Aunque en tableros diferentes, tras varios meses de encontronazos, los socios de gobierno en la Generalidad empiezan a rentabilizar la partida 'del diálogo' con el PSOE. Las discrepancias entre los de Puigdemont y Junqueras son cada vez mayores a cuenta de quién debe tener más protagonismo en la mesa de negociación que arrancará en febrero pero aún así, y excepción de algún dardo velado, los socios quieren guardar las apariencias para no desatar un nuevo cisma a las puertas de las próximas elecciones.
De la misma manera que en el tres en raya, para ganar la partida siempre se tiene que empezar en el centro, y Quim Torra sabe que proteger su liderazgo a semanas de perder la Generalidad le otorga de nuevo un protagonismo con el que no contaba. Por eso, su encuentro con el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, en la sede del Gobierno autonómico con la escenografía a favor, no hizo sino rehabilitarle cuando ya se le daba prácticamente por amortizado.
De ahí que el jueves Torra optase por un llamativo cambio de discurso pasando de la desconfianza en el foro de diálogo a querer presidirlo a toda costa. En un nuevo intento de apropiársela, el presidente catalán no dudó incluso en utilizar un acto de perfil bajo junto a alcaldes separatistas para trasladar a Moncloa una nueva amenaza: que su paciencia no será eterna, como tampoco lo es su presidencia. "Nosotros no seremos los que dejaremos la autodeterminación para más adelante, es aquí y ahora y en cualquier reunión que tengamos con el gobierno de España", dijo este viernes Torra.
ERC avanza y marca territorio
Los de Junqueras también se atribuyen su propio éxito que para ellos es haber conseguido que la mesa de diálogo eche a andar y demostrar ante su militancia que el PSOE ha cumplido con lo pactado lejos del "engaño" que auguraban los de Puigdemont. Lo que no están por la labor de aceptar en ERC es que el partido de Torra acapare el triunfo de la mesa y cuando Torra este jueves se apresuraba en anunciar que él debe ser quien la presida, en el partido de Junqueras no tardaron en pararle los pies.
"Es lógico que también se siente el vicepresidente Pere Aragonès", reivindicaba la portavoz del partido en Cataluña, Marta Vilalta en los pasillos del Parlamento, y en el Congreso, Gabriel Rufián, marcaba territorio y resaltaba que la activación de la mesa de negociación "es una buena noticia de la que nos sentimos muy orgullosos" porque "ERC lo puso al servicio de la resolución del conflicto político en la investidura".
Su apoyo a Sánchez le ha valido, sin ir más lejos este viernes, la incorporación de una diputada de ERC, Carolina Telechea, a la mesa de la Comisión de Justicia pero ERC aspira a mucho más, y sabe que si finalmente las elecciones catalanas se retrasan hasta después del verano, también puede rentabilizar la partida de apoyar los nuevos Presupuestos Generales del Estado. Vender en campaña unos presupuestos con más dinero e inversiones para Cataluña, le daría a los de Junqueras el empujón definitivo para hacerse con Sant Jaume.
El otro frente de cara al foro de diálogo con el PSOE es la figura del mediador, que tras semanas al margen, vuelve a escena. ERC lo ve secundaria, no quiere que "sea una excusa" que pueda bloquear la puesta en marcha de la mesa que tanto necesitan que prospere. Pero este jueves el Parlamento catalán ratificaba en un pleno la exigencia de un mediador internacional que "dé garantías y vele por el cumplimiento de los acuerdos" y ayer Torra defendía que en base a lo votado –con el apoyo de JxCAT, ERC, la CUP y abstención de los comunes– , la figura de un mediador "será de obligado cumplimiento".
Puigdemont gana tiempo
La otra derivada en este escenario son los planes del fugado Carles Puigdemont. Desde el anuncio de futuras elecciones, el expresidente catalán no hace otra cosa que pensar en quién puede ser el candidato que encabece las listas de unas siglas que, por otra parte, tampoco están claras. Puigdemont necesita tiempo para reordenar sus tres partidos –JxCAT, la Crida y lo que queda del PDeCAT– y estudiar cuál será la mejor estrategia para impedir los planes de ERC de llegar a la Generalidad con el apoyo de los comunes y el PSC.
Que Torra haya ganado protagonismo en las últimas horas le otorga una ventaja a Puigdemont con la que ya no contaba. Mientras el presidente catalán lo siga siendo y pueda apropiarse la mesa de negociación con los socialistas, Puigdemont tendrá a su vez un importante papel como espectador en primera fila de esos futuros encuentros. Es más, mientras Torra pueda mantener su liderazgo en ese foro, el fugado podrá controlar el contenido que la parte independentista aportará en cada conversación. A Puigdemont le interesa que las elecciones se retrasen aunque sabe que eso solo depende del Supremo.