El homenaje de las pancartas. El separatismo logró su propósito. El despliegue de tres pancartas, dos contra el Rey y otra de los presos, fue su contribución al recuerdo de las 16 víctimas mortales de los atentados islamistas de Barcelona y Cambrils de los que este viernes se cumple un año. "The spanish king is not welcomed in catalan countries" era el mensaje de la desplegada en un edificio de la plaza de Cataluña. El cartelón presidió el acto central de la jornada.
Los Mossos se personaron de madrugada, llegaron a escalar la fachada, comprobaron las sujecciones y se largaron. Según la consejería de Interior, el objetivo de la "misión" era comprobar que la pancarta estuviera bien anclada. Colgaba de una propiedad particular y el dueño estaba al corriente. La competencia, añadieron en la consejería, es del Ayuntamiento.
Los separatistas también decoraron a su manera el primer acto de la jornada, la ofrenda floral de los familiares de las víctimas en el mosaico de Miró en las Ramblas. Desplegaron otras dos grandes pancartas. En la mayor, se podía leer en inglés "sus guerras, nuestros muertos" bajo una fotografía del Rey y el monarca de Arabia Saudí, Salmán bin Abdulaziz. Y sobre una estelada, "Cataluña en solidaridad con las víctimas". En la otra, dirigida al público local, "libertad presos políticos; sin ellos este acto es una estafa" escrito en catalán.
Ninguna de las pancartas iba firmada, si bien la de plaza de Cataluña se atribuye a la ANC y Òmnium mientras que las dos de las Ramblas han sido publicitadas por los CDR.
Connivencia de Generalidad y Ayuntamiento
El separatismo impuso su escenografía con la connivencia de la Generalidad y el Ayuntamiento. Torra y Colau pugnaron por erigirse en grandes protagonistas de la jornada. La alcaldesa arrancó ayer, contraprogramando la ofrenda de la Asociación Catalana de Víctimas de Organizaciones Terroristas (ACVOT) en la Rambla con una declaración institucional, la primera. Ha seguido Torra esta mañana, con otra declaración para el consumo interno. También el vicepresidente de la Generalidad, Pere Aragonés, saca pecho. Ayer presidió un acto en Alcanar con un gran lazo amarillo en el escenario.
Se pretendía que las familias de las víctimas fueran los protagonistas. Tal protagonismo consistió en que fueron los primeros en depositar flores en los maceteros improvisados en el mosaico de Miró donde se detuvo la furgoneta que conducía el terrorista Youness Abouyaaqoub. También estaban sentados en las primeras filas en la plaza de Cataluña.
Tensión institucional
Allí se encontraron los Reyes con un ambiente tenso entre las autoridades, poca gente y en su mayoría partidaria del Rey. Gritos a favor de Felipe VI. Torra saludó al Rey y le presentó a la mujer del exconsejero de Interior preso, Quim Forn. Laura Masvidal le dio la mano a Felipe VI. A cierta distancia, el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez. No hubo pasamanos. Los Reyes dieron un rodeo para saludar a los familiares al principio del acto. Lo hicieron también al término del homenaje.
Gemma Nierga fue la maestra de ceremonias. Salvo en el saludo inicial y el final, habló en catalán sobre los valores de Barcelona, "una ciudad de paz", sobre la "integración", la "solidaridad", la "reconciliación", la "civilización" y la "ciudadanía".
Un grupo de voluntarios leyó en todos los idiomas de las víctimas mortales el famoso fragmento de John Donne: "Nadie es una isla por completo en sí mismo; cada hombre es un pedazo de un continente, una parte de la Tierra. Si el mar se lleva una porción de tierra, toda Europa queda disminuida, como si fuera un promontorio, o la casa de uno de tus amigos, o la tuya propia; por eso la muerte de cualquier hombre me disminuye, porque estoy ligado a la humanidad; y por tanto, nunca preguntes por quién doblan las campanas, doblan por ti". Alumnos de las escuelas de música de Barcelona interpretaron varias canciones.
Felipe VI aprovechó para saludar a los familiares y también a los representantes de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado. Por las Ramblas transcurría la manifestación de los CDR y la CUP, que congregó a unas trescientas personas con carteles en los que se acusaba al Rey de traficante de armas.