el partido, entre la decepción y la justificación porque su asesinato en Ferraz le habían aportado 'piel de jabalí'. Aunque todos supieran ya que era la primera demostración de una frialdad ajena a las lealtades personales que sólo entiende de pragmatismos y conveniencias. Y el baño de realidad no había hecho más que empezar. Ninguno de los que formaron su llamado 'Gobierno en la sombra' con el que se presentó a la investidura fallida en 2016 estaban en las ternas de ministrables: ni rastro de Jordi Sevilla, Rafael Bengoa, Ángel Ubide, Sami Nair, Victoria Camps o Silvina Bacigalupo...

El cabreo de Jordi Sevilla

El cabreo de Jordi Sevilla, uno de los poquísimos 'popes' del PSOE que se mojó apoyando a Sánchez en la consulta interna, con todo el PSOE histórico enfrente -Felipe, Zapatero y Rubalcaba-, fue "mayúsculo" al comprobar que su apuesta era una desconocida técnica europea, Nadia Calviño. "Sevilla sólo quería ser ministro" y, sin explicación mediante de Sánchez, recibió el pago a sus servicios con la presidencia de Red Eléctrica. El mismo patrón de Serrano y Sevilla lo empleó con su fiel escudero César Luena, su ex secretario de Organización que se manchó las manos con las urnas ilegales del Comité Federal "de la vergüenza" y a quien exilió dignamente al Parlamento Europeo.

Ábalos: "no me vas a humillar"

La operación de márketing del Gobierno de galácticos se diseñó en su chalet de Pozuelo con sus personas de mayor confianza. El sábado siguiente a la moción, José Luis Ábalos y Adriana Lastra acudieron a su domicilio particular para participar de sus decisiones. "Sánchez no habría ganado sin Ábalos" y su fructífera estructura de recopilación de apoyos en los territorios. El llamado "corazón del partido", el músculo sin el cual el PSOE no late, "se ha quemado por el jefe" en casos como el Delcygate, Plus Ultra o la Ley de Vivienda. Cuentan sus cercanos que su enfado es mayúsculo, que Sánchez le informó de la crisis de Gobierno el miércoles, tres días antes de la remodelación, y que él llamó a los territorios pues gran parte de los nombramientos (Isabel Rodríguez, Pilar Alegría...) fueron nombres aportados por los barones para garantizar el equilibrio territorial y, en consecuencia, garantizarse su silencio. No fue hasta el sábado cuando Sánchez informó a Ábalos de "lo suyo, a lo que José Luis replicó: 'me compensarás en el partido'. Y Pedro le dijo: 'no, no vas a repetir como secretario de Organización'". La respuesta de Ábalos fue un golpe en la mesa: "Pues a mí no me vas a humillar" y abandonó automáticamente su puesto en Ferraz sin mentar siquiera a Pedro Sánchez en su entrega de cartera.

Duelo al amanecer en Madrid

Explican fuentes del Ejecutivo que "lo que ha hecho el presidente es castigar a los que protagonizaron la batalla interna entre Moncloa y Ferraz: Ábalos y Calvo de un lado y Redondo por otro". Una decisión salomónica con la que advertir de que "esto no va a ser un espectáculo como había entre Soraya y Cospedal; si estorban, fuera". En una sugerente imagen, hay quien compara lo ocurrido con el film clásico Duelo al amanecer: "al final, mueren los dos". Y en esto Madrid tuvo mucho que ver. Fieles sanchistas como José Manuel Franco, o Ángel Gabilondo, utilizados para recuperar la federación madrileña tras la defenestración de Tomás Gómez, lo volvieron a ser tras la debacle del 4-M en la capital, con la intención de aplacar el fuego cruzado entre Moncloa y Ferraz y camuflar los graves errores de la campaña ideada por Redondo, hoy defenestrado a su vez por el jefe de filas socialista.

De Gómez y Carmona a Franco y Gabilondo... La lista de damnificados del sanchismo en apenas cuatro años no cabe en una sola crónica. Y esto es lo que ha puesto en alerta al partido. La jugada inesperada de Pedro Sánchez ha dejado en shock a un partido que contiene la respiración de cara a la siguiente batalla: la remodelación del PSOE de cara al 40º Congreso Federal del mes de octubre, que promete ser una auténtica purga. En Ferraz descuentan que sólo repetirán una quincena de los 47 miembros actuales de la Ejecutiva Federal y que Santos Cerdán y Adriana Lastra heredarán el partido como secretario de Organización y vicesecretaria general. Un organigrama en el que Carmen Calvo se perfila como presidenta del PSOE, como adelantó Libertad Digital.

Cortar 'Lastre'

Pero nadie se atreve ya a apostar porque: "Con éste, nunca se sabe". Sánchez ha eliminado hasta a las quinielas, lo cual genera un síndrome de Estocolmo entre quienes padecen su thriller psicológico. De la misma forma en que los ministros hacían méritos multiplicando su actividad para acaparar los focos presentándose como imprescindibles, ahora lo hacen los cargos del partido y sus equipos, publicitando las intervenciones con las que unos y otros dicen lo que saben que quiere Pedro Sánchez. Como Margarita Robles, quizás la única ministra que sigue siéndolo pese a haber formado parte de su equipo de fieles desde las primarias. O como Adriana Lastra, la única que permanecerá en Ferraz pese a haber compartido maniobras y críticas con los defenestrados. Lastra clausuró el viernes las jornadas veraniegas de la Fundación Pablo Iglesias con una prudencia insólita en el látigo socialista, midiendo cada palabra: "Iniciamos hace unas semanas un camino largo y con muchas curvas pero un camino que merece la pena recorrer porque es el único que hay para llegar al objetivo".

El camino es Sánchez y el objetivo también. Por eso muchos atribuyen la prudencia de Lastra a su miedo a que el presidente siga soltando lastre para aliviar la pesada carga de quienes se inmolan en su nombre. Otra escabechina más para 'Pedro I el Cruel', apodado así por sus detractores frente al sobrenombre con el que le bautizaron sus partidarios: 'el Justiciero'. Demasiadas coincidencias con el líder del PSOE que se ganó tal mote al defenestrar a Tomás Gómez, tras cambiar con nocturnidad la cerradura de su despacho en el PSM privándole de su preciada colección de vespas en miniatura; mismo modus operandi que en el desalojo del susanista, Antonio Pradas, quien denunció que "ni siquiera me han dejado coger la foto de mi hijo de mi despacho" después de presentar la dimisión de la mitad de la Ejecutiva.

'Pedro I el Cruel' no hace prisioneros y ha sembrado el "pánico precongresual" en Ferraz. Tal parece que conoce el final de Pedro I, único hijo legítimo de Alfonso XI de Castilla, asesinado por su hermano bastardo Enrique, tras la traición de Montiel. Fue Enrique, el vencedor, el que reescribió su historia y difundió su leyenda negra. Porque la historia la escriben los vencedores, los que sueltan lastre y no dejan cabos sueltos, especialmente, la de quienes saben su verdad.

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