Suspense hasta el final. Habrá que esperar para saber si la moción de censura de Pedro Sánchez sale adelante. Fue una jornada de infarto en la Cámara Baja, con negociaciones cruzadas, filtraciones, rumores y muchos nervios. El PNV se vio en la obligación de desmentir que haya decidido ya el sentido de su voto, y reunirá a su Ejecutiva este mismo jueves. Moncloa, por su parte, rechazó una inminente dimisión de Mariano Rajoy, después de que un sector del PP defendiera que tendría que dar un paso atrás si los nacionalistas vascos acaban apoyando al PSOE.
"Todo esto es un poco absurdo", susurró Rajoy a su jefe de gabinete, José Luis Ayllón, cuando llegaba este miércoles a primera hora a la Carrera de San Jerónimo. Apesadumbrado, irritado, el presidente arremetió contra Pedro Sánchez, minimizó una vez más la sentencia del caso Gürtel y se marchó rápidamente a Moncloa sin hacer declaraciones a los periodistas. Era la primera vez que se le veía desde el pasado viernes y los suyos le ovacionaron pese a no tener nada claro qué ocurrirá en las próximas horas. "¿Cómo quieres que esté? Esto es un circo, no hay motivos para esta moción", afirmó un ministro en los pasillos de la Cámara.
El jefe del Ejecutivo negoció directamente con el PNV. Según el PP, se le ofreció "estabilidad" y "presupuestos", pero la Moncloa se convirtió en un búnker. Sólo salieron desmentidos. Se negó que los nacionalistas vascos les hubieran comunicado el sentido de su voto y también una comparecencia inminente del presidente. "Acudirá con tranquilidad a la moción de censura", aseguraron oficialmente. Para transmitir una normalidad inexistente, Soraya Sáenz de Santamaría reunió a secretarios y subsecretarios de Estado para preparar el Consejo de Ministros, si es que finalmente se celebra.
Mientras, Fernando Martínez Maíllo, el hombre fuerte de Rajoy en Génova, se afanó en repetir que no dimitirá pase lo que pase. "La moción de censura es contra el PP, no contra Rajoy. ¿Cambiaría algo si pusiéramos a Santamaría o a Tejerina? No, nos pondrían otra moción en dos semanas", aseguró un interlocutor directo del presidente. Pero una parte del PP no lo descartó, más aún si le llega la confirmación del PNV de que apoyará a Sánchez. "En ese caso, debería dimitir y pilotar la situación hasta que se celebren elecciones anticipadas", según un alto cargo del partido. "Esto debería acabar cuanto antes", en palabras de un barón regional, que se definió "harto" de la crisis política.
El PSOE, optimista
Los socialistas, por su parte, se mostraron esperanzados. "Si Pedro pisa mañana la tribuna, Pedro es presidente", sentenciaron bien entrada la tarde de este miércoles como resultado de las conversaciones que mantuvieron con sus interlocutores del PNV. No tenían confirmación de su voto, tal y como aseguraron fuentes de la dirección a Libertad Digital, pero sí que manejaban información relevante y valiosa sobre sus intenciones.
"Lo único que es seguro es que si se vota, el PNV votará a favor, por lo que la única alternativa de Rajoy es la dimisión", añadieron las citadas fuentes, que explicaron que es la opción que salvaría al Gobierno de caer porque "el PNV no se puede permitir ser el sostén de la corrupción" del presidente. Precisamente por este motivo, aseguraron fuentes socialistas, "su principal temor es quedarse solos" y por ello "han hecho frente con el PDeCAT". O los dos o ninguno apoyarán su moción, según Ferraz.
A horas de que se inicie el debate, Ferraz no dio ni una sola pista sobre un discurso con el que Sánchez se la juega y que deberá incluir mano tendida a independentistas y nacionalistas. Sólo algunas fuentes consultadas se atrevieron a insinuar que podría haber un reparto de papeles entre Sánchez y José Luis Ábalos, el secretario de Organización, que subirá a la tribuna de oradores antes que el líder del PSOE y "sin límite de tiempo". Traducido: que Sánchez dejaría a Ábalos los guiños a PNV, PDeCAT y ERC en aras de alcanzar el sí a un plebiscito sobre Rajoy.
El 'plan b' de Iglesias y Rivera
Uno de los pocos que fue claro en su vaticinio fue Pablo Iglesias. En el patio del Congreso dijo que la moción "va a salir adelante con los apoyos evidentes: el nuestro, el de los grupos catalanes y el PNV". Aunque no desveló si el PNV le había confirmado su voto, añadió: "Creo que van a votar a favor. Lo percibo. Es una sensación, creo que el ambiente señala que van a votar a favor todos los que deben votar a favor. Ojalá no me equivoque".
Tras ello, abonó el terreno por si sale la moción y pidió a Sánchez un Gobierno de coalición. Pero esto solo eran sus declaraciones públicas ya que en privado los de Podemos ya están pensando en su Plan B: otra moción de censura con Ciudadanos.
Mientras, en el cuartel general de los de Albert Rivera cundió el convencimiento, a medida que se acercaba el día del debate, de que Sánchez "lo tiene hecho" con el PNV, aunque se cuidaron mucho de no expresarlo en público.
Fuentes del partido naranja confirmaron el ofrecimiento trasladado el martes al secretario de organización del PSOE, José Luis Ábalos, de que respaldarían a tres históricos socialistas como candidatos "instrumentales" para llegar a la Moncloa con el único cometido de convocar inmediatamente elecciones. José Manuel Villegas puso sobre la mesa los nombres de Javier Solana, Ramón Jáuregui y Nicolás Redondo Terreros. "Están de vuelta" le habría contestado Ábalos, según la versión de personas conocedoras del encuentro.
Pese a todo, y si fracasara el viernes la moción de Sánchez, Ciudadanos no descartó negociar, apoyar o impulsar -para esto último les hacen falta tres diputados más- otra moción instrumental, la misma que ya hacía suya en sus declaraciones públicas Iglesias.