ERC revienta la agenda de Sánchez y le obliga a decidir sobre los indultos antes de las elecciones
La estrategia de Moncloa salta por los aires. De la jugada 'Redonda' de encumbrar a Illa a la tormenta perfecta de hundir al PSC con la tercera ola.
La estrategia estaba pensada para el golpe de efecto de último minuto. Un relevo en la candidatura del PSC que se llevó con sumo sigilo con el fin de pillar con el pie cambiado a sus competidores electorales y exprimir al máximo el llamado 'efecto Illa' que detectaron las encuestas internas socialistas en las que el PSC se aupaba hasta la segunda fuerza gracias a arañar voto de ERC y Podemos.
La diosa Fortuna no ha acompañado en esta ocasión a los socialistas que han visto cómo la situación ha dado un giro de 180 grados: de encumbrar a Illa -a quien incluso se le veía con opciones de gobernar en la Generalidad-, a la tormenta perfecta que no sólo podría diluir el 'efecto Illa' sino hasta hundir el barco del PSC por asumir su candidato el coste de la tercera ola del Covid, que pretendía esquivar saliendo del Ministerio de Sanidad justo a tiempo, cediéndole el testigo a Carolina Darias y, en una cuadratura del círculo, fichando a Miquel Iceta para el Consejo de Ministros.
Los planes de Pedro Sánchez eran dejar a Salvador Illa justo hasta el inicio de la campaña electoral el 31 de enero, justo antes de que se notaran los efectos más duros de las Navidades en las tasas de incidencias del coronavirus y la saturación en los hospitales. De hecho, la consejería de Salud del Gobierno catalán fijó en la víspera de los comicios del 14 de febrero el pico de ocupación en las UCI.
La traición de ERC
Con lo que no contaban en el Gobierno, el PSOE y el PSC es que las mismas maniobras de Sánchez e Illa para maximizar sus resultados en función del calendario las hicieran también en el Govern retrasando las elecciones con la excusa de la pandemia y la esperanza de remontar su proyección de voto en tres meses, recuperar la fugo de voto de ERC a PSC y darle la puntilla a un Salvador-Illa cuyas "presiones", junto a Miquel Iceta, encendieron la ira de los republicanos que acusaron al candidato/ministro de "presionar por puro electoralismo".
ERC vio ahí la posibilidad de erosionar la crecida intención de voto del PSC y preparó su particular golpe de efecto: un pacto para consensuar la postura del gobierno catalán entre ERC y JuntsXCat dejando sólo al PSC en su intención de mantener las elecciones y mostrándole como el único partido que le daba la espalda a los preocupantes datos del Covid. A mitad de semana, fuentes socialistas avanzaban que el PSC intentaría buscar un acuerdo con su socio republicano. Pero también con muy poca fortuna gracias al paso en falso del ministro de Justicia, Juan Carlos Campo, sentenciando que el retraso de las elecciones sería "ir en contra de la democracia" horas antes de que el PSC asumiera ese ataque democrático al proponer elecciones en marzo.
Esto fue "la puntilla" para ERC que decidió darle la patada al tablero y llevar a mayo los comicios autonómicos, hasta el más extremo de sus escenarios y el que más perjudica a Illa y a Sánchez. Una "traición" de ERC al Gobierno que se sumió en la más profunda decepción con el socio al que creía domesticado tras la aprobación de los Presupuestos. Y a la decepción le siguió un sentimiento más desgarrador: el baño de realidad.
Los indultos, encima de la mesa
La constatación de que este golpe de gracia "complica el escenario" no sólo para el PSC sino para el Gobierno central ya que obliga a Pedro Sánchez a decidir sobre los indultos antes y no después de las elecciones catalanas como se habían prometido felizmente. La estrategia del hermetismo, sin desvelar la incógnita de si el Ejecutivo concedería o no los indultos a los golpistas del 1-O, perseguía cegar las dos posibles fugas de voto del PSC. Si Sánchez concedía esta medida de gracia a los presos, perdería voto de Ciudadanos de quien ha recibido en torno a un 20% del caudal total de votantes, según fuentes del PSC; si no los concedía, la fuga se produciría hacia ERC y Podemos, de quienes está obteniendo en estos momentos el grueso de su crecimiento potencial. La ilusión ha terminado y la estrategia se ha truncado. Reconocen en el Ejecutivo que, ahora sí, Pedro Sánchez tendrá que tomar esta decisión y asumir por tanto su coste electoral.
El ministro de Justicia, Juan Carlos Campo, se había escudado hasta ahora en que tomaría una decisión cuando tuviera "todos los informes preceptivos encima de la mesa". Tiene ya el de la Fiscalía y le falta el del tribunal sentenciador, el Tribunal Supremo, de cara a un tramite que suele durar unos seis meses. Ya han pasado tres. Campo anunció el inicio de ese procedimiento el pasado mes de septiembre, en una respuesta parlamentaria en el Congreso. Desde entonces han pasado tres meses, con lo que se ha llegado al ecuador de ese tiempo fijado.
A más tardar a finales de marzo, el ministro de Justicia, Juan Carlos Campo, tendría que elevar un dictamen al Consejo de Ministros para tomar una decisión. Una carrera contrarreloj en la que el tiempo juega en contra de los intereses electorales del Gobierno y el PSC.
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