Pablo Iglesias publicó este sábado dos tuits en los que condensa su opinión sobre la legalización de la marihuana, un debate que es cierto que está abierto en buena parte del mundo y en el que cada día son más las regiones o países que despenalizan el cultivo y la posesión de esta droga, ya sea para uso médico o incluso recreativo.
De hecho, el último país que ha emprendido parece que de forma ya parece que definitiva este camino ha sido Canadá, hace sólo unas semanas.
Sin embargo, la aproximación de iglesias es peculiar: el de Podemos no sólo propone la legalización sino que es el único que pide "una empresa pública" que asegure "un escrupuloso control en el cultivo y comercialización de la marihuana" y su propósito es que genere "ingentes ingresos al Estado que podrían hacernos contar con la mejor sanidad pública del mundo".
Aún más sorprendente es que Iglesias contrapone la exportación de marihuana a otro sector, el armamentístico: "Me parece más digno exportar marihuana y obtener ingresos para mejorar la sanidad y los servicios públicos que exportar armamento".
Que la industria armamentística no contribuye –vía impuestos– a la financiación del sistema sanitario es una conclusión que no sabemos de dónde saca Iglesias, así que tampoco le vamos a pedir que su análisis incluya elementos más complejos como tener en cuenta la elevadísima inversión en I+D que provoca la industria de la defensa.
Del mismo modo, Iglesias tampoco explica por qué la marihuana estatal española iba a ser exportada a los mercados en los que ya se puede comprar y vender esta sustancia, que cuentan con estrictas regulaciones y empresas muy competitivas e innovadoras.
La idea de Iglesias no puede dejar de recordar la creación por el régimen franquista de Tabacalera, el monopolio de la industria del tabaco y el timbre que se fundó en 1946 y se mantuvo como una empresa pública hasta 1999.