Mariano Rajoy resistirá hasta el final. Sólo abandonará la Moncloa si Pedro Sánchez le echa. "Quiere ser presidente a cualquier precio y con quien sea", estalló. "Cualquier día lo veremos pactando con Puigdemont", aseguró, y denunció que está poniendo en riesgo la estabilidad de España. "Nos vemos en el Congreso", resumió su equipo. Con su golpe en la mesa, el presidente también quiso acallar las voces en su partido que empezaron a cuestionarle. Andrea Levy se saltó el argumentario oficial y pidió "perdón" por el caso Gürtel mientras que Juan Vicente Herrera reconoció que el momento es crítico para el PP. Prietas las filas, se ordenó desde Génova.
El presidente decidió hablar alto y claro. Exhibir sin paños calientes su enorme enfado con Sánchez, al que pocos días antes elogiaba por su sentido de Estado con respecto al pulso independentista. En un primer momento, Moncloa descartó su comparecencia para dar una sensación de normalidad y se dio por seguro que este sábado viajaría a Kiev para animar al Real Madrid en la final de la Champions. Pero Rajoy optó por dar la cara para dejar claro que no piensa dimitir y se rodeó de buena parte de su gabinete para transmitir una imagen de unidad. Poco después, se informó de que no irá a Ucrania por el contexto político.
"La moción de censura es mala para España", zanjó el presidente. "Perjudica la recuperación económica, basta ver cómo está evolucionando la Bolsa y la prima de riesgo", dijo. También sacó a colación "la situación de debilidad, de dificultad, con la aplicación del artículo 155" en Cataluña. Y llegó a una conclusión, que repitió una y otra vez durante su comparecencia: "La moción se hace con el único interés del señor Sánchez, que perdió las elecciones en 2015 y en 2016, de ser presidente". "Su gobierno sería inviable, pero le da igual", sentenció tras recordar que solo puede "pactar con Ciudadanos y Podemos a la vez" o acordar "con ERC, con el partido de Puigdemont y Torra, con Bildu y con Compromís".
Santamaría y Cospedal, con Rajoy
Para Rajoy, Sánchez carece "de autoridad moral" para presentar la moción. Y reiteró que su deseo es agotar la legislatura pese a la sentencia del caso Gürtel y el "calvario judicial" que muchos le auguran. Por primera vez, el presidente entró a valorar el dictamen de la Audiencia Nacional, que el jueves noqueó por completo a su partido. "La sentencia será recurrida, no es firme y tiene un voto particular", recordó. Puso especial énfasis en destacar que "no se ha condenado a ningún miembro del Gobierno que se pretende censurar". En primera fila, Soraya Sáenz de Santamaría y María Dolores de Cospedal así como gran parte del gabinete. "Lo que establece la sentencia es una responsabilidad civil y no penal, el PP no conocía los hechos que se produjeron", razonó.
En ese momento, planteó si Sánchez dimitirá cuando condenen al PSOE valenciano por su financiación o cuando se resuelva la sentencia de los ERE, o si lo hará si pacta finalmente con partidos como el PDeCAT condenados por el caso del 3 por ciento. El presidente se mostró mucho más prudente con Albert Rivera, a la espera de sus próximos pasos, aunque rechazó el adelanto electoral.
Le preguntaron expresamente si se ve legitimado para seguir al frente del Gobierno después de que la Justicia haya puesto en duda su credibilidad. "¿Quién reparte certificados de credibilidad en España?", se revolvió, y se contestó que "los ciudadanos" para después sacar pecho de cifras económicas y de su victoria en los últimos comicios. "¿Pedir perdón? Lo he hecho hasta la saciedad", contestó, en relación a la falta de autocrítica tras la sentencia. "El tema no es si el PP haga esto o tal, les trae completamente sin cuidado, el objetivo es otro, es ser presidente del Gobierno a cualquier precio", insistió.
Antes de la comparecencia de Rajoy, un sector del PP había empezado a removerse. Ya no era únicamente José Manuel García Margallo, muy distanciado del presidente. Andrea Levy rompió con la consigna oficial y pidió perdón. "Toca asumir la culpa de que algo falló, que no estuvimos a la altura de esa responsabilidad", escribió en Facebook. Se sumó el veterano Herrera: "La sentencia ahonda en el vertido de descrédito de la política y los políticos" y afecta "profundamente al PP", según declaró.
Génova intentó ahogar esas voces críticas. A través de las redes sociales, inició la campaña "una moción contra España". "La prioridad ahora es que no ganen", señalaron fuentes de la dirección nacional, que Rajoy siga en Moncloa. Pero, en privado, empezó a abrirse el debate sobre su futuro político. "Si queremos tener una oportunidad, hay que abrir una nueva etapa política", expuso un líder regional, a favor de que ceda el testigo a otro candidato. "Cada día tiene su afán" y"hablar ahora de candidaturas es un poco exagerado", replicaron al más alto nivel, no dando por descartado que habrá que tratar ese peliagudo tema a medio plazo. "Vamos a aguantar", según el equipo directo del presidente.