Vamos a elecciones, bonita
Ana Pastor quiere evitar nuevas elecciones y, de paso, instaurar un Gobierno más progresista aún, si cabe, que el de Pedro Sánchez.
El Objetivo de La Sexta, el programa de entrevistas que dirige y presenta Ana Pastor, ha comenzado la temporada entrevistando a Carmen Calvo y hablando de la listeriosis, dos de los problemas más acuciantes de la España actual.
Calvo Poyatos, vicepresidenta del Gobierno, fue la elegida para dar inicio a la temporada de la cadena eminentemente progresista que este año ha comenzado antes que nunca, bien porque el momento político exige que las estrellas de La Sexta estén al pie del cañón, bien porque el jefe de los informativos ha puesto a fichar a todo el personal sin hacer excepciones con las estrellitas de la Casa.
Fiel a su estilo cuando se impone un deber cívico, Pastor no pregunta al invitado sino que debate abiertamente con él, interrumpiéndole a cada momento para que sepa quién es la estrella del programa que el público de La Sexta quiere ver y escuchar. El objetivo de El Objetivo, por tanto, era que la vicepresidenta reconociera que Sánchez se ha equivocado y que Podemos debe entrar en el Gobierno de España con todos los honores. Porque Ana Pastor quiere evitar nuevas elecciones y, de paso, instaurar un Gobierno más progresista aún si cabe que el de Pedro Sánchez metiendo a los de Pablo Iglesias en él. Lamentablemente para los podemitas, la presentadora fracasó. Y no porque Ana Pastor no sea convincente, sino porque Carmen Calvo ha integrado la mentira en su discurso político con tal naturalidad que ya es inmune a cualquier razonamiento que exija un mínimo de coherencia o de honradez intelectual.
Las presiones de Ana Pastor para evitar las elecciones fueron tremendas. Pocas veces se ha visto en un programa en directo preguntar al invitado sobre un tuit escrito segundos antes por uno de sus rivales más encarnizados. La presentadora de La Sexta lo hizo para leerle a Carmen Calvo los reproches que acababa de hacerle en las redes sociales Jaume Asens, ese diputado barcelonés empotrado en el grupo podemita para macerarlo con la matraca del butifarréndum, que hace gala en sus cortas intervenciones desde la tribuna del hemiciclo de una pavorosa incapacidad para expresarse en un español medianamente inteligible.
La vicepresidenta en funciones se zafó como pudo de estos ataques de dudosa elegancia y siguió defendiendo la necesidad de un Gobierno "cohasionado" y desgranando las graves incoherencias del "modus operando" de Podemos. Solo le faltó gritarle a la contumaz presentadora "¡Que vamos a elecciones, bonita!". Hubiera sido un perfecto broche final.
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