Sesión de masaje a Carles Puigdemont en el suplemento del The Times, que presenta al fugado como un simpático y cercano político convertido en el "enemigo público número uno de España". En el amplio reportaje dedicado a Puigdemont se mezclan las declaraciones de tono personal con la descripción de España a cargo de la autora del texto, Sally Williams, como un país anclado en el franquismo y que esquilma a los catalanes.
Preguntado por su futuro, Puigdemont afirma que "la opción más realista es no tener un plan para el futuro". "En el peor de los casos -añade- seré extraditado a España, lo que significa que mi futuro estará claro: décadas de cárcel. Si no, probablemente pasaré muchos años en el exilio". El expresidente catalán también justifica no haberse presentado ante el juez a diferencia de Junqueras, Carme Forcadell, Jordi Turull, Josep Rull, Raül Romeva, Joaquim Forn y Dolors Bassa. En su opinión, en la cárcel estaría privado también de libertad de expresión. Nunca pensó en entregarse, dice, porque se convertiría en un "rehén" sin capacidad para denunciar a las autoridades españolas. "Si todos los miembros del gabinete estuviéramos en prisión, nadie hablaría de nosotros", zanja Puigdemont.
"Están asustadas"
En el plano íntimo, el fugado se queja de no poder estar con su esposa e hijas. "Están asustadas, puedo verlo en sus ojos". Sin embargo, no se plantea que su familia le acompañe en la fuga porque "estoy tratando esta situación como provisional".
También aprovecha para subrayar su perfil "pacifista" con una singular anécdota. Resulta que Puigdemont está tan en contra de todo tipo de violencia, según dice, que en sus tiempos de periodista no podía cubrir sucesos porque le faltaba estómago. Le tocó hablar, relata, con madres que habían perdido a sus hijos y no estaba preparado para ello. Por eso eligió el periodismo político y cultural, le cuenta a la entrevistadora, que lo define como un hombre jovial cuyo peinado de los Beatles "no está diseñado para cubrir cicatrices en la frente como sugieren muchos". Sigue la periodista: "Levanta el flequillo para mostrar su frente. Sin cicatrices. Es un peinado de cama", dice de su mata de pelo.
Escoltas "voluntarios"
El expresidente catalán está siempre acompañado, dice la periodista, de cuatro personas, dos guardaespaldas y dos "simpatizantes", todos catalanes, matiza. De modo que mantiene en Berlín la escolta de agentes "voluntarios" de los Mossos d'Esquadra. Puigdemont, se cuenta en el reportaje, está obsesionado con el CNI y "se comunica por redes encriptadas", tiene problemas para dormir, pero no por su situación actual sino como secuela del accidente de tráfico cuando tenía 21 años. Dice que no puede cerrar del todo un ojo, lo que perturba su descanso.
El piso que ocupa en Berlín es descrito como "cómodo y anónimo". Puigdemont actúa como si todavía fuera presidente. Dice que no es un fugitivo, que no lleva una vida clandestina. Habla maravillas de la cárcel de Schleswig-Holstein. "Comida decente, sopa, arroz, pescado, huevos fritos, patatas, un baño completo en su celda y buenos libros", afirma. Se presenta como un "luchador" que no quiere ser "mártir", un presidente "accidental" que se niega a hacer concesiones a la melancolía.
Un gran carácter, según la periodista, que reproduce con entusiasmo el argumentario separatista y traza admirada la trayectoria de un Puigdemont de familia catalanista -obvia a los parientes directos de la Falange de Amer- y humilde, al punto de que tuvo que combinar los estudios con el trabajo de corrector de catalán. La periodista le atribuye incluso el haber logrado que Gerona fuera escenario en la serie de televisión Juego de Tronos, relato que completa con pinceladas sobre el referéndum del 1-O, el cambio de coche de Puigdemont debajo de un puente para esquivar a un helicóptero de la Guardia Civil y cifra en 839 los supuestos heridos por la actuación policial durante el referéndum.
Todo un publirreportaje en el The Times Magazine que incluye la escena de un viandante que le dice a Puigdemont que es un "héroe". "Siempre es así", dice Puigdemont. Menos mal que sale poco de su residencia en Berlín. De vez en cuando a desayunar o a comer y una vez a la semana para presentarse en comisaría. Emplea el tiempo en tareas de despacho porque no está de turismo, sostiene. "La lucha por la independencia continúa", es el titular de la pieza.