Temor en Génova a un mal resultado del PP en Andalucía
Casado y Rivera se volcarán en la campaña para apoyar a sus candidatos. Se están haciendo sondeos internos. La batalla andaluza, admiten, será clave.
A Pablo Casado le preocupa sobremanera que Albert Rivera pueda robarle el traje de líder de la oposición. Y la batalla andaluza será decisiva. Los equipos de ambos presidentes apuestan porque las elecciones podrían celebrarse el 25 de noviembre, y ya están haciendo sondeos y preparando estrategias. Para entonces, el PP espera que el Supremo dé carpetazo al asunto del máster, el efecto Casado se mantenga y marcar de nuevo la agenda política, como ocurrió este verano. Rivera, que estará mucho en la región, intentará dar la campanada y hacer suyos los resultados.
El caso de Andalucía es especialmente complejo para Casado. La dirección nacional reconoce que las perspectivas electorales son "regulares" y que su líder se implicará, con una campaña paralela, para ayudar a Juan Manuel Moreno. El mejor escenario para el PP es quedar segundos y sumar con la formación naranja para poder gobernar. Pero el temor que se extiende por las estructuras regional y nacional es que Ciudadanos pueda superar al PP en esta región, provocando una crisis interna de consecuencias impredecibles.
Por si acaso, en Génova recuerdan que Moreno no es el candidato de Casado, sino que se comprometió a mantenerle en aras de la unidad del PP ya que en su día superó su congreso. Casado mantiene con él una interlocución fluida y su relación es buena a pesar de que apostara claramente por Soraya Sáenz de Santamaría, pero en la dirección nacional muestran sus reservas. Una parte del PP de Andalucía llegó a airear la posibilidad de que Moreno caería, pero las especulaciones se frenaron. "Nos vino impuesto", insistieron las fuentes consultadas.
En el PP de Andalucía avisan de que si a Moreno le va mal en las elecciones, Casado también quedará en entredicho. "Si Ciudadanos nos gana, el PP está liquidado a nivel nacional, podría dejar de ser alternativa de Gobierno", según la opinión de un destacado cargo regional. Que añadió: "El partido se juega en Andalucía y Génova se tiene que dar cuenta". Para el entorno de Casado, si hay declive, el máximo responsable será el candidato, no el líder nacional. "Aunque ya estamos trabajando para que esa posibilidad no se dé bajo ningún concepto", enfatizaron las fuentes consultadas.
Optimismo en Cs
La preocupación que se respira en Génova se transforma en optimismo en la calle Alcalá, un poco más al este de la capital de España, donde tiene su sede Ciudadanos, frente a Las Ventas. Andalucía, paradojas o no de la historia, se ha convertido en un auténtico bastión para la formación nacida algo más de una década en Cataluña.
Allí se inició en 2015 la implantación nacional de los de Albert Rivera con un resultado que muy poco antes nadie podía imaginar. Si a principios de ese año la Ejecutiva estudiaba seriamente si presentarse o no a aquellos comicios, algo que hoy suena a ciencia ficción política, en marzo Juan Marín –que ni siquiera era el candidato pensado en un primer momento, pero que fue la carta elegida tras renunciar el hoy diputado por Granada, Luis Salvador– lograba alzarse con nueve escaños, representación en casi todas las provincias, y, lo que es más importante, se convertía en la muleta con la que Susana Díaz lograba perpetuar el poder socialista en la Junta. Algo para lo que tuvo que sacrificar a sus antecesores, Manuel Chaves y José Antonio Griñán, en cumplimiento de la primera exigencia de Ciudadanos, dada su imputación en el escándalo de los ERES.
Después, los resultados en las generales de ese mismo 2015 y en las repetidas de 2016 fueron también buenos en Andalucía, con ocho y siete diputados respectivamente. Unos datos destacados en Málaga, la que en el cuartel general naranja se define como "nuestro Ohio", mostrando el deseo de que en un futuro marque el rumbo de los resultados de Ciudadanos, que obtuvo en la provincia un 17% del voto, muy superior al de otras circunscripciones y al del total nacional, donde Rivera no ha alcanzado nunca el 15%. Para las autonómicas, el cabeza de cartel en Málaga será un paracaidista estrella, el exseleccionador nacional de baloncesto Javier Imbroda, hermano del popular Juan José Imbroda, presidente de Melilla.
¿Una repetición el 28-F?
Con todo ese bagaje, y con la ruptura del acuerdo con el PSOE escenificada ya por Marín –"teatro", a ojos del PP y Podemos–, los naranjas no se ponen techo, seguros de poder capitalizar las medidas implementadas durante la legislatura autonómica, sobre todo la supresión del impuesto de sucesiones, una cuestión sensible para las herencias en el campo andaluz, y la bajada del IRPF. Marín subrayará que estas medidas de corte liberal han tenido que llegar de su mano después de cuarenta años de autonomía y no de las de los populares, incapaces durante todo este tiempo de poner fin a la hégira socialista en el Palacio de San Telmo.
En el cuartel general naranja, como en Génova, apuestan por el 25 de noviembre como fecha de las elecciones ya que, de ser ese día, la repetición automática de los comicios si no se logra una investidura sería el 28 de febrero, día de Andalucía. Aseguran los más próximos a Rivera que Susana Díaz "ya está en esa pantalla". Pese a todo, que PP y Ciudadanos pudieran sumar una mayoría de Gobierno se antoja difícil. La suma de ambos se quedó a trece escaños de la mayoría absoluta hace tres años, cuando Díaz eligió a Ciudadanos como aliado, pese a que podría haber sumado de nuevo con la izquierda.
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