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Los años de Aznar: la defenestración de Vidal-Quadras

El profundo dolor que le producía ser calificado como enemigo de Cataluña, por defender a España, era una llaga que costaba cicatrizar.

El profundo dolor que le producía ser calificado como enemigo de Cataluña, por defender a España, era una llaga que costaba cicatrizar.
Alejo Vidal-Quadras. | Archivo

Sergio Gómez-Alba (1943) fue diputado del Partido Popular por Barcelona entre 1993 y 2004 y vivió desde dentro del grupo parlamentario las dos legislaturas de José María Aznar como presidente del Gobierno. Acaba de publicar en la editorial Almuzara una evocación de ese periodo bajo el título Los años de Aznar. Ofrecemos un extracto del capítulo consagrado al Pacto del Majestic y la marginación de Alejo Vidal-Quadras, asuntos ambos cuyas negociaciones Gómez-Alba conoció muy de cerca.

***

El acuerdo de fondo entre CiU y el PSC jugó un importante papel en la aprobación de esta ley que discriminaba a los castellanohablantes en los ámbitos comerciales y educativos [Ley de Política Lingüística, aprobada en el Parlamento de Cataluña en 1998]. Esta posición del PSC, con la que nunca estuvieron demasiado cómodos un gran número de cuadros socialistas, ha pesado como una permanente losa sobre ellos y dañado gravemente el ADN de este partido en Cataluña, al que hoy muchos ven como los permanentes colaboracionistas del nacionalismo. Las decisiones que se tomaron a continuación desembocaron en la inmersión lingüística. Esta ley de 1998 significaba el inicio de un programa de ingeniería social que fue implementándose desde aquellos años y que ha eclosionado con la actual situación catalana. No es concebible en ningún régimen democrático europeo la operación de ortodoncia social que se ha llevado a cabo en Cataluña.

A pesar del voto en contra de nuestro partido, Aznar no recurrió la ley ante el Constitucional y convenció al Defensor del Pueblo para que no lo hiciese tampoco él. Puede que otra vez la razón de Estado se impusiese al gobernante, pero si el PSOE y el PSC hubieran estado donde tenían que estar, es decir, con su gente, con la gente que les votaba y que confiaba en ellos, y hubieran recurrido al Tribunal Constitucional la ley, las libertades en Cataluña se habrían salvado. Ellos no se debatían ante la razón de Estado, y solo tenían que recordar que eran un partido obrero, es decir, de emigrantes en Cataluña, y español, porque Cataluña suponemos que también era España para ellos.

Cuando Alejo Vidal-Quadras fue apartado de la dirección del PPC, fundó una plataforma que se llama Convivencia Cívica Catalana, que agrupa a las asociaciones que luchan por una Cataluña libre de nacionalismo secesionista. Ahí estaban José Domingo, letrado de la Seguridad Social y que hoy encabeza la asociación Impulso Ciudadano, Paco Caja, Marita Rodríguez y toda una serie de gente que luego ha continuado defendiendo la Cataluña plural frente al nacionalismo hegemónico.

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Convivencia Cívica Catalana se dirigió al Defensor del Pueblo con un informe muy elaborado en el que, gratis et amore, trabajó incansablemente el reputado catedrático de Derecho Administrativo Tomás Ramón Fernández, así como un grupo de abogados integrados en esa plataforma. El resultado fue un magnífico informe que se entregó al Defensor del Pueblo para pedirle que presentase un recurso de inconstitucionalidad, cosa que entra de lleno en sus competencias de acuerdo con la Constitución. El Defensor del Pueblo y su equipo tuvieron varias reuniones con los proponentes y decidieron presentarlo.

El president Pujol, al conocer que esto se estaba gestando, le dijo a Aznar que, si este recurso se presentaba, rompía el pacto y le dejaba en minoría. El presidente Aznar envió a un distinguido diputado perteneciente a la misma familia política democristiana que el Defensor del Pueblo, Álvarez de Miranda, y con el que este tenía antiguos vínculos de militancia y amistad. El emisario le explicó que, si presentaba el recurso, provocaría una catástrofe, porque España entraría en la inestabilidad e incertidumbre, fatales para la economía y para las necesidades de todos los españoles. Por muy fundamentadas que estuviesen las razones del recurso, los aspectos difícilmente compatibles con la Constitución y lo que tenía de violación de los derechos de los catalanes, había un bien mayor a preservar que era la estabilidad gubernamental, el interés general, la razón de Estado. El Defensor del Pueblo aparcó el recurso y lo sustituyó por un dictamen en donde criticaba la ley de política lingüística, pero no presentó el recurso.

Dice Alejo Vidal-Quadras:

El PSOE es culpable por colaboracionismo activo, y el PP por tolerancia pasiva, pero los dos son culpables y el Gobierno de Aznar no hizo nada para garantizar el derecho de los padres a la educación en español y catalán de sus hijos, como ordenó el Tribunal Constitucional en 1994, y consintió la continuada aplicación de la inmersión lingüística en catalán de manera obligatoria.

Continúa:

Pasado mañana (27 de febrero de 2020) en un congreso de la sociedad civil que se realiza en Madrid, se abre el congreso con una conversación-debate de Felipe González y José María Aznar. Yo he dicho y escrito que todo lo que digan los dos expresidentes en esa charla, que no es la primera ya, carecerá de valor, si no va acompañado de un sincero y dolorido acto de contrición, porque los dos, los dos junto con José Luis Rodríguez Zapatero y Mariano Rajoy, todos ellos sin excepción, han permitido con su pasividad a veces, con su actuación activa en otras, con su falta de visión histórica siempre, con su oportunismo, su pusilanimidad... todos ellos, todos nos han traído a donde estamos hoy, donde la existencia de España como nación está amenazada y puesta en cuestión.

(…) En una charla que, hace poco, hemos mantenido sobre estos asuntos, Alejo continúa con una triste y amarga reflexión difícil de rebatir:

Vale que en los cuatro años en que Aznar necesitaba a Pujol esterilizase su partido en Cataluña, pero, cuando los españoles en el año 2000 le dan la mayoría absoluta, ¿no hubiera sido el momento de haber rectificado, y volcarse en la defensa de los derechos civiles de los catalanes, y volver al Partido Popular de Cataluña firme y beligerante contra el catalanismo independentista que, paso a paso, tomaba la sociedad catalana, la amordazaba, le endosaba carnets de buena o mala catalanidad? A ese partido que quitó la mayoría absoluta a CiU y crecía, crecía, crecía con la abnegación y esfuerzo de todos nosotros, abucheados, escupidos y apedreados. Al día de hoy, cualquier planteamiento tendente a restablecer los derechos y libertades de los ciudadanos es considerado por la Generalitat como un ataque a Cataluña.

El Pacto del Majestic es también recordado por muchos como la ocasión en la que Pujol pidió la cabeza de Vidal-Quadras a Aznar y este se la entregó. (…) No puedo dejar de transcribir lo que Vidal-Quadras me contó al respecto:

En marzo de 1996, fui invitado por Zaplana y Rita Barberá a las Fallas de Valencia. En el ayuntamiento, Aznar le dice a Rita: "He de hablar con Alejo". Rita nos lleva a una lujosa salita y Aznar dice: "Bueno, Alejo, he hablado con Pujol y me pide tu relevo. Yo le he dicho que no, pero has de adaptarte". Pasan unas semanas y, tras el Comité Ejecutivo Nacional, Aznar me dice: "Alejo, sube a mi despacho". Yo le noto tenso, serio, y me dice: "Que sepas que iremos a Cataluña a cerrar el pacto con Pujol". No me dice "ya nos veremos", ni me adelantó acuerdos que sería lógico que el presidente del PPC conociese, aun someramente. En ese momento lo vi todo claro. Sentí una profunda decepción y desamparo. En Barcelona no fui invitado ni informado; era como si yo no existiese. En la televisión salió todo. Sergio, yo había cumplido su encargo, hacer crecer al PP de Cataluña, sacarlo de la insignificancia en que estaba, dotarlo de un discurso propio. Pedí verle y no me quiso recibir. En un curso de verano dije algo que no gustó sobre los nacionalistas y que se malinterpretó; El País sacó siete portadas al respecto, como que yo quería cargarme el pacto. No quiso recibirme. Yo decidí morir matando y presentarme como candidato al próximo Congreso del PPC. Ángel Acebes me llamó y me dijo: "El presidente te pide que no te presentes a la elección del 47 PPC, piensa en ti para un importante puesto". Yo pido hablar con él, pero no lo consigo. Amago con volverme a presentar y me llama Jaime Mayor Oreja, y me dice: "Si te presentas, ganarás el congreso, pero nombraremos una gestora y te destituiremos; generarás una crisis y un gran desgaste. Te pido por patriotismo que no lo hagas". En el siguiente Comité Ejecutivo Nacional anuncié que no me presentaba.

(…) Alejo hablaba un catalán más perfecto que el de los que le denigraban, tenía más ascendencia catalana que la mayoría de ellos, y no creo que ninguno amase más a Cataluña que él. El profundo dolor que le producía ser calificado como enemigo de Cataluña, por defender a España, era una llaga que costaba cicatrizar.

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