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La noche más amarga de Pablo Iglesias en La Sexta

La Sexta se cebó con Iglesias, tanto que a muchos se nos acabaron las reservas de palomitas sentaditos en nuestro sofá.

Se acercan las elecciones, las calles de Cataluña arden de pacifismo independentista (únicamente perturbado por grupos incontrolados de fachas), anoche comenzó una nueva gota fría y mañana exhuman a Franco. Los temas de interés para el público de La Sexta se acumulan vertiginosamente y la cadena progresista tiene que hacer un esfuerzo para estar presente en todos estos frentes informativos. Tan es así que el binomio Ferreras-Pastor se ha visto obligado a hacer doblete como ocurrió anoche con El Objetivo, donde ella entrevistó a Pablo Iglesias apenas cuarenta y ocho horas después de hacer lo propio con Pablo Casado.

La Sexta ya no es de Iglesias, o al menos no tanto como lo fue hace años. Ahora es más de Errejón, porque la cadena progresista no lleva nada bien que no haya un Gobierno de izquierdas en este país por culpa de las veleidades del líder podemita. Este desdén de la cadena perroflauta de Atresmedia hacia Pablo Iglesias es algo que venimos percibiendo (¡y denunciando!) desde hace algún tiempo, pero lo de anoche marcará un antes y un después.

La Sexta se cebó con Iglesias, tanto que a muchos se nos acabaron las reservas de palomitas sentaditos en nuestro sofá. El primer estacazo gordo se lo recetó una señora del público, tarraconense por más señas, que acusó a Iglesias de blanquear a los golpistas y de querer privar de sus derechos fundamentales a más de la mitad de los catalanes, ese 52% según las propias encuestas del frenopático, que quiere seguir vinculado a España y Europa. Cómo sería de glorioso el rapapolvo de la espectadora que Ana Pastor decidió interrumpirla dos veces para que no acusen al programa de ensañamiento.

Se acercaba el final de la entrevista y entraba un bloque de publicidad, pero si Iglesias pensaba que el mal trago ya había pasado estaba muy equivocado. Antes de acabar, Pastor invitó a su invitado a ver un breve reportaje sobre la energía nuclear, en el que se ridiculizaba la propaganda alarmista de la izquierda sobre los peligros de la radiación y se ponderaban las virtudes de las centrales atómicas para luchar contra el cambio climático. La cara desencajada de Iglesias cuando la imagen volvió al plató lo decía todo.

A Casado, Rivera o a Errejón los sacan los domingos en prime time, y a Iglesias lo colocan un martes por la noche mientras el Madrid se juega su pase a los cuartos de la Champions League. Y no contentos con esa afrenta, doblemente dolorosa para un personaje tan absurdamente soberbio como Iglesias, los responsables de La Sexta le preparan una encerrona por todo lo alto para desesperación de los funcionarios, veganos y senderistas que todavía piensan votarle. Solo ellos se merecen que su televisión de referencia los trate tan mal.

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