María Dolores de Cospedal abandonó definitivamente la vida política. Por la puerta de atrás, como nunca hubiera querido. El lunes dejó la dirección del partido y este miércoles renunció a su acta de diputada. "Libero al PP de cualquier ataque, por injustificado que sea", se despidió a través de un extenso comunicado sin membrete. Pero advirtió a la formación de la que ya solo es afiliada rasa: "Un partido que no es capaz de defender a los suyos cuando están siendo injustamente atacados no puede esperar que los ciudadanos confíen en él".
Desde Helsinki, Pablo Casado respiró aliviado. El líder del PP "estaba al tanto" de la decisión que iba a tomar, y compareció ante los medios inmediatamente después de hacerse pública la noticia. "Ha realizado una labor formidable para el partido, para Castilla-La Mancha y para España", declaró, repitiendo una y otra vez su "agradecimiento y reconocimiento". Ya a micrófono cerrado, cargos de su entorno admitieron que "no" tenía otra salida, que era "un lastre". "Manos libres", resumió gráficamente un barón autonómico, toda vez ella fue clave en su victoria frente a Soraya Sáenz de Santamaría.
Hace tan sólo 48 horas, por tres veces, Cospedal aseguró que no dejaría el Congreso. Pero era "plenamente consciente" de que Génova la quería fuera y "se vio muy sola, con la gente criticándola por la espalda", según el relato de un destacado dirigente del partido. Y, muy tocada anímicamente, acabó tirando la toalla. "No pensé que lo fuera a hacer en un ambiente así (...) No he hecho nada de lo que me sienta avergonzada, pero después de reflexionarlo más he querido adelantar mi decisión unas fechas", se reivindicó en su escrito.
Según desveló, ya había tomado la decisión de abandonar la política, aunque a Casado no se lo dijo y nunca desechó públicamente la posibilidad de encabezar la lista a las elecciones europeas. Entre sus "muchos errores" no incluyó sus vínculos con el polémico José Manuel Villarejo, que el entorno del líder del PP calificó de "inaceptables". Lo más que reconoció es que se equivocó al pedir a su esposo, Ignacio López del Hierro, que la ayudara en esa interlocución, porque ahora "él está pagando por haberme ayudado". Un papel, por cierto, que provocó una enorme indignación de puertas para adentro.
"Nunca he tenido que mentir, nunca lo he hecho. Siempre he dicho la verdad. Y la verdad es que nunca ordené ni encargué espiar a nadie. Pedí más información para confirmar si eran ciertas cuestiones concretas que me habían hecho llegar y que podían afectar a determinadas personas. Esa era mi responsabilidad", se puede leer en el comunicado de Cospedal. De ahí su "absoluta tranquilidad de conciencia" con respecto a Villarejo, por lo que –según defendió– volvería a hacer exactamente lo mismo.
Cospedal no se marchó sin lanzar un último mensaje en clave interna. Pidió a su partido "cerrar filas ante las injusticias". Y ella, en ese mismo escrito, dejó claro que se siente víctima de una injusticia. "Cuando tus adversarios políticos detectan que tu fortaleza es vulnerable, los ataques se multiplican", advirtió quien en su día dio la cara por Rita Barberá o Cristina Cifuentes prácticamente hasta el final. Un miembro de la dirección, molesto, le recordó sus propias palabras en plena crisis por los papeles de Luis Bárcenas: "Que cada palo aguante su vela".