El separatismo vuelve a dar el cante en estas fechas tan entrañables. Tras la dieta detox prenavideña, el árbol de Navidad destrozado con lazos amarillos y la manifestación para cantar villancicos a las puertas de la cárcel de Lledoners, el show se trasladó al Palau de la Música, el del expolio convergente, donde el tradicional concierto de San Esteban quedó reducido a un acto político de los coros y danzas nacionalistas retransmitido en directo por TV3.
El afamado recinto modernista fue el marco en el que el centenario concierto de villancicos se convirtió en una exaltación de los políticos presos y los fugados con profusión de banderas separatistas y lazos amarillos.
Algunos de los niños cantores también fueron ataviados de amarillo, aunque se evitó que la sección infantil portara el lazo distintivo de los separatistas. Eran pocos los componentes de las demás secciones del Orfeón Catalán que no llevaran en el pecho la enseña que acredita la adhesión al movimiento independentista. Algunos alzaron retratos de presos y fugados y carteles separatistas.
Entre el público abundaban lazos y banderas estrelladas. Sólo unos pocos espectadores se abstenían de participar del entusiasmo general con El Cant de la Senyera, el segundo himno de los nacionalistas, que concluyó con los clásicos gritos de "¡independencia!", que habían dejado de oírse en los actos separatistas cuando la república estaba a las puertas.
Es la quinta vez que el concierto de Navidad deviene un rito político del separatismo con la colaboración del Orfeón Catalán y el Palau de la Música, emblemas culturales del nacionalismo que cuentan con la participación del Ministerio de Cultura para su sostén, a pesar del declive artístico sufrido por su utilización durante años como canales para el cobro del 3% y la financiación de Convergencia.
