JxCat y ERC no han logrado aún llegar a la más leve aproximación en asuntos como el papel de Puigdemont o las competencias económicas y ya hay un nuevo punto de fricción, el pacto de los republicanos con la CUP. Los cuperos, que se definen como anticapitalistas, ya han advertido que la más leve modificación de su acuerdo con ERC comportará la retirada de su apoyo al candidato Pere Aragonès. Los neoconvergentes, por su parte, apuntan que ese acuerdo es de difícil cumplimiento, que no hay recursos para proyectos como la renta básica universal, que el modelo social que preconiza está muy alejado del programa de Junts per Catalunya y que compromete la recuperación económica.
La descalificación en toda regla de la parte social del pacto por parte de JxCat han disparado las alarmas tanto en la CUP como en ERC. Los primeros se muestran contundentes. No aceptarán que se toque ni una coma en asuntos como la política de vivienda, la renta básica, la creación de un banco público o el cambio de modelo policial. En Junts no están por la labor de comprometerse con las "soluciones" antisistema en áreas económicas o en lo que respecta a la seguridad ciudadana.
¿A mediados de abril?
ERC insta a unos y otros a ser flexibles, pero reprocha a los dirigentes de JxCat que durante la campaña dijeran que eran de izquierdas. También aluden al pasado izquierdista de Jordi Sànchez, secretario general del partido de Puigdemont y jefe del equipo negociador. Y a pesar de las nuevas discrepancias, confían en llegar a un acuerdo de investidura y de legislatura a mediados de abril. Se escudan en que fue la misma portavoz de JxCat, Gemma Geis, quien dijo en la segunda sesión de investidura que el propósito de la formación no era el de agotar los plazos ni mucho menos precipitar una repetición de los comicios.
También se muestran optimistas en ERC por los ligeros avances en cuanto al papel del Consell per la República, entidad que se ha mostrado dispuesta a modificar su estructura de mando para que tengan peso los republicanos. Sin embargo, no hay avances en cuanto a la posición de Puigdemont en la nueva hoja de ruta ni en materia de competencias económicas, asunto en el que ERC se muestra renuente a ceder el control y la gestión de los prometidos fondos europeos para la reconstrucción.