Se llama bulla en Andalucía, muy especialmente, en Sevilla, a las aglomeraciones de personal en torno a un acontecimiento, Semana Santa o Feria, principalmente. Por ejemplo, estar en una bulla es verse rodeado por miles de personas que se citan en torno a un paso de Misterio que desfila por calles estrechas. Pero los andaluces, catedráticos en bullas, ni tienen miedo ni corren peligro. Eso sí, el sudor y un poco de agobio no se pueden evitar.
Cuando Pedro Sánchez decidió las fechas electorales, se comprendió de manera inmediata que no quería una gran campaña electoral en una España en la que mayoritariamente se disfruta de la Semana Santa. Que empezara a punto de estrenarse el domingo de Ramos no era un buen presagio. En Andalucía, una de las regiones españolas donde más se vive esta semana grande, hay bulla en las calles, como siempre, pero no hay bulla electoral.
Por ejemplo, Susana Díaz parece haber desaparecido o casi. Estuvo la semana pasada con Pedro Sánchez en Dos Hermanas haciendo de "prima" porque la encerrona a la que le sometieron los sanchistas fue inmisericorde. Desde entonces, ha sido sustituida por un señor cuyo apellido echa para atrás, José Fiscal, uno de sus exconsejeros que se quedó sin trabajo en la Junta y ha pasado a ser la nueva cara de los susanistas en la oposición.
Susana Díaz no lo tiene fácil. Si Pedro Sánchez gana en Andalucía con más votos de los que ella sacó en las elecciones del pasado 2 de diciembre, su futuro se habrá quedado sin horizonte. Pero, ¿cómo hacer que obtenga menos sin que se note? La respuesta la tiene en el manejo de los sanchistas en las pasadas elecciones andaluzas que, según los propios susanistas, maniobraron para incrementar el nivel de la abstención sin importarles decir adiós al régimen del 82.
Por el momento, ante la campaña de perfil bajo de la líder, es el Fiscal el que arremete contra la nueva Junta. La última acometida la ha sufrido Juan Marín, su antiguo socio, al que exige explicaciones sobre una finca de Chipiona en la que departe con su cuñado, Manuel Buzón, los fines de semana. Se han sembrado dudas sobre la legalidad de sus construcciones por ser de origen rústico.
Pero vamos, es pura bagatela al lado de lo que sigue pasando en los tribunales, que con sus decisiones aumentan la factura que Susana Díaz ha dejado a los andaluces. La última, la sentencia que obliga a la Junta de Andalucía a pagar unos 75.000 euros al exconsejero socialista Ángel Ojeda, uno de los principales imputados en el caso del fraude de la formación.
O sea, que sumamos y seguimos. De los 762 millones de euros a los que la Junta debía hacer frente por negligencias varias del gobierno de Susana Díaz, quedaban por pagar 214 millones por fallos judiciales varios. La sentencia del Metro de Sevilla obliga a la Junta a pagar 167 millones, nada menos. Luego estaban los 21 que se le deben a la clínica Pascual. Y ahora, súmense los 75.000 euros de Ojeda, ganados por el magnate de la formación a causa de la "inactividad" de la Junta.
Ni siquiera hay bulla en los tribunales. La sentencia de los ERE —la del caso político desgajado donde se sientan Manuel Chaves y José Antonio Griñán—, va a tardar bastante. Por lo menos, dos meses más, quedando a salvo de los vaivenes electorales.
Delitos prescritos
De haber algo, es bulla negativa, es decir, ausencia de actividad y de eficiencia. Por poner un ejemplo, han pasado nada menos que 15 años desde que la Junta concedió una ayuda presuntamente irregular a Below Marko, S.A. En estos 15 años, nada se ha hecho desde la justicia. Por ello, la Fiscalía Anticorrupción ha pedido a la juez Núñez Bolaños, el archivo de esta pieza de la macrocausa de los ERE por haber prescrito los delitos.
Esta ausencia de diligencia ha hecho que, a principios de abril, recuerda ABC, la misma juez dio carpetazo a otras seis piezas del caso ERE al declarar "prescritos los delitos de prevaricación y malversación". 634.139 euros han sido oficialmente perdidos para las arcas públicas por un archivo que tuvo lugar una semana después de haberse iniciado diligencias.
Lo curioso es que las prescripciones ocurren porque la instructora no cita a los imputados en el procedimiento. Si a ello unimos el troceo del sumario y la ‘zona de impunidad’ que se abre cada vez más en el caso ERE respecto a las ayudas concretas, se verá cómo las dudas crecen en torno a uno de los escándalos políticos más importantes de la reciente historia de España.
Mientras tanto, hay trajín con el fajín de Franco que acompaña a la Virgen del Baratillo que sale tras el Cristo, de la misma Hermandad, esculpido por un imaginero ‘rojo’, hijo de republicanos fusilados en la Guerra Civil. Coincidencias haylas. De hecho, la Fiscalía dice que lo del fajín es irrelevante pero un juez abre diligencias —dicen los expertos que está obligado a abrirlas—.
La falta de bulla electoral
PP y Cs, con Pablo Casado y Albert Rivera poco visibles, con guerritas municipales de por medio, aprovechan el momento para dar desde la Junta 500.000 euros a las cofradías. Vox, favorecido por su marginación del debate a cinco en Atresmedia, sólo es representado por Abascal. Lo demás, apenas existe. Piensen si conocen el nombre de algún primer/a candidato/a en cualquier provincia, a ver si les sale algún nombre a la primera.
Vamos, que mientras que haya simpecados, incienso, azahar y cera en las calles andaluzas, bulla, lo que se dice bulla electoral, no va a haber. Habrá que esperar a ver si la campaña resucita también a partir del domingo cuando ya solo quedará una semana para el acontecimiento. De momento, el incendio de Notre Dame, que cabía entera en la catedral de Sevilla, es lo que más ha sobrecogido al personal -de las otras iglesias católicas europeas atacadas, profanadas o "accidentadas" no se habla-, pero sobre eso, aquí no se vota.
Por no haber no hay ni encuestas específicas, a pesar de que en Andalucía se juegan nada menos que 60 escaños de los 350 del Congreso y 41 de los 266 del Senado. Del último guiso del CIS de Tezanos, se desprendía que el PP se hundía y que el PSOE ascendía, pero su no consideración de los indecisos hace que se sospeche que es precisamente el partido de la indecisión el que se impone por ahora. Eso quiere decir que incluso lo inesperado es posible.