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Calvo, Montero y Lastra ganan la batalla a Iván Redondo en la presentación de los PGE

Todo en el Gobierno se resume en una lucha por ver quién consigue el favor del presidente. "Montero y Calvo han ganado a Iván", dicen en el PSOE.

Pedro Sánchez preside la Ejecutiva Federal del PSOE | EFE

Se equivocan quienes piensan que el Gobierno es un bloque monolítico. Nunca lo ha sido. Ni en el debate de la convocatoria electoral en donde José Luis Ábalos y algunos barones representativos se desmarcan del mantra de Moncloa —"día pasado, día ganado"—, al pedir poner las urnas cuanto antes; ni en el de presentar o no Presupuestos Generales del Estado en donde la mayoría se decantaba por presentarlos en contra del criterio minoritario del jefe de Gabinete del presidente, Iván Redondo, que pidió dejarlos caer y que consiguió que Pedro Sánchez lo anunciara así desde la ciudad de Antigua (Guatemala) después de que lo adelantaran fuentes cercanas a Libertad Digital.

Todo en el Gobierno es una lucha por ver quién consigue influir más en las decisiones del presidente y quién se hace con el favor de susurrarle al oído alcanzando una posición de fuerza y poder. Un papel que hasta ahora representaba Redondo en un grado superlativo y "casi en solitario", explican fuentes socialistas a Libertad Digital. Pero esto, al parecer, ha cambiado.

El anuncio de hace un mes de que el Gobierno tiraba la toalla con las cuentas públicas puso en pie de guerra al partido, liderado por Adriana Lastra pero todavía también por Carmen Calvo quien, en su condición de vicepresidenta, coordinó la ofensiva interna en el seno del Gobierno acompañado por la ministra de Hacienda, María Jesús Montero.

Montero siempre ha sido partidaria de presentar las cuentas públicas y de llegar "hasta el final" con el debate de totalidad de los PGE porque esto ayudaría a "retratar a los independentistas" y forzar un movimiento de quienes "no quieren elecciones" bajo ningún concepto. Posición compartida con otra ministra económica, Nadia Calviño, consciente de la necesidad de intentar la aprobación para mandar un mensaje de seriedad y compromiso ante las instancias comunitarias.

Por ello no mentían Montero y Calviño cuando aseguraban públicamente que el Gobierno "trabaja por los PGE" después de que su 'jefe', Pedro Sánchez, hubiera anunciado que no los presentaría para "no marear a los españoles". Esas palabras en la cumbre iberoamericana en Guatemala tuvieron un efecto de horas. Calvo, Lastra y Montero "se pusieron a trabajar" intentando persuadir al presidente de que sin presentar los PGE no podría resistir a octubre de 2019, ni siquiera a mayo del mismo año, con la convocatoria de las elecciones autonómicas, municipales y europeas en las que se proyectaría la imagen de un Gobierno sin rumbo cuyo poder ejecutivo se reduce al golpe de decreto ley.

Una situación que multiplicaría las voces que clamaban y claman por las elecciones anticipadas, en las que Ábalos siempre ha llevado la voz cantante y que, en las últimas semanas, había colocado la opción del mes de marzo como una probabilidad creciente. La debacle de las elecciones andaluzas desestabilizó la situación haciendo mover la tierra bajo los pies del presidente. Marzo estaba descartado. Convocar tan cerca de la sangría andaluza era "una temeridad" para un partido abocado a una muerte segura a dos meses del 26 de mayo en que se la jugarán todos los barones socialistas y alcaldes que expresaban su pánico a este periódico: "Susana Díaz es el primer ñu en caer al río de los cocodrilos", explicaba un asesor de Moncloa a LD.

Y ahí se produjo el viraje que llevó al presiente a tomar la decisión contraria apenas una semana después de su anuncio, según confirmó el propio Sánchez en los corrillos del Día de la Constitución. Tomó la decisión "hace un mes" para mandar un mensaje de estabilidad a Bruselas y porque "es importante demostrar que el Gobierno es autónomo y tiene la iniciativa, que no le marca nadie la agenda".

En realidad, quien marca la iniciativa desde los tiempos en que lo fichó Sánchez provocando primero el recelo y luego el malestar de Ferraz y de su entonces jefe de gabinete, Juanma Serrano —hoy presidente de Correos—, siempre ha sido Iván Redondo. El ideólogo del resurgir del "Ave Fénix" en la llamada segunda vida del secretario general, de la moción de censura, del aldabonazo del Aquarius en materia migratoria, de la no presentación de los PGE... todo ha pasado por sus manos hasta hoy porque en Ferraz aseguran que "Calvo, Montero y Lastra esta vez le han ganado la batalla".

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