Esta semana se cumplen catorce meses de su llegada a la Generalidad y es exactamente el tiempo que el presidente catalán, Quim Torra, ha tardado en aprobar su primera ley: la Agencia de Salud Pública de Cataluña, suprimida en 2014 por el entonces presidente Artur Mas y que la semana pasada logró salir adelante con el apoyo de todos los grupos de la cámara catalana. Hasta ahora, la mayor hazaña del Gobierno separatista en el Parlamento se limitaba a haber conseguido modificar la norma de Espacios Agrarios y suprimir el llamado Consejo Comarcal del Barcelonés.
Tampoco Torra ha destacado en estos catorce meses al frente del Gobierno catalán por su popularidad. Su aislamiento ha sido tal que el único presidente autonómico que ha querido recibirle ha sido el lehendakari, Íñigo Urkullu, hace 8 meses y, aún así, Torra tuvo que desplazarse hasta Ajuria Enea para poder mantener una breve charla. Que a Quim Torra se le agota el tiempo al frente del Gobierno catalán es más que evidente, y la última crisis desatada con ERC no ha hecho sino avivar aún más un fuego que prendía tal día como hoy, catorce meses, nada más ser elegido como el sucesor de un prófugo de la justicia. Torra nunca ha tenido detrás el apoyo de un partido, no pertenece a ninguna sigla, aunque el fugado Carles Puigdemont desde Waterloo haya ordenado a los suyos en multitud de ocasiones salir en su rescate.
La última ha sido este mismo lunes, cuando las presiones para que Torra adelante elecciones ya no solo llegan desde las entidades separatistas en la calle y los radicales de la CUP –que este fin de semana lo votarán en asamblea– sino que sus socios de ERC también empiezan a perder el miedo a expresar en público que sería la mejor de las soluciones.
President @QuimTorraiPla entendreu q caldrà alhora el consentiment del republicanisme. Vull dir del meu partit, també. I cregueu-me q si a @Esquerra_ERC ja s’hagués debatut la conveniència o no de convocar, me n’hauria assabentat. @Esquerra_ERC https://t.co/wH5Kx5sWr9
— Joan Tardà i Coma (@JoanTarda) July 14, 2019
Lo dijo este fin de semana el exlíder de ERC en el Congreso, Joan Tardà, y lo han insinuado desde la dirección este lunes a respuesta de las declaraciones de Torra, en una entrevista en Público, descartando nuevas elecciones como reacción a la sentencia del Tribunal Supremo por el 1-O. "Estaría bien debatir y compartir la decisión de cuando tocan estas elecciones", le ha recriminado la portavoz de ERC, Marta Vilalta.
Desde JxCAT, el diputado Eduard Pujol se ha esforzado en negar la tormenta política con ERC. Sin embargo, acto seguido ha avisado a sus todavía socios de que "Torra es la única persona que tiene la potestad de convocar elecciones en Cataluña. Apelamos a todo el mundo a respetar la institucionalidad del presidente, la institución que preside y las responsabilidades que se derivan de su cargo", ha dicho en rueda de prensa desde el Parlamento en la que ha pasado de largo de los resultados que arrojan este lunes las encuestas, como la de El Periódico de Cataluña, que relega a JxCAT a una tercera plaza en la cámara autonómica siendo ahora la segunda fuerza más votada detrás de Ciudadanos.
Los de Puigdemont pasarían de los 34 escaños actuales, a los 24-25, según este sondeo. Tampoco Torra pasa por su mejor momento en cuanto a valoración como líder en la calle. Según otro sondeo del GESOP, el 57,6% considera que está "más bien insatisfecho" por su gestión al frente del Gobierno autonómico. Porcentaje de rechazo en el que se encuentra la mayor parte de los votantes de ERC que parecen admitir que el matrimonio de conveniencia atraviesa sus últimas horas de unión.
"El pacto con el PSC en la Diputación de Barcelona marca un antes y un después", admiten en público y en privado fuentes del partido de Oriol Junqueras que no perdonan este acercamiento a los socialistas a sus espaldas y en plena recta final para el debate de investidura para el que dicen los de Puigdemont, que "no regalarán sus votos". Aunque se siga esforzando en disfrazar la evidencia, lo cierto es que Torra estaría ante sus últimos días al frente de la Generalidad, y si su plan es el de esperar hasta conocer la sentencia, nada ni nadie puede descartar el escenario en el que pueda ser antes inhabilitado por desobedecer hasta en tres ocasiones la orden de la JEC de retirar la simbología separatista de las fachadas de los edificios públicos de toda Cataluña.