Formalmente, el Gobierno se negó a asumir como propia la opinión de Rafael Catalá sobre el magistrado que emitió el polémico voto particular en la sentencia de la Manada, del que dijo sin pruebas que tiene "un problema singular". Para Moncloa, el ministro ya "clarificó" su posición cuando el jueves mostró su deseo de rebajar "la tensión". Y dio por finalizada la polémica, a pesar del malestar interno con el titular de Justicia.
Catalá no recibió el respaldo entusiasta del portavoz del Gobierno. Si bien, de momento, mantiene la confianza de Mariano Rajoy y se sentó junto al resto de sus compañeros en la mesa del Consejo de Ministros. Al tiempo, unos 200 jueces y fiscales se concentraron frente al Ministerio de Justicia pidiendo su dimisión. Entre los lemas escuchados, "Catalá, habla menos y escucha más" o "tiene Catalá un problema singular".
El silencio esta semana de ministros y altos cargos del PP evidenció la falta de apoyos de Catalá en su propia casa. Únicamente Javier Maroto, en una charla informal con periodistas en los actos del Dos de Mayo, lo defendió asegurando que "puso voz a lo que piensa la gente". Si bien, la tesis mayoritaria en Moncloa y en Génova es que metió "en un lío innecesario" al presidente. "No sé a qué problema singular se refiere el ministro", reconoció públicamente Fernando Martínez-Maillo.
Con los jueces y fiscales pidiendo su dimisión, Moncloa recomendó a Catalá que rectificara, según las fuentes consultadas. "Él es quien tiene que solucionar el problema, actuó por su cuenta", en palabras de un miembro de la dirección nacional. Y el jueves intentó templar gaitas. Habló de rebajar la tensión y puso el foco de atención en una reforma del código penal "que mejore nuestro compromiso con las víctimas del delito". Si bien, pese a todo, precisó: "Sería un marciano" si no opinara sobre la actualidad. Esto es, no rectificó.
Para el portavoz del Gobierno, Catalá "aclaró" su postura. Y dio por acabada la crisis. "El ministro ha dado unas explicaciones y a las mismas me remito", dijo en dos ocasiones Méndez de Vigo, cuidándose de hacer suyas sus palabras sobre los supuestos "problemas singulares" del juez Ricardo González. "No hay nada más que añadir", aseveró, y una tras una esquivó las preguntas de los periodistas referidas a esta cuestión.
Méndez de Vigo también se vio en la obligación de asegurar públicamente que "no hay ningún problema" entre Soraya Sáenz de Santamaría y María Dolores de Cospedal, que esta semana exhibieron su tensión delante de compañeros de partido, rivales políticos y periodistas en las celebraciones de la Comunidad de Madrid. "Es muy fácil. No hay ningún problema", fueron sus palabras exactas.