Al independentismo les ha pillado desprevenidos la convocatoria electoral para el 28 de abril pese a que eran conscientes del efecto que tendría su bloqueo a la tramitación de los Presupuestos Generales. En JxCAT eran más partidarios que en ERC de elecciones, pero no tan inminentes con el juicio del procés en marcha y su poder de movilización en la calle tan cuestionado. El fugado Puigdemont ya se ha puesto en marcha para intentar recomponer al separatismo y su primera decisión ha sido la de actuar en su grupo en Madrid para desterrar completamente a los contrarios a su estrategia de bloqueo.
Por eso, ya se ha puesto en contacto con el presidente del PDeCAT, David Bonvehí, para informarle de que su apuesta como cabeza de cartel para las elecciones generales debe ser el preso Josep Rull. El exconsejero catalán forma parte de su grupo de fieles y sería el golpe definitivo para acabar con la parte de la Convergència más moderada con el Gobierno que aún queda en el Congreso y cuya cabeza visible es el diputado Carles Campuzano. Eso sí, Rull no podrá ni hacer campaña ni tomar posesión de su cargo si la sentencia acaba siendo conderatoria. La estrategia es pura estética para captar el voto.
JxCAT encara estas elecciones como una oportunidad para convertirse en decisivos para la formación del nuevo Ejecutivo y desde luego sus intenciones no pasan por ponérselo fácil al nuevo inquilino del Palacio de la Moncloa. A las puertas del Supremo, este miércoles ha venido a arropar al exconsejero Rull otro de los posibles nombres que suenan para las listas de Puigdemont: el diputado Eduard Pujol que no ha querido entrar en quinielas. En JxCAT nos emplazan a esperar a que finalice la fase de interrogatorios para conocer oficialmente las intenciones del fugado que intenta imponerse en Madrid.