El barómetro que este martes ha publicado el Centro de Investigaciones Sociológicas dirigido por el socialista José Félix Tezanos ya es sorprendente por el elevado porcentaje de intención de voto que da al PSOE, superando el 30% y varios puntos por encima de la encuesta más optimista de las publicadas hasta ahora.
Sin embargo, hay un dato aún más llamativo: la subida de seis décimas del PSOE se produce pese a que en intención directa de voto los socialistas se desploman más de cinco puntos: en julio tenían un 23,9% y ahora se quedan en un 18,6%.
Al mismo tiempo, el PP ve cómo su intención de voto sube 1,6% pero su estimación sólo se eleva cuatro décimas, mientras que para Ciudadanos aún es peor: sube un punto en voto directo, pero baja ocho décimas en la estimación.
El concepto puede resultar un poco confuso y vale la pena aclararlo: la intención directa de voto es el porcentaje de encuestados que efectivamente han respondido que van a votar a un partido u otro. A partir de ese dato y con otras muchas variables –por ejemplo, el recuerdo de voto de anteriores elecciones o la simpatía por uno u otro partido– los sociólogos hacen una estimación de voto, que es el resultado que realmente esperan que ese partido tenga.
Ese proceso de elaboración a partir de los datos crudos es lo que se llama popularmente "la cocina" de las encuestas, que es necesaria para obtener resultados realistas, pero que en este caso parece que se ha condimentado en exceso: en los demás partidos las variaciones pueden llamar algo la atención, como en el caso de Ciudadanos, pero se mueven en magnitudes pequeñas y aceptables. En el caso del PSOE, en cambio, el desplome es evidente y no se refleja ni lo más mínimo.