La retirada del lazo amarillo de la fachada del Ayuntamiento de Barcelona provocó anoche una fuerte bronca entre dos funcionarios y un agente de la Guardia Urbana y el grupo de ciudadanos que había descolgado la pancarta separatista.
El grupo, provisto con una pértiga, logró arrancar el símbolo separatista instalado en uno de los balcones del edificio y, cuando se disponía a llevárselo, tres personas, uno de ellos agente de la Guardia Urbana, salieron del Ayuntamiento para impedirlo. En el tira y afloja, el policía cayó y se dio un golpe con una valla cuando por fin logró apoderarse de la pancarta. El lazo ya luce de nuevo en la fachada.
Los ciudadanos que habían retirado el lazo aludían a la orden de la Junta Electoral Central para que se retire la propaganda separatista de los edificios públicos, pero tal orden no afecta a la alcaldesa Ada Colau, sino al presidente dela Generalidad, Quim Torra, quien ya ha contestado a través de los servicios jurídicos de la administración autonómica que va a hacer caso omiso del requerimiento. Arguyen que la orden "no es neutral", que las pancartas, lazos y banderas separatistas no se pueden quitar por razones logísticas que no se especifican y se amparan en la libertad de expresión de los funcionarios.
Se trata de primer acto concreto de desobediencia del presidente de la Generalidad, que ha devuelto la pelota a la Junta Electoral y exhibe su actitud ante ERC y la CUP como la demostración de su inquebrantable compromiso con la república catalana.