La visita a la prisión de Lledoners, cerca de Manresa, se ha convertido en una atracción turística menor. Casi siempre hay gente en los alrededores con banderas separatistas y lazos amarillos, pero de las fiestas, manifestaciones, conciertos y acampadas se ha pasado a la presencia de unas pocas personas, curiosos y gente de paso con ganas de hacerse una foto con el fondo de la prisión de la Generalidad que acoge a parte de los autores del golpe de Estado del 1-O.
Joan Porras, el célebre Joan "Bonanit", continúa con su rutina y cada día se acerca a la cárcel para dar las buenas noches megáfono en ristre a los llamados por el separatismo "presos políticos", "prisioneros" e incluso "rehenes", pero la suerte de quienes esperan la sentencia del Tribunal Supremo ha pasado a un segundo plano mientras se agudizan las tensiones en el separatismo sobre el camino a seguir y las entidades denuncian el sesgo "autonomista" de las estrategias de Junts per Catalunya (JxCat), ERC e incluso la CUP.
La organización de la próxima Diada del 11 de septiembre ha hecho aflorar las fuertes discrepancias entre la Assemblea Nacional Catalana (ANC) y Òmnium y los partidos. Por primera vez en la tradicional manifestación separatista de comienzo de curso no habrá espacio reservado a la clase política, una señal más que evidente de que las desavenencias no sólo son entre ERC y JxCat tras los pactos municipales de unos y otros con el PSC.
Cruce de reproches
Entre tanto, los presos tratan de mantener una cuota de pantalla cada vez más reducida tras los picos del juicio en el Tribunal Supremo. Las noticias que proceden de la cárcel de Lledoners abundan en las llamadas a la unidad separatista y en la retórica revolucionaria, pero también reflejan un cierto desaliento.
El ejemplo más reciente y evidente es el cruce de cartas entre el expresidente de la ANC, Jordi Sànchez, ahora en el partido de Puigdemont, y un periodista, Andreu Barnils, del decano de los digitales separatistas, Vilaweb, quien alertó en un artículo de que los presos habían puesto sobre la mesa el indulto para facilitar la investidura de Pedro Sánchez.
La carta de respuesta del dirigente separatista preso fue en extremo contundente: "Estoy hasta los cojones de todos los que se llenan la boca con los presos políticos pero practican la máxima de 'todo por los presos pero sin los presos'. Y eso vale tanto para los periodistas como para los políticos supuestamente empáticos, solidarios y compañeros de lucha".
Sànchez también sostiene que en ningún caso solicitará el indulto ni promoverá que se pida en su nombre, que no renuncia a hacer política desde la cárcel y que en ningún caso se ha planteado negociar con el Gobierno del PSOE la renuncia a la independencia a cambio de la libertad, tal como sugería el periodista Barnils.
Mas y la "caja de solidaridad"
Muy diferente es la situación de los procesados por el primer referéndum separatista, el del 9 de noviembre de 2014. La caja de solidaridad establecida para hacer frente a fianzas y embargos informa de que ha completado todos los pagos pendientes. En concreto, dos millones de euros reclamados por el Tribunal de Cuentas a Artur Mas, Joana Ortega, Irene Rigau y Francesc Homs, así como los cientos de miles de euros que faltaban para completar la fianza de 5,8 millones de euros impuesta por el juzgado de instrucción número 13 de Barcelona a los altos cargos de la Generalidad procesados por la consulta del 1-O.
Las multas y embargos no han impedido, sin embargo, que Mas haya disfrutado de unas vacaciones a todo tren en Ibiza que incluyeron yate y vuelos privados supuestamente costeados por un empresario afín a la causa separatista